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“Seguir empezando”: estrategias de vida de asalariados/as transitorios de la horticultura. Un estudio de caso en hogares de Villa Arejo, Uruguay
Resumen: Los trabajadores y trabajadoras transitorios del agro latinoamericano se caracterizan por ser un colectivo altamente vulnerado por estar sujetos a una inserción laboral intermitente, inestable y precaria. Frente a estas circunstancias, sus hogares se ven ante la necesidad de desplegar un conjunto de estrategias para poder enfrentar los desafíos de su reproducción social cotidiana que los lleva a quedar atrapados en los circuitos de pobreza que generan los mercados laborales a los que acceden. Para comprender estos procesos y las estrategias que llevan adelante los hogares, se realizó un estudio de caso en hogares de asalariados y asalariadas transitorias de la horticultura en la zona metropolitana de Montevideo. Se partió de una revisión de los abordajes sobre el concepto de estrategias para construir las categorías de análisis, y se utilizó una perspectiva cualitativa con técnicas de observación y entrevistas biográficas para comprender los procesos que limitan su plena reproducción social. La evidencia recogida muestra que las estrategias que pueden adoptar los hogares no les permiten romper con el atrapamiento que generan estos mercados laborales, que los mantienen siempre disponibles para ocupar estos puestos de trabajo intermitentes.
Palabras clave: Mercado de empleo, Trabajo agrario, Trabajadores transitorios, Hogares rurales, Estrategias de reproducción social.
“Starting over again”: temporary agricultural workers’ life strategies. A case study of households in Villa Arejo, Uruguay
Abstract: Rural studies focusing on temporary workers employed in Latin American’s agriculture have demonstrated that they are among the most vulnerable groups of workers due to unstable work relationships, low income, lack of social security and precarious work. In order to face the challenges of their social reproduction their households develop a set of strategies. The aim of this article is to explore the strategies carried out by households of temporary horticulture employees in the metropolitan area of Montevideo, Uruguay. By adopting qualitative methodology, with observation and biographical interviews, the study finds that the strategies deployed by these households are not sufficient to achieve their social reproduction. The evidence supports the idea that temporary employment is a ‘trap’ which reduces opportunity for social reproduction.
Keywords: Employment market, Agricultural work, Temporary workers, Rural household, Social reproduction strategies.
1. Introducción
Los trabajadores y trabajadoras transitorios del agro latinoamericano se caracterizan por ser uno de los colectivos más vulnerados en tanto tienen empleos intermitentes, con muy escasa protección social y con salarios que no alcanzan para cubrir la reproducción social de sus hogares (Tubío, 1998; Carámbula, 2009; Aguilera y Aparicio, 2011; Barbosa, Cerda y De Almeida, 2018; de Moraes Silva y Vasconcellos, 2020; Neiman y Bardomás, 2021; Cerda, 2022; D’Aubeterre y Rivermar, 2019; Lombardi, 2023). Este colectivo conforma de hecho un “ejército de reserva de mano de obra transitoria”, puesto a disposición de manera permanente para cubrir la demanda de trabajo eventual de las empresas agrícolas (Durand, 2011; Lastra, 2018).
Esta situación está particularmente presente en Uruguay en los mercados de empleo de la producción de frutas y verduras frescas, dada la fuerte estacionalidad en sus ciclos productivos que generan altos requerimientos de mano de obra en varios períodos durante el año, como muestran los trabajos de Cardeillac y Rodríguez (2018), Riella y Ramírez (2021) y Ramírez (2021). Según estimaciones realizadas por el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), estos sectores son los que producen mayor cantidad de puestos de trabajo estacional; el 35,6 % de los empleos generados por el sector hortifrutícola tiene estas características, lo que lo hace uno de los sectores que generan mayor empleo transitorio en el país. En estas circunstancias es importante estudiar cómo estos trabajadores y sus hogares logran adaptar sus estrategias de reproducción social para resistir al atrapamiento permanente de la temporalidad de sus empleos (Ramírez Melgarejo, 2020).
Desde esta perspectiva, el artículo1 se propone analizar las estrategias que llevan adelante asalariados/as transitorios de la horticultura en Uruguay. El trabajo se realiza desde una perspectiva cualitativa, a través de un estudio de caso realizado en un asentamiento rural. Se prioriza un enfoque situado en las prácticas y desde la voz de los sujetos, lo que permite indagar en las conexiones causales para comprender los procesos de reproducción de la pobreza en el que viven este grupo de trabajadores.
El artículo se organiza en cinco apartados. Luego de la introducción se realiza una breve descripción de la localidad de estudio y se muestran las características del ciclo de trabajo anual en el territorio. Posteriormente, se presentan las principales discusiones teóricas sobre las estrategias de vida utilizadas para nuestro análisis. Seguidamente se exponen los principales hallazgos organizados en torno a tres dimensiones de las estrategias de vida de los hogares de los trabajadores transitorios de la horticultura. Para finalizar, se presentan las conclusiones de la investigación.
