Mundo Agrario, vol. 15, nº 30, diciembre 2014. ISSN 1515-5994
Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Centro de Historia Argentina y Americana

 

COMUNICACIÓN/COMMUNICATION

 

Los impactos de la expansión frutícola en la Comuna de Llay Llay, Valle del Aconcagua, Chile (1)

 

Claudia Andrea González Cid

Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Chile
Chile
Clau_andrea16@yahoo.com

 

Cita sugerida: González Cid, C. A. (2014). Los impactos de la expansión frutícola en la Comuna de Llay Llay, Valle del Aconcagua, Chile. Mundo Agrario, 15(30). Recuperado a partir de http://www.mundoagrario.unlp.edu.ar/article/view/MAv15n30a14

 

Resumen
La comuna de Llay Llay se caracteriza por la existencia de una economía de enclave articulada en torno a las empresas frutícolas. La presencia de estas empresas no ha significado ningún impacto positivo en el territorio sino más bien una doble precarización, tanto laboral, dada la temporalidad del trabajo y los bajos salarios percibidos por los trabajadores, como ambiental, por la extensión de la frontera agrícola en dirección a las laderas de los cerros. Además, se constata un proceso creciente de concentración de tierras y acaparamiento de agua por parte de las empresas agrícolas, en desmedro de la subsistencia de los pequeños productores. La pérdida de la tierra y el agua es la contracara del proceso de asalarización campesina. Un proceso que en definitiva es funcional a las necesidades de agro empresas, en cuanto a los recursos físicos y humanos que éstas demandan.

Palabras clave: Agroempresas frutícolas; Territorio; Pequeña producción; Asalarización campesina; Concentración de tierras y Acaparamiento de agua.

 

The impacts of the expansion of fruit farming businesses In the Commune of Llay Llay, Aconcagua Valley, Chile

 

Abstract
The commune of Llay Llay is characterized by the existence of a regional economy structured around fruit farming businesses. The operations of these enterprises have not had a beneficial impact on the area. Rather has been confronted by a dual predicament: temporary work and low wages. As well, the environment is threatened as the agricultural frontier extends into the foothills of the nearby mountain ranges. In addition, there is evidence of increased land concentration and control of water on the part of the agribusinesses, to the detriment of the livelihoods of small producers.  The loss of land and water is the other face of a peasant proletarization process that is ultimately functional to the agribusinesses needs for financial and human resources.

Key Words: Fruit Agribusinesses and Land; Small-Scale Production; Peasant Wage Labor; Concentration of Land; and Control of Water Resources.


1.Introducción

Entendemos el territorio como una construcción social y no simplemente como el lugar o locación donde la población habita. Es por eso que la identificación y el análisis de las relaciones que existen entre los diferentes actores permiten entender las distintas configuraciones y dinámicas territoriales, en este caso específicamente de la comuna de Llay Llay.

La utilización de la categoría construcción social del territorio tiene mucho que ver con la necesaria inclusión de los actores sociales, pues de las estrategias de aquellos y de su grado de organización va a depender mucho la construcción de un territorio, su identificación, y su valorización” (Martínez, 2009:1).

El objetivo de este artículo es analizar los impactos en el territorio de la expansión frutícola acontecida en las últimas décadas como parte del proceso de modernización agrícola implementado bajo el modelo neoliberal, característico de Chile y de la mayoría de los países de América Latina. El territorio elegido corresponde a la comuna de LLay LLay, perteneciente a la provincia de San Felipe de Aconcagua, región de Valparaíso, que limita con la región Metropolitana. La comuna tiene una superficie de 349 km2, delimitada por cadenas de cerros que van desde los 100 a los 1.600 metros de altura. Se ubica en la ribera sur del Río Aconcagua, a la entrada del Valle del mismo nombre. Se fundó en el año 1875 en los terrenos de la antigua hacienda Neuquén. Y su nombre significa en mapudungun, lengua mapuche, susurro del viento. En la figura 1 se indica la comuna de Llay Llay en el mapa de la Región de Valparaíso.

Figura 1. Mapa de la Región de Valparaíso

Fuente: INE. Anuario estadístico regional. 2009

En términos metodológicos, el carácter de esta investigación correspondió a un estudio de descripción y análisis. Se realizó un estudio de caso de 19 pequeños productores. Se seleccionó una muestra diversa que atendiera a diferentes criterios, como la pertenencia a organizaciones, la vinculación a programas del Estado y también de acuerdo con sus edades y condición de género (2). En la elección de los productores se utilizó la técnica de bola de nieve, que consiste en que un entrevistado deriva a otros para agregar testimonios (Rodríguez Bileilla, 1997). Además se entrevistó a siete encargados de distintos programas presentes en el territorio, como el Programa de Desarrollo Local (PRODESAL), a cargo del Municipio de Llay Llay y del Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP); el Convenio del INDAP y el Programa de la Mujer (PRODEMU); el Programa de Autoconsumo, del Fondo de Solidaridad e Inversión (FOSIS), y a una ex encargada del Programa Servicio País Rural, de la Fundación para la Superación de la Pobreza, implementado en la comuna hasta el año 2010.

