Reseñas
Un lugar en la historia. Reseña crítica e historiográfica de La Sal de la tierra de Eduardo Sartelli
La historiografía argentina, y los argentinos agregaría, vivimos una suerte de contradicción cuando pensamos nuestro país. Sabemos que somos un país un agrario, pero nuestra vista está normalmente puesta en las ciudades, en particular ‒y a consecuencia de la naturaleza de nuestro agro‒ en las del litoral o región pampeana. Se podría decir que vivimos de espalda al campo. Y peor aún, en muchas ocasiones, nuestra mirada sobre el campo está mediada por sentidos comunes que poco tienen que ver con la realidad. El mundo académico no escapa a esta visión e impregna nuestros problemas de investigación.
Uno de aquellos sentidos comunes más arraigados es el referente a quiénes son los que producen la riqueza en el campo, quién trabaja. Una pregunta que puede ser sencilla de responder con las herramientas teóricas correctas, pero que suele, como ya señalé, estar manchada por el barro de la ideología que opera como un obstáculo epistemológico. La obra que nos convoca ataca el núcleo de estos problemas.
Eduardo Sartelli, doctor en Historia por la Universidad de Buenos Aires, docente de esa y otras casas de altos estudios, además de director de una escuela de adultos y militante político, ha editado una obra tan esperada como prometida. Un trabajo de más de 30 años que se publicó bajo el sello de Ediciones RyR en 2022, con el título de “La sal de la tierra, Clase obrera y lucha de clases en el agro pampeano, 1870-1950”; una obra extensa, compuesta por dos tomos que poseen una extensión total de 1.427 páginas.
Este trabajo no viene a cubrir una vacancia historiográfica absoluta, en parte por los propios aportes anteriores de su autor, aunque el texto contiene novedades más que interesantes en cada capítulo. A eso, que ya sería suficiente para valorar el esfuerzo, se suma el debate teórico e historiográfico que promueve y la complejidad que aporta a la mirada sobre aquellas personas que bajo el trabajo asalariado sembraron, cosecharon, trillaron, hombrearon, estibaron y también lucharon en la pampa húmeda argentina por casi ocho décadas. El dato sobre el territorio no es una mención pasajera, el trabajo se ocupó cuidadosamente de incorporar información empírica de la realidad de todo este espacio productivo. Por lo tanto, hay que recalcar que se trata de un verdadero estudio sobre la región pampeana. También, en sentido de ponderar el trabajo de reconstrucción histórica, estamos acostumbrados al uso de pocas y repetitivas fuentes, sin embargo, la obra de Sartelli es una muestra de que, a la hora de construir la historia, los materiales pueden ser variados y disimiles. El autor trabaja con más de veinticinco diarios y periódicos de diferentes épocas, regiones y posiciones ideológicos, que apuntala con el uso prolífico y trabajado de material estadístico, así como relatos de viajeros e incluso canciones y poemas. Una obra de este tamaño, necesariamente, precisa de variedad, cantidad y calidad de materia prima, y Sartelli no decepcionó.
La estructura interna del trabajo no guarda las formas a las que estamos habituados, y cuando se comienzan a recorrer sus páginas la respuesta salta a la vista: Sartelli expone, polemiza y argumenta in extenso. No en el afán de la afectación discursiva, sino que busca agotar los problemas planteados. Quién tome en sus manos estos gruesos tomos encontrará preguntas difíciles, pero también respuestas sólidas. Esta modalidad de exposición dio por resultado que los capítulos sean desiguales en su extensión.
Veamos. La obra está compuesta por cuatro partes que se desdoblan en 12 capítulos. La primera parte, llamada Teoría, contiene los debates teóricos y conceptuales al respecto de la historiografía obrera y rural. El primer capítulo “La historia de la clase obrera: entre la banalización y el positivismo”, se analizan los debates historiográficos que recorrieron la historia de la clase trabajadora a escala internacional, desde el marxismo británico hasta el subalternalismo tercemundista, para después acercarse a nuestras pampas y discutir la historia obrera con autores como Juan Suriano, Juan Manuel Palacios, Nicolás Iñigo Carrera, Hernán Camarero, Javier Balsa y otros. Los argumentos centrales de Sartelli son dos: el primero es que las diferentes historias obreras ofrecen siempre una parcialidad, más o menos marcada, de la complejidad que representa la clase obrera y su movimiento social; en segundo término, que esta parcialidad historiográfica es particularmente caracterizada por el “olvido” de la fracción obrera ocupada en el agro. El hecho de que la Argentina sea un país agrario, incrementa y agrava este abandono.
El capítulo II, “Cómo ocultar un elefante tras una flor: Las clases en el mundo rural”, continúa el tópico de la discusión teórica. En este punto, se busca demostrar la complejidad de situaciones y relaciones sociales que surgen en la realidad pampeana, y por lo tanto, de clases sociales con sus repertorios y objetivos particulares. Hay que destacar que Sartelli está lejos de una lectura estructuralista de las clases, más bien dialoga con el marxismo social (¿político?), que entiende las dinámicas sociales en movimiento y convulsionada por la lucha de clases y los conflictos intraclases. Por ello, el debate en torno a la compleja figura del “chacarero” y del campesino aparecen en la palestra.