2. Características del poblado rural de Villa Arejo, Canelones
Villa Arejo se ubica en la zona metropolitana de Montevideo, en un área principalmente rural dedicada a la producción hortifrutícola. Los inicios del poblado datan de la década del 1950, a partir del fraccionamiento de la propiedad de Lobo Villarejo y el asentamiento de unas pocas familias que compraron los terrenos, que en el año 2011 alcanzaba a una población de 150 personas (Censo de Población, INE, 2011). En la última década, a partir de un aumento de la demanda de trabajo agrícola estacional en la zona y la posibilidad de ocupación de tierras, se comienza a dar un aumento de población, particularmente por parte de asalariados/as rurales que, dada la cercanía a las chacras, construyen sus viviendas precarias, en su mayoría de costanero y chapa. El poblado se caracteriza por la ausencia de servicios públicos e infraestructura y limitado servicio de transporte público. Los servicios de luz y agua son muy recientes y, en la mayoría de los casos, se accede de forma irregular. En el lugar no se cuenta con centros educativos ni hay dispensario de salud.
Actualmente, en Villa Arejo hay unos 200 hogares, en los que viven aproximadamente 600 personas. Casi la mitad de los ocupados de Villa Arejo está vinculado a la hortifruticultura de forma zafral, ya sea como empleo principal o secundario. En general, los hogares tienen muy bajos ingresos, que no alcanzan a cubrir sus necesidades básicas. Ello se refleja en que el 23 % de los hogares tiene inseguridad alimentaria grave, y un 43 % muestra inseguridad alimentaria moderada (Riella, Mascheroni, Ramírez y Blanco, 2023).
3. El ciclo anual de trabajo agrario en Villa Arejo
Para el estudio de la transitoriedad de los empleos es necesario describir el ciclo anual de trabajo en el territorio de referencia. Como se ve en la figura 1, hay dos períodos en el año en los que la demanda de empleo es mayor. El primero de ellos entre los meses de noviembre a febrero, asociado a las cosechas de cebolla, ajo y uva; período que puede verse prolongado hasta marzo cuando se suma la cosecha de boniato que, si bien no genera tanto empleo en la zona como las anteriores, se combina con la finalización de la vendimia que aún mantiene en marzo algo de demanda de mano de obra. El segundo momento de mayor demanda de empleo es entre los meses de junio y agosto, donde la mayoría de los asalariados se emplea en la plantación de cebolla y ajo. Si bien estos dos momentos definen los meses de más empleo, es necesario tener claro que las actividades en cada cultivo no se extienden de forma continua, sino que son por períodos cortos de tiempo que no necesariamente están concatenados entre sí, lo que lleva a que los asalariados no tengan trabajo todos los días del mes. A partir de esta demanda de trabajo, los asalariados agrarios que viven en Villa Arejo van conformando su ciclo anual de empleo encadenando una multiplicidad de trabajos en diversas tareas hortícolas, ya sea recurriendo a contratistas y/o visitando directamente las chacras más pequeñas de la zona.
4. Sobre las estrategias de reproducción social
El concepto de estrategias de reproducción social remite a una serie de discusiones teórico-metodológicas que dan cuenta de la interacción entre la capacidad de agencia de los sujetos sociales y las condicionantes que ejercen las estructuras e instituciones sociales en la construcción de sus trayectorias individuales y colectivas.2
Con esta noción se ha buscado abordar el análisis del conjunto de prácticas, acciones y arreglos que se organizan en las unidades domésticas para hacer posible su reproducción social. De acuerdo con Jelin (1984), es especialmente en este ámbito del hogar (arreglos de convivencia) donde se sostiene el conjunto de actividades ligadas al mantenimiento cotidiano de un grupo social. De esta forma, la reproducción social que se da en las unidades domésticas refiere a generar las condiciones sociales y materiales de existencia de las personas en el día a día y a su reposición en el tiempo.
Una de las conceptualizaciones sobre este fenómeno en América Latina es la que utiliza Torrado (1985) cuando define las “estrategias familiares de vida” como arreglos de convivencia que establecen los agentes sociales de una sociedad dada para la constitución y mantenimiento de unidades familiares. En su seno se asegura su reproducción biológica, la preservación de la vida, y se desarrollan todas aquellas prácticas, económicas y no económicas, indispensables para la existencia de la unidad doméstica y de cada uno de sus miembros.3
Posteriormente, esta definición de Torrado ‒que ha sido muy importante en los estudios sociológicos y demográficos‒ se ha enriquecido incorporado una crítica de género, que pone de manifiesto que la organización en común de la reproducción social en un hogar no se da necesariamente en armonía, sino que más bien abundan las posiciones conflictivas entre sus miembros y las decisiones se toman en un sistema de roles muy desigual entre varones y mujeres (Salvia, 1995; Acosta, 2003; Comas y Ventura, 2013). Por tanto, se debe tener presente el carácter jerárquico y asimétrico de las relaciones de género, que conllevan a que muchas veces las estrategias familiares impliquen una sobrecarga de actividades y obligaciones para las mujeres (Molina, 2005).
Por su parte, Bendini y Alvaro (2010) conceptualizan las estrategias de reproducción social para los estudios de poblaciones rurales como el conjunto de prácticas y acciones sociales, económicas, culturales y demográficas que se realizan más o menos deliberadamente, planificadas o espontáneas, para lograr mantener o mejorar las condiciones de vida o estatus social a lo largo del tiempo de un hogar y sus miembros. Dichas estrategias involucran decisiones respecto a los ciclos de vida familiar, a la reproducción material y biológica, a la división sexual y espacial del trabajo, a la organización de la vida doméstica, a la cooperación familiar y extrafamiliar.
