Mundo Agrario, abril-julio 2021, vol. 22, n° 49, e157. ISSN 1515-5994
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro de Historia Argentina y Americana

Dossier: La historia rural europea, evoluciones recientes

Introducción al Dossier: La historia rural europea reciente

Pablo F. Luna

Centre de recherches historiques (CRH-EHESS-CNRS), Sorbonne Université, Francia
Cita sugerida: Luna, P. F. (2021). Introducción al Dossier: La historia rural europea reciente. Mundo Agrario, 22(49), e157. https://doi.org/10.24215/15155994e157

El dossier que estamos presentando en este número de la revista tiene como finalidad la de brindar un amplio panorama de la evolución reciente de la historiografía rural europea. La idea original ha sido la de presentar, especialmente de cara a los jóvenes investigadores de nuestro continente latinoamericano, como estímulo para sus futuros trabajos y análisis (o incluso tesis), un inventario historiográfico, lo más completo posible, de los nuevos objetos y temáticas examinados por los historiadores europeos en este campo del saber, en el seno de nuestra disciplina histórica. Para ello, se ha solicitado a los más connotados especialistas de cada sector de estudios, quienes han aceptado de muy buena gana ceñirse al objetivo fijado por los editores. Por ello, les quedamos muy agradecidos.

Con fines didácticos, tal vez podríamos distinguir dos partes en este dossier que, reconozcámoslo de entrada, es solo un primer intento por mostrar los avances de la producción historiográfica en la mencionada especialidad, durante la últimas décadas. Para comenzar, en primer lugar, cuatro trabajos (Furió, García y Gómez, Gómez y Rey Castelao ), los que, más o menos anclados en la Península Ibérica, aunque abiertos sobre el conjunto continental europeo, nos han propuesto la revisión y los progresos historiográficos respecto a cuestiones que, siendo propiamente peninsulares, tienen también mucho que ver con los primeros siglos de la vida rural de la América Iberoamericana. Así, situados en una perspectiva comparatista, dichos trabajos abren nuevos temas de investigación o proponen volver a pensar los antiguos, en varias nuevas direcciones.

Al examinar para la Península Ibérica (en una perspectiva comparatista con otras realidades del Viejo Continente) cuestiones como crédito, financiamiento, producción y mercados de trabajo; asuntos como demografía, familia, herencias, transmisiones patrimoniales, sus autores nos proporcionan asimismo una variedad de claves de comprensión de los momentos formativos de las sociedades rurales y coloniales iberoamericanas. Con ello nos acercan al universo de las prácticas concretas, de los mecanismos de funcionamiento social, de las técnicas y métodos de establecimiento con que llegaban provistos los colonizadores desde diversos puntos, regiones (y “familias jurídicas”) de las metrópolis coloniales.

En segundo lugar, cinco trabajos (Béaur, Herment y Mignemi, Lorenzetti, Vivier y Jessenne y Luna) enfocan diversos asuntos, que, también desde una óptica comparada, estimulan o profundizan reflexiones sobre temas afines en nuestro continente. Tanto los editores como los autores de los artículos están perfectamente convencidos de que no es porque se hayan enfocado cuestiones para sociedades europeas, que los resultados de las investigaciones reseñadas carezcan de importancia para la reflexión sobre la historia rural y agraria iberoamericana. Todos parten de la idea de que la comparación de realidades, por más lejos que estén unas de otras, y la respuesta respectiva de las sociedades rurales, son útiles analítica y prácticamente hablando, al tiempo que enriquecen el saber histórico acumulado.

De esa manera, impregnados con esa comprensión heurística, en una apertura intelectual y práctica, los ensayos historiográficos acentúan aún más el valor científico del dossier. Ya sea porque cuestionan paradigmas, teorías y esquemas en vigor, antiguos o recientes, o porque proponen rescatar la riqueza de análisis rápidamente desestimados con anterioridad, o tal vez porque encienden nuevas luces sobre asuntos que se pensaban cerrados (y hasta infecundos), o quizás porque dan a conocer los resultados recientes de trabajos que han revisado antiguos clichés o lugares comunes. Recordemos simplemente que cada una de esas actitudes forma parte de la formación académica indispensable que se requiere, aún más en nuestro nuevo siglo, contra todo tipo de prejuicio o anacronismo, a veces de origen netamente ideológico.