En cuanto a las técnicas utilizadas, en una primera etapa se realizó una revisión de distintas fuentes secundarias en función de obtener datos que permitieran contextualizar temporal y territorialmente a los productores. Se consideraron datos a nivel nacional, regional y comunal (3). Se acudió especialmente al censo de población y vivienda del año 2002, y a los censos agropecuarios de 1997 y 2007, para identificar los cambios en la condición de los pequeños productores y del territorio durante ese período. Se consideraron dimensiones relevantes: datos demográficos, empleo, tenencia de la tierra, actividad productiva, etc. Para la obtención de datos de pobreza se acudió a la encuesta de caracterización socioeconómica nacional (CASEN) de varios años para evidenciar los cambios en la pobreza rural.

Luego se aplicaron técnicas de análisis cualitativo, específicamente entrevistas abiertas, ya que interesaba dar cuenta desde la perspectiva de los propios sujetos de cuáles eran los impactos de la modernización agrícola y de la expansión frutícola acontecidos en el territorio.

2. Caracterización socio-productiva de la Comuna de Llay Llay

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística (INE) encargado de realizar los Censos de Población y Vivienda, en la actualidad la comuna de Llay Llay tiene una población de casi 24 mil habitantes (4). Con un porcentaje de variación respecto del censo del 2002 de un 9,4 %, un crecimiento menor al registrado a nivel regional y nacional. Al atender la pirámide de edad, se constata una disminución del tramo de edad que va entre los 0-14 años y un incremento de los tramos de 45 a 64 años y 65 y más años, lo que da cuenta de un proceso de envejecimiento de la población.

En cuanto a la composición de la población, el 71% de la población comunal es urbana y un 29% es rural, con una densidad poblacional de 66 habitantes por Km2. En Chile, a diferencia de otros países (5) de América Latina, la definición de lo rural y de lo urbano se realiza de acuerdo con la densidad de la población y la actividad principal. Se consideran rurales aquellas localidades con menos de 2 mil habitantes y con un 50% o más de la población económicamente activa (PEA) dedicada a actividades primarias. Esta forma de medición sub-registra lo rural; dicho de otro modo, es un criterio de estimación de lo rural que lo desestima, dada principalmente la condición actual de la ruralidad, que se caracteriza por la preeminencia en muchos casos de empleos e ingresos que no se vinculan directamente con lo agrícola o con actividades primarias (Rodríguez et. al, 2010). Se trata de territorios que podrían ser rurales pero que, al ser medidos de acuerdo con el tipo de actividad, se considerar como urbanos.

En este sentido, resulta interesante considerar el debate propuesto por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y la Unidad de Desarrollo Agrícola de la CEPAL, respecto de las formas de medición de lo rural. Allí se recomienda superar las mediciones de lo rural que implican una visión dicotómica de lo rural vs.lo urbano y una definición de lo rural como lo residual; es decir, como lo no urbano. En su reemplazo, se propone establecer una medición basada en un gradiente rural urbano donde se reconozcan las diversidades del mundo rural y las interacciones con lo urbano. Formas de medición que representen lo rural en su complejidad y riqueza, que favorezcan políticas públicas pertinentes y que permitan comparar resultados con otros países (Rodríguez et. al, 2010).

Berdegué et. al. (2010), en esta misma línea, plantean que las áreas rurales contienen diversas actividades y una red compleja de articulaciones entre sectores económicos, y grados diferentes de vinculación con los centros urbanos. Los autores hacen referencia al consenso actual entre especialistas (da Veiga, 2002; Osses et al., 2006; Chomitz et al., 2005; De Ferranti et al., 2005; Rodríguez y Murillo, 2007; Saborío y Rodríguez, 2007) respecto de la conveniencia de superar visiones dicotómicas del mundo rural que conciben lo rural como opuesto a lo urbano, y se recomienda adoptar la idea de un gradiente urbano rural. Esta visión de gradiente demanda entender dónde se localiza la población, cuáles son sus características y cómo interaccionan determinados lugares con los centros nítidamente urbanos (Byrden 2000, citado por Berdegué, et.al, 2010: 4).

De acuerdo al Primer Informe de Desarrollo Humano Rural realizado en Chile por el PNUD en el año 2008, la población rural, medida de acuerdo con otros indicadores, alcanzaría 6 millones de personas, 4 millones más de las registradas por el censo del 2002. En dicho Informe se cuestiona y complejiza la definición administrativa de lo rural en tanto se observan trabajos agrícolas en zonas urbanas y a su vez existen trabajos del sector terciario que se dan en zonas agrícolas, lo que invalida el tipo de ocupación como definición de lo rural versus lo urbano.