Gutiérrez (2007) avanza en un estudio más empírico respecto a este fenómeno, utilizando el concepto de estrategias de reproducción social de Bourdieu, con la mirada centrada en la lógica de las prácticas, para estudiar los hogares pobres de un asentamiento urbano marginal de Córdoba. En dicho estudio considera de manera simultánea varias dimensiones analíticas, que apuntan a rescatar los aspectos objetivos y simbólicos, sincrónicos e históricos de los diferentes procesos implicados en las estrategias de reproducción social de las unidades domésticas. Para su observación empírica, Gutiérrez (2007) realiza una operacionalización de los diferentes tipos de recursos y capitales que gestionan estas familias y observa seis tipos de estrategias para poder comprender las prácticas de producción de los hogares y sus capacidades diferenciales de resistencia y movilidad. Este intento de operacionalización empírica de las estrategias de reproducción social también suele utilizarse en otros estudios, aunque no coincidan en las perspectivas teóricas que los orientan en la investigación. Los trabajos de Eguía y Ortale (2004) en barrios pobres del Gran La Plata plantean observar algunas dimensiones similares a los estudios de Gutiérrez como: a) las estrategias laborales y de la participación en programas sociales, b) las estrategias vinculadas en el proceso de salud enfermedad, c) las estrategias educativas, d) la participación comunitaria y política, e) los “recursos del hogar”.
En el trabajo de Allub y Guzmán (2000), para un contexto de ruralidad, se analizan las estrategias de sobrevivencia de pequeños productores de San Juan, incluyendo varias de las dimensiones de observación del mismo orden que los trabajos mencionados anteriormente como son las estrategias domésticas, las estrategias demográficas, las estrategias sociales y la participación en programas sociales. Debido a las características de su objeto de estudio agrega la observación de las estrategias productivas, una dimensión ausente en los otros trabajos.
Estrategias laborales y de obtención de ingresos (Gutiérrez, 2007) | Estrategias laborales (Eguía y Ortale, 2004) |
Estrategias productivas (Allub y Guzmán, 2000) | |
Estrategias de inversión en el campo escolar (Gutiérrez, 2007) | Estrategias educativas (Eguía y Ortale, 2004) |
Estrategias de inversión en capital (Gutiérrez, 2007) | Participación en programas sociales (Eguía y Ortale, 2004) |
Opciones autogeneradas (Eguía y Ortale, 2004) | |
Participación comunitaria y política (Eguía y Ortale, 2004) | |
Estrategias sociales (Allub y Guzmán, 2000) | |
Programas estatales (Allub y Guzmán, 2000) | |
Estrategias relativas a la organización doméstica (Gutiérrez, 2007) | Estrategias domésticas (Allub y Guzmán, 2000) |
Estrategia demográfica (Allub y Guzmán, 2000) | |
Estrategias habitacionales y de gestión del hábitat (Gutiérrez, 2007) | Recursos de los hogares (Eguía y Ortale, 2004) |
Estrategias migratorias (Gutiérrez, 2007) | Estrategia demográfica (Allub y Guzmán, 2000) |
En síntesis, en base a la revisión de la literatura, se entiende el concepto de estrategias como el conjunto de prácticas sociales, más planificadas o más espontáneas, que toman los individuos y sus hogares para su reproducción social y adaptarse a las condiciones estructurales en un contexto geográfico y temporal específico. La propuesta analítica de este estudio pone foco en tres dimensiones de las estrategias: la laboral y de obtención de ingresos; la habitacional; y la referida a la organización doméstica. Estas tres dimensiones en la realidad están estrechamente entrelazadas entre sí y las prácticas y decisiones en cada una de ellas condicionan al resto, lo que lleva a que en la vida cotidiana aparezcan como indisociables.
La dimensión laboral de la estrategia de vida refiere a las diferentes prácticas de inserción laboral de los miembros activos de los hogares en la búsqueda de ingresos. La dimensión habitacional da cuenta de las prácticas vinculadas al acceso al hábitat y los recursos movilizados con este fin; por último, la dimensión referida a la organización doméstica involucra las prácticas referidas a la alimentación, el reparto del trabajo de las tareas del hogar y las formas y tramas de resolver los cuidados. Estas tres dimensiones expresan y agrupan las diferentes prácticas que, a nuestro juicio, permiten analizar la estrategia de vida que despliegan estos hogares para enfrentar su reproducción social cotidiana.
5. Estrategias de reproducción social de los hogares de asalariados de la horticultura de Villa Arejo
Para la observación de las prácticas de los hogares y estudio de sus estrategias de reproducción social, se realizó un análisis en profundidad de las trayectorias biográficas y laborales de los integrantes de tres hogares seleccionados como casos típicos4 de asalariados/as transitorios/as que viven en esta localidad. Se realizaron entrevistas biográficas en reiteradas ocasiones a las personas integrantes del hogar, durante los años 2022 y 2023. Los relatos de vida y trayectorias laborales permiten visualizar procesos en un tiempo y un espacio que nos aproximan a la relación dinámica entre las condiciones estructurales y las prácticas sociales ‒individuales y familiares‒ que despliegan estos sujetos para desarrollar sus vidas en condiciones adversas y cargadas de desigualdades (Bendini y Preda, 2016).