Pero, demos una rápida revisión al contenido de los artículos que se incluyen en el dossier, comenzando por el primer grupo de contribuciones.

El trabajo de Antoni Furió (Universitat de València, España) sobre el crédito y el financiamiento en la Península Ibérica hacia el final de la Edad Media nos introduce al universo de prácticas y técnicas (y a sus mecanismos mentales), tal y como prevalecían hasta bien entrado el siglo XVI (e incluso más allá) en los diferentes espacios de Castilla y Aragón. Ello conlleva una variedad de cuestiones, tanto teóricas como de aplicación concreta, y el hecho que se tome en cuenta la versatilidad de la respuesta de los protagonistas al momento de las operaciones. Esto nos abre una amplia y esclarecedora puerta de entrada al conocimiento de lo que los colonizadores castellanos e ibéricos habrían de incorporar y poner en aplicación en sus intercambios comerciales y financieros, al estar ya implantados en el Nuevo Mundo americano.

Pero el que reseñamos es un artículo aún más rico, ya que examina al mismo tiempo las mutaciones, los virajes, la revisión de causalidades, la superación de viejos tópicos y el progreso internacional que se han producido en la últimas décadas en este segmento de la investigación histórica, no solamente en la Península Ibérica sino también a nivel europeo. Todo ello desde una perspectiva global, que pone de realce los aportes de la historia rural y urbana, así como los de la historia económica, cuando esta es más histórica que econométrica, es decir, cuando trabaja con los datos y hechos de la realidad, con método histórico y analítico, y no con imperativos de modelo (o ideología).

Por su lado, el artículo de Francisco García y Cosme Gómez (respectivamente, Universidad de Castilla La Mancha y Universidad de Murcia, España) examina no solamente las evoluciones de la producción bibliográfica peninsular y europea sobre demografía, población y familia, sino que se plantea además la problemática de la innovación en ese campo del conocimiento histórico. Para decirlo con toda claridad, al tratarse de un asunto de la historia rural en que siempre existieron numerosos trabajos de calidad e importancia, los autores se preguntan si queda algo por desentrañar y conocer, si es posible aún encontrar novedades heurísticas, si de tanto investigar y publicar no ha quedado finalmente agotado el asunto. En su respuesta los autores hablan de la renovación que se está produciendo en este sector, en los últimos años, gracias a la historia social de la población, con enfoque relacional y diferencial.

Una de las tendencias observadas por este análisis, que se apoya en la estadística y la informática (y que toma como una de sus bases de datos la producción de artículos de las revistas ruralistas europeas), realza el predominio de la ruralidad del periodo contemporáneo, en detrimento de la Época Moderna, que era la que hasta no hace mucho tiempo interesaba más a los historiadores. Pero también se señala que, dentro de los trabajos de historia moderna de la población y la sociedad rurales, aproximadamente 70 % se sitúa en el cuadro de la historia de la familia, especialmente en los procesos de reproducción y movilidad social. De ello, y de otras evoluciones, acotan los autores, se desprenden preguntas y derroteros que harán progresar la disciplina en las décadas futuras.

La contribución de Soledad Gómez (Universidad de Córdoba, España) nos hace entrar al dominio de las últimas voluntades, antes del fallecimiento, y a la problemática de la transmisión multiforme de los bienes, para cuyo estudio son esenciales el tratamiento y la explotación de la documentación notariada. Cuando se trata de determinados grupos de la sociedad de Antiguo Régimen, este tipo de fuentes refleja asimismo, en el mediano y largo plazo, la vida realmente vivida en sus diferentes facetas y dimensiones. Pero también son reveladoras dichas fuentes, acota la autora, por lo que no dicen, por sus silencios, por lo que solo dan a entender, cuya prospección y explotación analítica ulterior exigen creatividad para rastrear las huellas (a veces gracias a otras fuentes) de aquello que ocultan, voluntaria o involuntariamente.

