Mundo Agrario, agosto 2018, vol. 19, n° 41, e092. ISSN 1515-5994
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro de Historia Argentina y Americana

Reseñas bibliográficas

De Marco, Celeste. Colonizar en el periurbano. El caso de la Colonia Agrícola 17 de octubre - La Capilla, Florencio Varela, 1946-1966. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes, 2017, 224 pp.

Ayelén Fiebelkorn

Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de La Plata, Argentina
Cita sugerida: Fiebelkorn, A. (2018). [Reseña del libro Colonizar en el periurbano. El caso de la Colonia Agrícola 17 de octubre - La Capilla, Florencio Varela, 1946-1966 de C. De Marco]. Mundo Agrario, 19(41), e092. https://doi.org/10.24215/15155994e092

La investigación de Celeste De Marco reconstruye históricamente la creación y primeras décadas de funcionamiento de la colonia agrícola 17 de octubre(La Capilla)situada en el área rural del partido de Florencio Varela y dedicada a la producción hortícola intensiva. El libro, editado en el año 2017 por la Universidad de Quilmes, es resultado de la tesis de Licenciatura en Ciencias Sociales de De Marco en dicha casa de estudios.

A lo largo de 224 páginas, la colonia17 de Octubre (La Capilla)es analizada por De Marco como exponente de un tipo específico de colonización tardía: la periurbana, es decir, aquella estratégicamente situada en zonas de enlace entre el campo y la ciudad, cuyas producciones intensivas eran destinadas al abastecimiento alimentario de los grandes núcleos urbanos.

La autora parte de dos interrogantes que explicita en la introducción del libro: en primer término, persigue comprender las características de la creación de la colonia en el marco del peronismo histórico, específicamente, del gobierno provincial de Domingo Mercante (1946-1952), y su puesta en marcha de la colonización agrícola como política pública. En segundo término, De Marco pretende analizar la convergencia de factores –políticos, sociales, migratorios, étnicos, productivos– que contribuyeron a la consolidación y el éxito inicial de la colonia durante las décadas de 1950 y 1960 y su (dis)continuidad.

En tal dirección, la investigación se cimenta sobre fuentes históricas diversas: censos de población y agropecuarios, leyes, planes gubernamentales, prensa, mapas y planos, folletos, fotografías, y más de una treintena de entrevistas a exhabitantes de la colonia. Asimismo, a lo largo de los ocho capítulos del libro, la autora combina contribuciones de tres perspectivas analíticas: los estudios históricos sobre colonización e inmigración del agro pampeano; los análisis históricos acerca de la cuestión agraria en el peronismo y la década de 1960, y trabajos vinculados a aspectos educativos, cooperativos y de sociabilidad.

La elección de un enfoque microhistórico, según lo plantea De Marco, posibilita que mediante el análisis de un objeto concreto pueda accederse al conocimiento de procesos históricos más amplios. Por cierto, la creación de la colonia 17 de octubre (La Capilla) se vincula, como se despeja en las primeras páginas del libro, con procesos sociales generales, y es consecuencia, tal como la creación de otras colonias periurbanas en los mismos años, de políticas públicas de colonización específicas sobre el territorio bonaerense.

De modo que los dos primeros capítulos son consagrados a reponer distintas iniciativas estatales de colonización agrícola en el ámbito nacional y provincial, entre 1936 y 1955 en el caso del primer capítulo, y entre 1955-1966 en el caso del segundo. Allí la autora delimita cómo debido al crecimiento demográfico de los centros urbanos de las primeras décadas del siglo XX, el abastecimiento alimentario de la población devino en una de las preocupaciones centrales de sucesivos gobiernos. Por tal motivo, y como modo de contrarrestar el despoblamiento rural y sofocar los reclamos de los trabajadores rurales por la propiedad de la tierra, florecieron desde la década de 1930 políticas de colonización agrícola –nacionales y provinciales– gracias a las cuales las áreas periurbanas bonaerenses, por su proximidad con las ciudades, fueron cobrando una centralidad estratégica para la instalación de colonias agrícolas.

En el primer capítulo, la autora confiere especial atención al peronismo histórico, particularmente a la gobernación bonaerense de Domingo Mercante (1946-1952), durante la cual la colonización y la división de tierras cobraron centralidad en los discursos y las acciones de gobierno. Así, la gestión de Mercante recreó el funcionamiento del IAC (Instituto Autárquico de Colonización) que, por medio de la compra directa, adquirió una gran cantidad de tierras en zonas periurbanas; entre ellas, en 1948, las correspondientes a la zona rural de La Capilla de Florencio Varela, donde se fundaría la colonia 17 de Octubre.

En tanto, en el segundo capítulo, la autora detalla mayormente las políticas colonizadoras de la gobernación provincial de Oscar Alende (1958-1962), años en que, después de sucesivos estancamientos, la colonización cobró un nuevo impulso oficial, registrándose una acrecentada adquisición de tierras, la fundación de nuevas colonias, loteos, licitaciones, y la concreción de actividades de capacitación y extensión social-rural.

El tercer capítulo propone un recorrido por las características productivas y demográficas del partido de Florencio Varela, desde su perfil de pequeño poblado rural ganadero durante el siglo XIX hasta su conversión en ciudad hacia 1953. En ese itinerario, la autora plantea un alto en la década de 1940, caracterizada por un gran crecimiento demográfico y urbano –similar al de Quilmes o Avellaneda–, consecuencia, en parte, de la masiva afluencia de migrantes internos. Sin embargo, a diferencia de otras localidades bonaerenses, la zona rural del partido varelense –significativa en dimensiones y producciones– se encontraba cercana a la ciudad homónima, motivo por el cual ese espacio rural, de perfil mayormente tambero, se configuró como una “zona de enlace” entre el campo y la ciudad, y dio inicio a la producción agrícola intensiva.