Uno de los hogares está integrado por Leandro,5 de 24 años, María, de 21 años, y el hijo de ambos de 2 meses. Residen en Villa Arejo desde hace 9 años. El segundo hogar está conformado por Gabriela, de 31 años, y sus dos hijos de 13 y 6 años. Viven en la localidad desde hace 12 años. El tercer hogar está compuesto por Juan, de 33 años, Fabiana, de 31 años, y su hijo de 11 años, quienes residen en Villa Arejo desde hace aproximadamente 12 años. Estos tres hogares están además vinculados por lazos de consanguinidad, ya que María, Gabriela y Fabiana son hermanas. Todas las personas adultas de estos hogares tienen empleos transitorios en la horticultura como principal fuente de trabajo, el que articulan con otras ocupaciones no agrarias (también precarias e inestables) en los momentos de mayor desempleo en el sector.
A continuación se presentan y analizan las tres dimensiones construidas para el estudio de las formas de reproducción social de estos hogares.
5.1 Estrategias laborales y de obtención de ingresos
Las prácticas laborales de obtención de ingresos de las personas entrevistadas deben situarse en una trayectoria de largo aliento, caracterizada por una vinculación al trabajo agrario desde edades muy tempranas en puestos eventuales (changas) acompañando a otro miembro de su familia, principalmente padre y hermanos. La actividad laboral comienza casi al finalizar el primer ciclo de educación, lo que, a su vez, pauta la interrupción de su trayectoria educativa y el escaso capital cultural acumulado.
“Yo vengo trabajando desde los 12 años, cortando pasto, haciendo cosas de construcción, todas esas cosas, y cuando me vine para acá, que me vine casi a los 15 años, ya empecé a trabajar en quinta" (Leandro).
“Cuando era chica, cuidaba niños y a los doce empecé a trabajar en las quintas, a juntar papas y boniatos” (Fabiana).
De los discursos emergen cuatro prácticas de inserción laboral y de obtención de ingresos. La primera de ellas está referida a buscar emplearse directamente con los chacreros; la segunda es la necesidad de priorizar el trabajo zafral con pago a destajo frente a empleos estables; la tercera está referida a buscar una inserción laboral en otras ramas de actividad cuando escasea el trabajo agrario; y la cuarta refiere a la complementariedad que existe entre los ingresos obtenidos con estos empleos y las transferencias monetarias de las prestaciones sociales.
El empleo directo en las chacras es una estrategia orientada a saltearse, lo más posible, las cadenas de intermediación de mano de obra (contratistas). Para eludir a los contratistas, los trabajadores buscan acceder directamente a los empleos, con prácticas tales como volver a los lugares en los que trabajaron años anteriores, o ir a las chacras más alejadas o más pequeñas donde los contratistas no llegan. Ello les permite alcanzar mejores ingresos dado que no tienen que pagar la comisión que cobra el contratista.
Y así yo hablo con ellos y ellos te pagan otra diferencia, una suposición, si te tienen que pagar 110 para plantar la cebolla, el cuadrillero te paga 90, porque él tiene que sacar un porcentaje para él, y todo así” (Leandro).
Otra modalidad que emerge en estas prácticas laborales, donde los hogares tienen vínculos de parentesco, es que, en algunas ocasiones, la familia funciona como una ‘mini cuadrilla’ que permite conseguir empleo durante el periodo de zafra en alguna de las quintas cercanas a Villa Arejo, sin tener que recurrir a intermediarios, evitando así la comisión del contratista.
“A veces cuando yo no tengo trabajo y el cuñado tiene, ya me lleva a mí y ya conseguimos para la cuñada y ya arrancamos todos y… o cuando yo tengo le digo ‘Cuñado, mirá que tengo en tal lado, están buscando tantas personas’, y yo le llevo a una y todo así. Entonces nos organizamos, llevamos la mini cuadrilla para un lado y para otro, y así vamos, entonces cumplimos… Llega el último día y ya buscamos otro lugar para seguir empezando, y todo así” (Leandro).
Por otra parte, se pudo constatar que las prácticas de empleabilidad para enfrentar el día a día en estas condiciones adversas de vida llevan a que busquen emplearse de forma tal que el pago sea a destajo, ya que esto les permite obtener un jornal diario algo más alto que el que puede llegar a obtener un trabajador estable o remunerado por hora de la zona. No obstante, en esta modalidad de pago el nivel de producción se vuelve una preocupación constante, en tanto condiciona los ingresos, lo que lleva a una mayor intensidad de trabajo en la jornada y consecuentemente un mayor esfuerzo físico.
“Sale mejor zafral (a destajo). No tenés trabajo seguido, pero se hace un poco más de plata. En un trabajo fijo hoy en día en una quinta debe estar ganando unos 4500 pesos por semana y son 48 horas semanales, de lunes a sábado” (Juan).
“Te queda el cuerpo hecho mierda… Tenés que levantar el cajón y llevarlo 24 veces caminando para llenar un bins” (Gabriela).