Si el espacio de observación de este artículo es fundamentalmente castellano o ibérico, no por ello nos deja de mostrar, en primer lugar, la singular importancia de la historiografía francesa y sus variadas vías de influencia. Pero enseguida también se presentan las líneas de evolución autónoma de una historiografía, que, ya implantada y enraizada, da las pruebas de una potente y singular vitalidad. Dentro de tales formas propias de afirmación resaltan, por su importancia societal, los estudios relativos a los testamentos, sus ejecutores, el contexto eclesiástico o laico y las condiciones en que se efectúan las transferencias y transmisiones de bienes. Esto resulta de hecho muy útil para las investigaciones hispanoamericanas homólogas, especialmente allí donde estas siguen estando en ciernes.

Asimismo, es de singular interés la contribución de Ofelia Rey Castelao (Universidad de Santiago de Compostela, España) sobre herencias, familias y legados patrimoniales. Se trata de un trabajo que completa y da unidad historiográfica y analítica a los dos anteriores trabajos, e incluso agrega la temática específica de la historia de la mujer en las mencionadas cuestiones. Sin embargo, la especial riqueza de este trabajo radica también en su voluntad de reconstituir en toda su variedad, para el espacio castellano, el cuadro general, práctico y mental (y no solo jurídico) predominante en la materia, que es similar a aquel con el que llegaban, también en toda su variedad, conquistadores y colonos a América, durante el siglo XVI.

Luego de examinar las diferencias y similitudes de la familia rural en todo lo relativo al matrimonio y sus tipos, las edades de los cónyuges, las modalidades prácticas de la transmisión, las separaciones y divorcios, en el contexto de una sociedad finimedieval en la que aumenta la población, su autora se detiene particularmente en la problemática de la transmisión patrimonial. De allí resaltan, a pesar de las dificultades de las fuentes, la imagen de una vida social y familiar dinámica y fluida, la realidad de sus costumbres, conflictos y negociaciones (incluso con participación femenina), que se encuentran alejados tanto de la normalización deseada y promovida por la monarquía, como de la rigidez o inmovilismo que se han imputado frecuentemente a la evolución del mundo rural de la Edad Moderna.

Ya en la segunda parte del dossier, podemos presentar brevemente los cinco artículos que se proponen.

La contribución de Gérard Béaur (Centre National de la Recherche Scientifique, CNRS – París, Francia) pone en cuestión las teorías sobre la relación entre la “revolución del consumo” y la “revolución industriosa”, gracias a un estudio de casos con documentación primaria. Si la primera revolución sale airosa del banco de pruebas, al verificarse el aumento paulatino (y hasta explosivo, para el siglo XVIII) del consumo de bienes, la segunda revolución no pasa la valla como enfoque heurístico o explicativo. Esto quiere decir que no se confirma la tesis de que para consumir más haya habido, como acto voluntario, un aumento del trabajo por parte de los consumidores. Comenzando por un análisis local y regional (en la ruralidad centrofrancesa), el autor procede luego a comparar sus resultados con los de otras regiones europeas.

Con ello descarta, en primer lugar, las ideas sobre determinadas excepciones o preeminencias (las de Holanda, por ejemplo) que han prevalecido algún tiempo, al no haber sido cuestionadas mediante trabajos empíricos. En segundo lugar, si se establecen matices entre épocas de aumento del consumo y entre grupos sociales beneficiarios, también se proporcionan los datos relativos a la evolución del trabajo y sus protagonistas directos e indirectos. Finalmente, la acumulación progresiva de nuevas evidencias empíricas muestra que el aumento del consumo depende mucho más de la evolución de las variables socioeconómicas (incluso de una mejor distribución del ingreso y una mayor oferta de bienes) que de una presunta voluntad de determinados grupos regionales por trabajar más.