En el tercer capítulo “Recuperando conceptos: ¿Qué es y cómo actúa la clase obrera (rural)?”, se realiza primero un acercamiento a los debates en torno a un concepto tan discutido como el de “clase”, en el cual Sartelli defiende la posición más totalizante, sin abandonar, en los debates marxistas, la (falsa) dicotomía entre clase en sí y clase para sí. Para conceptualizar lo que será el desarrollo de la reconstrucción histórica, el autor propone una serie de conceptos ad hoc o readaptados al objeto de estudio que resultan útiles para operacionalizar el relato histórico en los capítulos subsiguientes.
La segunda parte del libro se titula Estructura, consta de 3 capítulos que bien podrían ser un estudio independiente sobre la acumulación capitalista y la formación de las relaciones sociales de producción en el agro pampeano. El primer capítulo de esta parte, se llama “Incorporación y expulsión: La acumulación del capital”, en él se estudia la evolución de los procesos de trabajo y las transformaciones que en ellos se vivieron. La idea central es que el campo pampeano vivió una expansión en extensión desde 1870-1920 centrado en el proceso de producción manufacturero, pero cuando se transitaba la segunda década del siglo XX, impulsado por la competencia capitalista, la expansión capitalista se profundizó con mayores desembolsos de capital, en un proceso de renovación del parque tecnológico con mayores erogaciones de capital, un aumento de la productividad del trabajo y una creciente expulsión de fuerza de trabajo transformada en mano de obra sobrante. La conclusión a la que llega Sartelli es que el proceso de acumulación capitalista promovió el desarrollo de una nueva sociedad, moderna e industrial en clave rural, pero también los límites de una economía, que, por acción de la competencia, condujo a la crisis, perjudicando a todas las clases, en particular a los sectores menos competitivos del capital y, sobre todo, a los trabajadores. El quinto capítulo trata sobre las patronales: “La estructura de clases del agro pampeano: Los explotadores”; el eje del capítulo presenta a la diversidad de fracciones y capas de la clase capitalista que existían en el campo argentino. En una línea de continuidad con los aportes de Pucciarelli (1986), Sartelli discute primero la figura del chacarero y lo ubica en el campo de las patronales demostrando, a partir de cálculos sobre el tiempo de trabajo, que dicho sujeto social eclipsó a los verdaderos trabajadores, los obreros asalariados. También analiza casos particulares de los contratistas y los experimentos filantrópicos de la Jewish Colonization Association en la provincia de Entre Ríos. La conclusión es que el agro pampeano poseía una producción dirigida por una burguesía rural con diferentes tamaños de inversión. Lógicamente, a este capítulo le sigue uno que se centra en los trabajadores agrarios. El capítulo VI, “La estructura de clases del agro pampeano: Los explotados” reconstruye la situación de los obreros rurales, a los que divide en diferentes capas que el capital explotará de acuerdo a sus ciclos de producción, pero se detendrá en una capa en particular, la denominada “infantería ligera del capital”, los trabajadores estacionales, ocupados y desocupados según los movimientos de la producción, afectados por las peores formas de explotación y, como se demuestra en los capítulos posteriores, actores de las mayores huelgas de la pampa argentina. También estos obreros itinerantes fueron la capa mayoritaria del proletariado rural y los más afectados cuando llegó la renovación tecnológica de la década del veinte, por lo tanto, fueron quiénes más aportaron a los grandes contingentes de desocupados y emigrados.
La tercera parte, llamada Lucha, es uno de los aportes empíricos-historiográficos más destacados de la obra habida cuenta de la reconstrucción de los conflictos obreros rurales desde sus primeros, espontáneos y aislados choques, hasta ocupar un lugar destacado en los cálculos del poder político. Diría que la clase obrera va “subiendo” por el edificio social conforme adquiere experiencia de lucha, probando diferentes repertorios de conflicto e interviniendo con distintas tácticas y estrategias. El primer capítulo de esta tercera parte, el capítulo VII “Clase (casi) sin lucha de clases. Del regateo a la huelga (1870-1916)”, explica la baja conflictividad obrera con una hipótesis poderosa e interesante, a saber: el proletariado rural, hasta por lo menos la última década del siglo XIX, disputaba las mejoras cara a cara con la patronal aprovechando la demanda permanente de fuerza de trabajo. Es decir, esta forma de tramitación de los conflictos los invisibiliza porque quedaron en la esfera de lo privado. Pero la gran crisis de 1890, con un empeoramiento de las posibilidades de ascenso social, inauguró para toda la clase obrera, y más tardíamente para su fracción rural, una época de organización y conflicto, lento pero sostenido. Es el comienzo de la conciencia sindical, que hacia la primera década del siglo XX entró en reflujo. El capítulo VIII “La clase obrera en la encrucijada: ¿Reforma o revolución? (1917-1921)” da cuenta de los grandes conflictos obreros que tuvieron en la pampa húmeda su centro. El gran ciclo de conflictividad es estudiado (¿debería decir diseccionado?) por Sartelli en más de 200 páginas. El autor recorre toda la geografía propuesta para su objeto de estudio y analiza los repertorios de lucha y contrapone los programas políticos que el proletariado desarrolló. El capítulo describe con profundidad las luchas en los lugares más apartados de la región pampeana, pero también explica la coyuntura para la organización obrera. La idea central del capítulo es que los trabajadores crearon una organización sindical de alcance nacional y desplegaron luchas por mejoras, practicando la táctica de golpe y negociación; pero también, algunos de ellos, se propusieron cambios profundos con potencialidades revolucionarias.