Como se observa, la inmediatez que le imponen sus carencias básicas los lleva, por un lado, a exponer sus cuerpos a altas exigencias, y por otro, les presentan obstáculos para proyectar su futuro y priorizar los aspectos referidos a la protección y previsión social en el empleo. Las necesidades del hogar para subsistir orientan a sus miembros por estos trabajos a destajo para optimizar el ingreso diario, en desmedro de la estabilidad y formalidad que podrían ofrecerle empleos permanentes, los que tampoco son fáciles de obtener en la zona. Esto indica que el problema que enfrentan estos trabajadores es obtener la mayor cantidad de ingresos para el día a día, sin poder enfocarse en el ‘mañana’.
A su vez, como estos empleos a destajo les dan trabajo solo algunos días en la semana, por la vía de los hechos les permite tener el descanso necesario para enfrentar las exigencias físicas de jornadas extenuantes en las chacras y también les permite desplegar formas de organización doméstica para cubrir las necesidades urgentes que les impone el hogar, el cuidado de las infancias, atención de salud, realización de compras, trámites, entre otros.
La tercera práctica es la ocupación fuera del sector agrario cuando escasea el trabajo hortícola en la zona. En los varones, esta pluriinserción se da en sectores de la construcción, también en puestos de mala calidad y por periodos muy cortos, pero que son fundamentales para su ciclo anual de trabajo, ya que les permiten obtener un salario (muchas veces superior al agrario) y de esa forma resistir con este ingreso los periodos de menor trabajo en la horticultura. En el caso de las mujeres, cuando escasea el trabajo en las quintas, la pluriinserción se observa en el empleo en tareas de cuidado y de limpieza en otros hogares, en situación de informalidad.
“Ahora que no hay nada pa’ las quintas, estoy yendo pa’ Paso de la Arena que estamos poniendo unos tejidos (…) Changas en la vuelta, alguna construcción pa’ algún vecino, corto pasto, tengo una máquina ahí, voy y le corto pasto, lo que salga” (Juan).
“En los meses que no hay trabajo yo cuido un chiquito ahí también, me da ciento cincuenta pesos por día, pero ta, son ciento cincuenta pesos.”6 (Fabiana).
La cuarta forma de obtención de ingresos de los hogares es la referida a las transferencias públicas, y en particular al uso que se hace de ellas para complementar los ingresos del hogar.
La creciente participación de las transferencias monetarias de la protección social en los ingresos totales de los hogares de asalariados agrarios transitorios ha sido documentada en varios estudios en la región. Se ha puesto de manifiesto que sus montos, si bien son escasos e insuficientes para lograr la reproducción del trabajador y su familia, suponen ingresos monetarios más estables que los salarios (Albertí, 2018; Albertí y Mingo, 2018; Quaranta, 2021).
En el caso de los asalariados entrevistados, estos ingresos asumen una centralidad importante en los hogares en la medida en que estos montos tienen previsibilidad en el tiempo. Si bien las transferencias son bajas, el hecho de que sean estables da a los hogares la posibilidad de planificar ciertos consumos mensuales de carácter imprescindible. Por ejemplo, el teléfono, que es fundamental para la inserción laboral, energía para cocinar, vestimenta, útiles escolares, y en algunos momentos también para contribuir a la base alimentaria en los períodos de inter zafra.
Juan: “el teléfono se saca, a veces cuando no tenemos mucha plata, con la asignación, son 1900 pesos por mes”.
Leandro: “Sí, sí, sí. Que va ayudando. (...) -Si, eso es lo que a veces no saca del ahogo, como se dice. (...) Si, te salva si… y por eso así lo vamos llevando”.
Gabriela: (Cuando no hay trabajo) “Ahora me he manejado con los surtidos que me había hecho antes. La tarjeta del MIDES también. Son 1200 pesos que tengo de tarjeta y ahí voy y hago surtido, acá también hay un almacén que también podes ir comprando de a poco y vas cocinando con la tarjeta y la plata que tengas la vas guardando y vas cocinando con la tarjeta.”
Según afirman las personas entrevistadas, las asignaciones familiares y las tarjetas de alimentación7 operan como el componente fijo del ingreso de los transitorios lo que permite enfrentar los días sin empleo y seguir quedando ‘en disponibilidad’ para otro trabajo transitorio.
Estas cuatro prácticas analizadas muestran cómo el empleo transitorio va organizando diferentes aspectos de la vida de los hogares, sus tiempos de cuidado, sus tiempos de descanso y el acompañamiento de los miembros del hogar para las actividades cotidianas.
5.2. Estrategias habitacionales
Esta dimensión de la estrategia de vida de los hogares refiere a las prácticas vinculadas al acceso al hábitat y los recursos movilizados para lograrlo. Tanto la vivienda como su localización son elementos constitutivos del proceso de reproducción social de los hogares; y, en particular, en el caso de los hogares estudiados, se revela el fuerte vínculo de la constitución del hábitat con las estrategias laborales y de obtención de ingresos.
En función de la insuficiencia de sus ingresos, son hogares descapitalizados y sin posibilidades de recurrir al mercado inmobiliario para acceder a una vivienda. A su vez, los programas de vivienda social que existen para las zonas rurales (Movimiento para la Erradicación de la Vivienda Insalubre, Rural-MEVIR) y asentamientos (Ministerio de Vivienda) no tienen cobertura en esta localidad.