El artículo de Laurent Herment y Niccolò Mignemi (Centre National de la Recherche Scientifique, CNRS – París, Francia) interpela la especialización agrícola, opuesta a la diversificación, como enfoque o noción para comprender la historia agraria europea, en términos de recursos, mercados, espacios, etc. Si se lee allí un cuestionamiento de la tradicional disyuntiva entre pequeña y gran empresa agrícola (e incluso entre especialización y autoconsumo), los autores ponen de realce, apoyándose en los poco reconocidos trabajos de J. Thirsk, la práctica de “cultivos alternativos” de especialización, como opción real, en sociedades rurales poco propensas a permanecer prisioneras de modelos únicos de crecimiento e innovación, debido a los imponderables de clima, producción, mercado y precios.

La adopción de pivotes alternativos, como enfoque analítico, tal como se indica en el trabajo, modifica necesariamente la percepción que se tiene de la producción, los espacios productivos, las redes de intercambios y la técnica. Y es entonces a una revisión de la bibliografía existente, según los parámetros definidos, a lo que nos invita el artículo. El resultado de la nueva perspectiva echa los cimientos de una interpretación distinta del hecho económico, comercial y espacial denominado especialización agrícola, más concordante con las evoluciones recientes que ponen de realce tanto el mejor aprovechamiento de los recursos naturales como las cuestiones ambientales del planeta.

En su trabajo, Luigi Lorenzetti (Università della Svizzera Italiana, Mendrisio, Suiza) se esfuerza por cuestionar los tópicos relativos a las sociedades de montaña, que no han cesado de ser abrumadas y sobrecargadas por los diversos epítetos del atraso, la rutina y el tradicionalismo arcaico, lo que, como sabemos, también ocurre ampliamente con el mundo rural. Su espacio de observación, en una óptica de largo plazo (entre el pasado y el presente), se concentra en tres tipos de medios montañosos: los Alpes, los Apeninos y los Pirineos; con la finalidad de contrarrestar dicha visión peyorativa. Ocurre en realidad, dice el autor, que no solo tales sociedades de montaña son espacios dinámicos y ágiles, desde una óptica productiva y comercial, sino que además su historiografía da pruebas de una vitalidad y fecundidad particulares, especialmente desde inicios del nuevo siglo.

Como en otras contribuciones de este dossier, es también el desencuentro entre los modelos económicos y las realidades complejas el que se pone de relieve en este trabajo, incluso tratándose de territorios de orografía y redes mercantiles a priori problemáticas, los que muy a menudo fueron pensados con rígidos e inmóviles esquemas. El autor pone de realce, en oposición a los esquemas modélicos, la creatividad de la especialización y la diversificación de las sociedades locales de montaña, desde la Época Moderna hasta hoy, por ejemplo, gracias a la extensión de una red de ferias y mercados estacionales. Lo mismo cabría señalar del uso equilibrado y racional de los recursos naturales, ante los “ataques liberales” (o contra las teorías sobre “tragedias” y malos usos), y la asimilación regular del progreso tecnológico.

La contribución de Nadine Vivier y Jean-Pierre Jessenne (respectivamente Université du Mans y Université de Lille, Francia) se concentra en los cambios agrarios que se producen en la Europa de las Luces, con sus diversos territorios y monarquías, que, según se ha afirmado en reiteradas ocasiones, constituyen la matriz central de la transformaciones agrarias ulteriores, a nivel mundial, bajo el signo de la liberalización. De entrada, llaman la atención la coincidencia en el tiempo de los cambios y también sus diferencias y su adaptabilidad a la respuesta social. La Revolución Francesa de 1789 no logra imponerse como modelo, sino que, por el contrario, acentúa las diferencias nacionales, las que interactúan, en movimiento o resistencia, en el seno de un triángulo con tres vértices: Estado, liberalismo y reforma agraria.