A modo de síntesis: si en los capítulos hasta aquí comentados De Marco ha atendido a las distintas condiciones de posibilidad –políticas, productivas y demográficas– del surgimiento de la colonia 17 de octubre, a partir del cuarto capítulo se abocará concretamente al análisis intrínseco de dicha colonia desde distintas dimensiones y con rigurosidad documental.

Después de comprar las tierras de la ex estancia Santo Domingo, el Estado provincial procedió al loteo –201 lotes– y las adjudicaciones, de modo que las tomas de posesión por parte de los colonos se efectivizaron entre 1952 y 1953. Justamente en el cuarto capítulo, “Una idea germina. Loteo, adjudicaciones y familias multiétnicas”, la autora concentra su análisis sobre esos colonos, de origen principalmente inmigrante: una primera mayoría japonesa y una segunda italiana. Mediante sucesivas entrevistas, De Marco hilvana las distintas trayectorias por las cuales las unidades familiares de los colonos lograron postularse a la convocatoria, y las distintas condiciones que debieron cumplimentar para convertirse en adjudicatarias de tierras. De igual modo, reconstruye las primeras experiencias de instalación en la colonia, repasando los distintos saberes productivos que traían aquellos colonos que conformaron, en su convivencia diaria, un verdadero “microcosmos multiétnico”.

“Los pilares del éxito: producciones, Estado y sociabilidad” se titula el quinto capítulo, destinado a desagregar los factores que contribuyeron a lo que la autora define como la “consolidación inicial” de la colonia varelense. Allí De Marco analiza, por un lado, la exitosa puesta en marcha de la producción hortícola y florícola, evidenciable en el hecho de que hacia 1957 los productos de la colonia se distribuían no sólo en Varela sino en mercados de Avellaneda y Abasto. Por otro lado, delimita las acciones específicas del Estado provincial que acompañaron (y contribuyeron a) dicha consolidación: actos, charlas, capacitaciones y otras actividades con finalidades educativas. Pero además, según la autora, otro factor a considerar consiste en los vínculos que se tejieron entre los diversos grupos étnicos de colonos y en el interior de éstos. Así, por ejemplo, lo demuestra el caso de la activa Asociación Japonesa La Colonia (AJL) creada por los colonos nipones; también de El Ateneo, extensión social de la cooperativa de la colonia, encargada de organizar bailes, fiestas y carnavales.

En esa misma dirección, De Marco aborda dos instituciones claves para la sociabilidad cotidiana de los colonos: la escuela primaria rural Nº 4 –capítulo 6– y la Cooperativa agraria Eva Perón –capítulo 7–. En relación a la escuela, fundamentalmente a partir de los testimonios de excolonos, la autora reconstruye los modos en que los habitantes gestionaron su reapertura (se encontraba inactiva hacía más de diez años), y explora su funcionamiento cotidiano en tanto espacio de inclusión e integración para la niñez multiétnica de la colonia. En el caso de la Cooperativa Eva Perón, constituida en 1953, analiza su rápido afianzamiento y expansión entre los colonos, sus funciones como centro de abastecimiento y medio para ubicar en el mercado la producción hortícola, y, paralelamente, su centralidad como espacio de sociabilidad cotidiana en el cual se potenciaron los lazos comunitarios. De hecho, la autora define esta institución como “el corazón de la colonia” y, hacia el final del capítulo, destaca algunos conflictos que se desataron en su seno tras una década de buen funcionamiento, los cuales derivarían en su posterior disolución.

En definitiva, la capacidad de los colonos para crear espacios de colaboración mutua es para la autora una de las claves del afianzamiento inicial del emprendimiento colonizador, y, de modo inverso, la devaluación de tales espacios resulta indicativa del inicio de su declive. Así, en el octavo y último capítulo, De Marco esboza algunos motivos que contribuyeron a dicho proceso o, si utilizamos una expresión suya, al “marchitamiento” de la colonia 17 de octubre, el cual se inicia hacia 1966. Allí entran en juego múltiples factores. Sin lugar a dudas uno prioritario fue el político, debido a la progresiva retirada de la acción estatal. Pero también la autora menciona factores productivos –ámbito en que la suerte de cada grupo familiar fue muy diversa– y sociales –el arribo de nuevos inmigrantes de países limítrofes o la emigración de los primeros colonos hacia la ciudad–.

Con lo expuesto hasta aquí, puede ponderarse como uno de los aportes de la investigación el hecho de que comenzara a arrojar luz sobre un espacio regional hasta el momento poco explorado por la historiografía académica, como es el Partido de Florencio Varela, y rescata, de modo específico, una porción de su historia rural poniéndola en diálogo con las políticas públicas de colonización provinciales y nacionales del período.

En la foto de portada del libro pueden verse seis miembros de una familia japonesa con un tractor sobre las tierras de la colonia 17 de octubre. La imagen se condice en buena medida con la atención que la autora imprime en su estudio a los actores históricos protagonistas del emprendimiento colonizador: hombres y mujeres, mayoritariamente japoneses e italianos, que habitaron la colonia desde su fundación y cuyas experiencias son en parte recuperadas a partir de un considerable número de entrevistas.

Recepción: 01 Mayo 2018

Aprobación: 01 Agosto 2018

Publicado: 15 agosto 2018

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