En esta dirección, las redes de ayuda son uno de los recursos utilizados para acceder a los terrenos que van a ser ocupados. Parientes y amigos tienen un rol relevante en las prácticas desplegadas para satisfacer la necesidad habitacional, en este caso, bajo la modalidad de apropiación en tierras fiscales o terrenos con situaciones de titulación no resueltas. Como lo resume Fabiana, que hace más de una década que vive en Villa Arejo: “me vine acá por mi hermana”. De la misma forma cuenta sobre otro de sus hermanos que recientemente vino a vivir frente a su casa: “y mi hermano Pablo, que estaba preso y ahora ya salió y vive allá atrás en la casa rosa, en el terreno de mi otra hermana”.
Asimismo, es una práctica para acceder al lugar, el acuerdo a través de un pago por una porción del terreno ya habitado. “Yo vivía en un camión en la casa de mi padre, yo recién me había juntado con ella y vivía en un camión y mi compañero, que yo conozco de gurises chicos, me vendió la mitad del terreno” (Leandro).
En los hogares de los trabajadores transitorios de la horticultura entrevistados, la autoconstrucción con ayuda de familiares, una vez que accedieron al terreno, es la modalidad a la que recurren para levantar sus viviendas. El escaso capital económico del que disponen condiciona el acceso a los materiales usados para la construcción de la vivienda, que también provienen de las redes de ayuda entre familiares y amigos.
Las construcciones son precarias, de un solo ambiente, con materiales livianos, usados y reciclados en general (predominantemente de madera y chapa). “Y el rancho que me lo hice yo con mi hermana y el marido de ella, con la plata que me dio el padre de mi hijo que cobró y me dijo: ‘Mirá, armate el rancho’ y me lo armé” (Gabriela).
Las etapas para la construcción de las viviendas en Villa Arejo, como lo cuentan Fabiana y Juan, son las siguientes. “Acá había un terreno, empezamos a limpiar, y nos dieron los materiales, o sea, las tablas y eso para armar, y ahí empezamos con una piecita nomás y después empezamos a agrandar todo, trabajando” (Fabiana). “Primero teníamos una casa de costanero, ta y después fuimos trabajando y trabajando y pudimos hacer esta [de material], con la plata que la hice con la changa en la bodega” (Juan).
De esta forma se observa que, ya sea por ceder una porción de su terreno para la autoconstrucción o por compartir espacios en sus viviendas, los familiares o amigos constituyen un recurso importante en las prácticas vinculadas al acceso a la vivienda. Como sugiere Gutiérrez (2007), se confirma que la insuficiencia de ingresos y la imposibilidad de acumular capital económico lleva a que, en el desarrollo de las prácticas de acceso al hábitat, pongan en juego la posesión del capital social que cobra primero la forma de lazos de parentesco y, en segundo lugar, de amistad.
Asimismo, respecto al origen de su radicación en el lugar, se aprecia la fuerte vinculación de la residencia con el trabajo en las chacras de la zona, así varios de los trabajadores son atraídos hacia Villa Arejo por la demanda de empleos alineada con sus tempranas trayectorias laborales. Vivir allí les da la ventaja de estar a poca distancia relativa de sus lugares de trabajo (a los que se trasladan generalmente en moto) y poder así reducir el tiempo y costo del traslado a las quintas, así como establecer vínculos más estables con los chacreros y contratistas entre una temporada y otra. Es así que las prácticas habitacionales apuntan a aprovechar las contingencias para maximizar las ventajas de afincarse en Villa Arejo, para acceder a un terreno para la construcción de sus viviendas a la vez y la cercanía de las chacras donde pueden trabajar.
5.3. Estrategias de organización doméstica
Estas estrategias están marcadas por el ciclo de vida de los hogares y su composición. Los hogares analizados se encuentran en una fase de expansión, con niños que aún no se encuentran en situación de poder emanciparse de su hogar. Dos son hogares biparentales y uno monomarental, no registrando la presencia de otros parientes conviviendo.
Las dimensiones domésticas de la reproducción social en estos hogares incluye diversas actividades y tareas vinculadas; primero, al abastecimiento y preparación de alimentos; segundo, a la limpieza del hogar, de la ropa y mantenimiento de la vivienda; tercero, al cuidado infantil; y cuarto, al cuidado de la salud de sus miembros. En particular, dadas las condiciones de vida signadas por la privación, en estos hogares estudiados el trabajo doméstico implica un esfuerzo importante, dada la carencia de equipamiento doméstico y de servicios, o de recursos para acceder a estos.
Las prácticas observadas en los hogares en lo que hace a las tareas de abastecimiento de alimentos son por la vía mercantilizada, dado que todos acceden a ellos a través de la compra en locales comerciales de la zona. En tanto, se observó que el autoabastecimiento a través del cultivo de huertas no reviste importancia, a pesar de ser un ámbito rural en el que habitan.
Una práctica que despliegan los hogares es intentar realizar las compras para varios días en las localidades más grandes cercanas al asentamiento,8 de forma de conseguir mejores precios que los que se encuentran en los pocos almacenes de la localidad. Pero para desplegar esta opción no solo se necesita un monto mínimo de ahorro, sino también el disponer de un medio de transporte, que en general es una motocicleta. Una de las formas más usuales de obtener dinero para hacer estas compras es usar la tarjeta de alimentación del Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) que, por otra parte, no siempre es aceptada en los pequeños comercios de Villa Arejo.