El noveno capítulo “Cuando el débil se hace fuerte: La larga lucha contra la desocupación (1922-1950)”, analiza el proceso de recuperación tras el reflujo de las luchas de principios de los años veinte, la reactivación de los conflictos, el nuevo traspié que significó la crisis económica de 1930, el nuevo ciclo de conflictos ‒caracterizado como una “guerra de guerrillas”‒ y, finalmente, el proceso de estatización del movimiento obrero rural. El capítulo logra la articulación entre el proceso de mecanización/crisis ocupacional -respuesta del movimiento obrero - intervención estatal contenedora. En ese sentido, la contingencia impuesta por la desocupación creó una relación entre el movimiento obrero y el Estado, que fue cambiando a lo largo de tres décadas y que se transforma sustantivamente con la llegada de Perón y el lanzamiento de la FATRE.
En la cuarta parte del libro, llamada Conciencia, Sartelli utiliza una definición acertada en la introducción de la parte, dice: “…la conciencia es un hacer que se corporiza en instituciones” (Sartelli, 2022: p.477, Vol. II). La cita nos anticipa cómo la conciencia de la clase se va institucionalizando al pasar por la experiencia de la lucha de clases y de las transformaciones del capitalismo. El primer capítulo de la cuarta parte, el capítulo X “Conciencia en sí, conciencia del otro: De los Apeninos a las pampas”, da cuenta de las transformaciones de aquellos primeros inmigrantes que soñaban “hacer la América”, eufemismo, según nuestro autor, del ascenso social, a la creación del sindicato como primer objetivo de los cuadros militantes. Se analiza tipológicamente las tácticas y estrategias (giras de organización, el agitador-organizador, la prensa y la cultura obrera, etc.) para comprender como estos trabajadores transitaron el camino desde las aspiraciones individualistas a la lucha por vivir mejor siendo obreros, e incluso, buscando trascender la condición de obrero a “hombre libre”, bajo el socialismo. El capítulo XI analiza el derrotero de la organización obrera, de allí que su título sea “La corporación: De la lucha por la centralización a la estatización”. En este sentido, el capítulo reconstruye y presenta los límites del movimiento obrero sindical, cómo la búsqueda de crear organizaciones para la lucha por mejoras económicas deviene en un proceso de burocratización ‒que no necesariamente es un proceso negativo, sino de profesionalización de la tarea‒ y que, dentro de un escenario de falta de empleo y acercamiento con el Estado, se transforma en un proceso creciente de intervencionismo, no del sindicato en el Estado, sino del Estado en el sindicato, como oportunamente indicó Juan Carlos Torre (2012: p.236).
Finalmente, llegamos al último capítulo, el duodécimo capítulo se llama “Programa: La traición de la izquierda”. El autor analiza los diferentes programas explícitos sobre la cuestión agraria argentina por las diferentes tendencias ‒anarquistas, socialistas, comunistas, sindicalista‒ vistos desde un punto de vista de los obreros rurales. Destaca que dichos programas, en términos generales, no poseían un gran conocimiento del medio en el que querían intervenir. Asimismo, estos programas buscaron en el campo, a partir de una imagen estereotípica de una pampa dirigida por terratenientes, la alianza con las fracciones capitalistas más débiles, entrando en contradicción con los programas obreros, a los que adosaban las demandas de la otra clase. De allí el nombre del capítulo.
Para finalizar, una última reflexión, quién tenga la oportunidad ‒que lógicamente recomiendo‒ de leer esta obra encontrará que mi referencia no hace juicio a la profundidad y extensión de los problemas allí tratados. A fin de cuentas, como señaló Waldo Ansaldi en la presentación del libro en la FFyL-UBA,1 no queda más que disfrutar la condena de la lectura de un libro formidable, y concluir por sí mismo que estamos frente a uno de los más importantes aportes a la historia de los trabajadores argentinos.
Referencias
Pucciarelli, A. (1986). El capitalismo agrario pampeano, 1880-1930. Buenos Aires: Hyspamérica.
Sartelli, E. (2022). La sal de la tierra, Clase obrera y lucha de clases en el agro pampeano, 1870-1950. Buenos Aires: Ediciones RyR.
Torre, J. C. (2012). Ensayos sobre el movimiento obrero y peronismo. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.
Notas
Recepción: 14 Febrero 2024
Aprobación: 07 Mayo 2024
Publicación: 01 Agosto 2024