Sus autores señalan que la internacionalización de los intercambios, desde mediados del siglo XVIII, fue uno de los vectores que estimularon la voluntad reformadora, al fomentar la producción y dinamizar la circulación de la propiedad con ese fin. Pero los años 1780 fueron momentos de aguda y variada conflictividad en los campos y sociedades rurales europeos, por causa de los cambios, o en busca de aplicación de los mismos. El ejemplo revolucionario francés entusiasmó a unos, pero también estremeció de temor a otros, en función de las estructuras sociales agrarias, locales y regionales. No obstante, no se apagaron, ni las expectativas, ni la riqueza de debates y experimentos de una internacionalización que, como otras, habría de desplegarse duraderamente sobre realidades nacionales.

Finalmente, el trabajo de Pablo F. Luna (Sorbonne Université y Centre de Recherches Historiques, CRH_EHESS-CNRS, París, Francia) presenta una visión comparada, entre Europa y América ibérica, de los progresos en el análisis de la posesión y la propiedad de la tierra, y las riquezas naturales que se han producido en los últimos veinte años a nivel historiográfico. Su foco de observación lo constituyen las formas desdobladas de posesión y explotación agrícolas, y, dentro de ellas, los contratos y formas de posesión enfitéuticos, tal y como evolucionaron en el Viejo Continente, pero también la forma en que fueron incorporados al elenco de prácticas luego de la conquista iberoamericana del siglo XVI. El autor avanza en este análisis sabiendo que se trata de una investigación que requiere ser conducida simultáneamente por ambos lados del Atlántico, y que aún necesita una diversificación de enfoques y una extensión analítica de los casos examinados.

La comparación que hace el autor se divide en dos partes; en primer lugar, se realza lo que ya se había logrado como conocimientos sobre la cuestión, hasta antes del comienzo del nuevo siglo, para luego, en un segundo momento, examinar los diferentes aspectos en los que, durante las dos décadas del siglo XXI, se han registrado avances significativos. Si se presentan las características de la enfiteusis en Europa, se describen asimismo algunos obstáculos metodológicos y conceptuales para comprenderla cabalmente, y se busca identificar la particularidad de las prácticas enfitéuticas en los territorios iberoamericanos de conquista y colonización. Se indica, por último, el lugar central que ocupa la investigación de esas cuestiones en el cruce entre la historia socioeconómica agraria y la evolución rural contemporánea.

Han quedado desde luego cuestiones por reseñar, que, si las circunstancias lo permiten, podrán formar parte de nuevos trabajos y artículos en el futuro; por ejemplo, sobre la particularidad lusobrasileña, en el cuadro de un imperio que tuvo simultáneamente características mercantiles y de implantación colonial duradera; sobre la posesión y la propiedad eclesiásticos, la variedad de formas de explotación de su patrimonio raíz y financiero y la importancia social del clero; con respecto al papel de las mujeres en la diversidad de las actividades rurales y a su peso efectivo en el seno de sociedades complejas; sobre la filiación de la gran explotación agrícola y ganadera latifundista iberoamericana con sus similares europeas (incluso, por ejemplo, dentro de la península italiana); respecto a la relación del comercio colonial iberoamericano con el aumento, relativamente masivo, del consumo de bienes que se produce en Europa desde fines del siglo XVII; en relación con la formación recurrente (¿y efímera?) de “clases medias” en el campo, como fruto de determinados momentos de auge material y de mejora en la redistribución de ingresos; sobre las reformas agrarias de la Europa central y oriental de la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX, emprendidas sobre las huellas de la denominada “vía prusiana” de desarrollo agrícola; etc.

Ya hubiésemos deseado introducir algunas de esas problemáticas en este dossier, pero no nos ha sido posible esta vez por diferentes razones. Otras interrogantes e inquietudes analíticas han quedado asimismo como tarea inconclusa. Pero no nos desanimamos porque, finalmente, a imagen de la investigación histórica, no nos incomoda la idea de dejar inacabado un trabajo que, esperemos, pueda suscitar el interés de nuestros lectores y tenga otros continuadores en un futuro cercano. No desearíamos terminar sin antes agradecer a los editores de Mundo Agrario, a sus colaboradores y evaluadores, y, en especial, a la directora de la revista, Fernanda Barcos, por el esfuerzo realizado para que esta iniciativa pudiera llevarse hasta su realización efectiva. Buena lectura y buenas discusiones.

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