También se identificó otra práctica: la realización de microacopios de alimentos no perecederos, para enfrentar los días y semanas en los cuales no cuentan con ingresos. Gabriela cuenta que intenta separar una porción del dinero que gana diariamente, para ir juntando hasta que pueda comprar un “surtido” y guardarlo para los días más duros en los que no consigue trabajar y, por tanto, no obtiene ingresos.
“Y me la banco porque voy comprando para la comida del día de hoy y voy guardando. Voy juntando plata y a medida que voy trabajando hago surtido; agarro quinientos, doscientos pesos de comida para hoy, ya esos otros trescientos9 ya los dejé aparte, los aparto, después al otro día lo mismo, y ahí voy juntando, voy juntando, voy juntando, después me da cierto monto de plata y ya hago un surtido y ya me libero la otra semana” (Gabriela).
Respecto a la elaboración de la comida, en general se observa que es preparada una única vez al día, lo que lleva a optimizar el uso de energía, el ahorro en las preparaciones y un menor uso del tiempo, más flexible y articulado con los horarios disponibles, ya que las jornadas laborales se extienden desde la mañana a las primeras horas de la tarde.
En los hogares donde hay niños en edad escolar, se encuentra que las necesidades de preparación de alimentos se reducen los días de asistencia al centro educativo, dado que reciben el almuerzo en la escuela, lo que se torna de mucha relevancia en estos hogares con escasos recursos para el acceso a una alimentación adecuada.
Junto a las necesidades de abastecimiento y preparación de los alimentos, están también las necesidades referidas a la limpieza del hogar, de la ropa y mantenimiento de la vivienda. Las prácticas para satisfacer estas necesidades están fuertemente marcadas por la división sexual del trabajo, con una estricta asignación de tareas femeninas y masculinas. Se observa así que mujeres y varones tienen actividades concretas en relación con las estrategias de reproducción social. Las mujeres son las principales responsables por cocinar, limpiar y lavar la ropa, en tanto, cuando el varón participa de las tareas domésticas se ocupa de actividades de mantenimiento de la vivienda, o de tareas del ‘afuera’, como cortar pasto.
Esto no se altera en los hogares donde ambos integrantes de la pareja trabajan de forma remunerada fuera del hogar, sino que la mujer es quien mantiene la responsabilidad de las tareas, y cuando es el varón quien realiza tareas domésticas, estas son significadas como ‘ayuda’ a la mujer. “El sábado hago las cosas de la casa, porque viste que después el lunes tenemos que volver a trabajar y queda todo amontonado, la ropa, todo. Y a veces los dos… por lo menos me ayuda en algo” (Fabiana).
Otra dimensión de la organización del trabajo doméstico está referida a las tareas de cuidados. En estos hogares dichas actividades asumen un papel central en las estrategias, en tanto todos ellos tienen presencia de niños/as, inclusive en la primera infancia.10 En la medida de lo posible, la carga de cuidados es derivada a los centros educativos o a otros miembros de la familia, principalmente las hermanas. Esto permite a las madres poder articular estos requerimientos de cuidado y tener tiempo suficiente para buscar tener durante algunos días una inserción laboral en la horticultura.
Un segundo nivel en la estrategia de los cuidados observada refiere a utilizar una red de apoyo fuera del hogar, en la mayoría de los casos conformada por parientes que viven en el mismo asentamiento. En este sentido se expresa Gabriela al ser interrogada sobre cómo cuida a sus hijos cuando tiene que trabajar: “Y, le pido a ella, o a mi otra hermana, cuando no trabaja que los cuide. O sea, el más chico entra 8:30 hasta las 4 no sale. Y ponele yo cuando trabajo, ahora últimamente cuando estaba trabajando, trabajaba, me iba en el de 6:30 [ómnibus], me lo vichaba mi hermana para ir a la escuela y después yo me venía dos y media para venir a buscarlo a la parada de vuelta”. Fabiana nos indica: “a veces una trabaja o una cuida y así, vamos turnando”; lo que muestra la fragilidad de estos hogares para poder organizar el trabajo doméstico.
Como es posible observar, uno de los mayores recursos que ponen en juego estos hogares son las redes familiares que refuerzan su posibilidad de cubrir estas necesidades, en especial, con la solidaridad y reciprocidad entre mujeres de la familia. Sin esta red de contención sería mucho más difícil que los hijos estén escolarizados de manera adecuada, y cuidarlos en horario en que sus madres y padres deben trabajar.
En las ocasiones en que no hay posibilidades de delegar los cuidados, se recurre a la práctica de llevar a los niños a los “surcos” para que permanezcan junto a ellos durante su jornada de trabajo. Como refieren los trabajadores entrevistados, cuando sus hijos eran pequeños y no tenían con quién dejarlos, “lo llevábamos para las quintas. Lo metíamos adentro de un cajón y ahí aguantaba. No quedaba otra, sino…” (Fabiana).
Otro aspecto a señalar en las estrategias de organización doméstica, como se viene observando, es el rol que tiene el sistema de educación pública en cubrir una parte de las necesidades de estos hogares. Por un lado, como se señaló, durante el tiempo que dura la jornada escolar los niños están cuidados, algo que, complementado con el apoyo de las redes familiares, permite a los adultos del hogar salir a las chacras a trabajar durante una jornada laboral completa. Por otro lado, los centros educativos garantizan el acceso a una alimentación adecuada de los escolares, aliviando el gasto en alimentos de los hogares.
En el marco de las limitaciones estructurales en las que construyen su vida, los hogares realizan el esfuerzo por sostener la asistencia a la escuela y al liceo, no solo por obtener alimentación y derivar tiempo de cuidados, sino también como una forma de inversión en capital cultural impulsado por el anhelo de ampliar la estructura de oportunidades de sus hijos/as.
Por último, en este análisis de la dimensión doméstica de la reproducción social, se encuentran las prácticas desplegadas ante los problemas de salud de alguno de sus miembros que altera la cotidianeidad de los hogares. Particularmente, cuando la enfermedad afecta a los miembros que trabajan, que por su carácter de transitorios e informales no acceden a subsidios por enfermedad, otro integrante debe salir a trabajar, resignando las tareas domésticas y de cuidados. También, en algunas ocasiones, se puede recurrir a las redes de apoyo entre hogares.
“Una suposición, si se enferma uno, siempre estamos… o va la cuñada y yo voy con Juan, o yo voy y Gabriela va, así nos turnamos, trabaja un día uno… para no perder el trabajo y cumplirle a la persona que le estamos trabajando” (Leandro).
Si esta situación se prolonga por muchos días, en general se reincorporan al trabajo sin estar totalmente repuestos de la enfermedad, lo que a mediano plazo agrava los problemas de salud y, por tanto, pone en riesgo el sustento económico del hogar. En esta dimensión de los cuidados, las prácticas están condicionadas por la disponibilidad de dinero para el traslado a los centros de salud y el tiempo que insume asistir a las consultas. Esta circunstancia dificulta también los controles pediátricos regulares de niños y adolescentes, y sobrecarga a las asalariadas, que son las que asumen esta responsabilidad.11
6. Reflexiones finales
En este artículo se muestran las formas en que los hogares de asalariados/as que dependen de empleos transitorios en la horticultura despliegan sus estrategias de vida y de reproducción social.
Las orientaciones que guían sus prácticas laborales están marcadas por el trabajo transitorio a destajo, que les permite tener una herramienta para obtener ingresos, en tanto no visualizan como una oportunidad efectiva el acceso a empleos de mayor estabilidad. El entrelazamiento que se va tejiendo entre las prácticas de empleabilidad y las necesidades de sus hogares hace que sus estrategias tiendan a depender cada vez más de estos empleos transitorios para su reproducción social.
El análisis de sus estrategias muestra la importancia que adquieren las redes de parentesco y amistad, las que permiten satisfacer, aunque sea parcialmente, sus necesidades. Tanto en relación a la obtención de sus viviendas, como en sus estrategias de empleabilidad diaria y en las necesidades de trabajo doméstico y de cuidados en sus hogares, estos apoyos son muy importantes. Estas redes constituyen un capital social con que cuentan los hogares, el cual movilizan a diario para resolver sus problemas cotidianos de reproducción social. Como plantean Cano Aguilar y Chávez (2018), esta red doméstica actúa como una malla de seguridad para dar alimentación y cuidados, que tiene un significativo impacto en la capacidad de reproducción cotidiana de los hogares.
La investigación pone de relieve el papel que cumplen para estos hogares las diferentes transferencias públicas en su reproducción social. Estas son consideradas como ingresos “seguros” para cubrir gastos mensuales que les permiten enfrentar su necesidad de búsqueda continua de trabajo transitorio. Al igual que en otros países de la región, estos instrumentos se han convertido en un factor determinante para suplir las deficiencias de los mercados de trabajo, que tienden a remunerar cada vez más por debajo de lo socialmente necesario para garantizar la reproducción de la fuerza de trabajo.
Del estudio se desprende que, en general, estas estrategias están orientadas por el origen social de los trabajadores transitorios, que comúnmente son hijos de asalariados rurales. Por tanto, sus prácticas forman parte de un sistema de disposiciones duraderas para actuar y pensar que remiten a un tipo de habitus que puede designarse como de trabajador transitorio, centrado en la obtención de ingresos diarios para su subsistencia inmediata en una incertidumbre laboral permanente.
Por último, estudiar las estrategias permite comprender la tensión que existe en los hogares que residen en estos asentamientos por el atrapamiento en la temporalidad que los sujeta a una empleabilidad intermitente y disponibilidad permanente (Ramírez Melgarejo, 2020), donde sus trayectorias de vida se van haciendo más vulnerables, y donde los trabajos que logran realizar los empobrecen y tienden a excluirlos de los derechos básicos que tienen como ciudadanos.
Los hallazgos presentados buscan ser una contribución a la comprensión de los procesos de producción y reproducción de la pobreza y las desigualdades sociales, y por ende, ayudar a diseñar políticas públicas que promuevan cambios efectivos en estos mercados de empleo para ampliar las estructuras de oportunidades a las que están sujetos estos colectivos de trabajadores transitorios del agro.
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Notas
Recepción: 25 Octubre 2023
Aprobación: 07 Mayo 2024
Publicación: 01 Agosto 2024