Retornando a la caracterización de la comuna, en cuanto a condiciones de habitabilidad, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda del 2002, un 97,7% de la población de Llay Llay accede al agua potable y un 99,3% tiene energía eléctrica, lo que indica un muy buen acceso a servicios básicos y seguramente una mejora considerable respecto de las condiciones de vida de la población en décadas pasadas. Esta información está respaldada por la tipología propuesta por Berdegué et. al (2010), en la que se clasifica la comuna de Llay Llay en el grupo de comunas que son medianamente rurales, por su alta densidad poblacional, pero con una economía dependiente de la agricultura, relativamente conectadas con polos urbanos y con un muy buen nivel de acceso a servicios básicos.

Con respecto a datos de pobreza, según la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN) del año 2009 un 17% de la población se encuentra bajo la línea de la pobreza, un 9% mayor que el porcentaje registrado por la CASEN 2006 (6) para esta misma comuna. Cabe señalar que la pobreza en Chile se mide de acuerdo con el valor de la canasta de satisfacción de necesidades básicas. En el año 2006, para las localidades rurales los valores de la canasta de alimentos (indigencia) equivalían a $18.146 (USD 38 del 2012) y de necesidades alimentarias y no alimentarias (pobreza), a $31.756 (USD 66 del 2012) (Larraín, 2008). Si bien analizar las formas e instrumentos de medición de la pobreza en Chile no es el objetivo de este estudio, se quisiera al menos señalar lo exiguo de estas cifras, que además de que no permiten cubrir realmente las necesidades que dicen cubrir, dan cuenta de las brechas sociales y económicas que caracterizan al país y a su modelo de crecimiento.

En cuanto a datos de empleo, para el año 2006 un 10% de la población económicamente activa (PEA) estaba desempleada, un 3% mayor que la nacional (CASEN, 2006).Y según la base del seguro de cesantía, a mayo 2010, el ingreso promedio de los hogares era de 313.195 mil pesos (USD 652 del 2012). Respecto de estos datos, además de las debilidades reconocidas en torno a los promedios que invisibilizan las variaciones internas, cabe interrogarse respecto del momento de medición del empleo y de los ingresos, considerando la temporalidad característica del trabajo agrícola: hay mayor trabajo en los meses de primavera y verano que en los de invierno

Acerca de los niveles de educación, de acuerdo con el censo de población del 2002, la mayoría de la población alcanza cuarto básico (educación primaria), con un mayor nivel de escolaridad en los hombres. Según el Sistema de Medición de la Calidad de la Educación (SIMCE), a cargo del Ministerio de Educación y que mide el nivel de logro de los estudiantes respecto de contenidos mínimos obligatorios, Llay Llay presenta, en la medición del 2006, niveles por debajo de los nacionales en la educación primaria y secundaria.

La Fundación para la Superación de la Pobreza desagregó los resultados de las mediciones del SIMCE del año 2008 según el nivel socioeconómico: el resultado fue que los mayores avances se concentran en el nivel socioeconómico medio alto y los logros iniciales, en el estrato socioeconómico bajo.

Por tanto, en esta comuna se reproduce la inequidad nacional en la calidad de educación a la que acceden los estudiantes de estratos económicos más altos versus los más pobres, cuestión que caracteriza al modelo educacional chileno y que ha sido el fundamento de las movilizaciones estudiantiles de los últimos años.

3. Concentración de la tierra y extensión de la frontera agrícola

En el Valle del Aconcagua, del que forma parte la comuna de Llay Llay, la expansión frutícola ocurrida en la década de los ´80 implicó, como en el resto del país, entre otros aspectos, la pérdida de la tierra de los parceleros asignatarios (7) y su concentración en manos de capitales nacionales y trasnacionales (Salas, 1997).

Y más recientemente, y específicamente a nivel comunal, si comparamos los datos de los censos agropecuarios de los años 1997 y 2007, nos damos cuenta de que disminuye la superficie explotada, al igual que el número de predios y la superficie abocada a cultivos forestales. Por otro lado, hay un incremento significativo de las superficies destinadas a frutas y a hortalizas, y un menor incremento de viñas (Ver laTabla 1). No fue posible incluir más rubros, ya que la información registrada para ambos censos a nivel comunal sólo nos permite comparar estos rubros:

Tabla 1. Matriz comparativa Censos agropecuarios 1997-2007. Comuna de Llay Llay

Año

Nº explotaciones

Superficie agrícola (ha)

Hortalizas (ha)

Viñas (ha)

Frutas (ha)

Forestales (ha)

1997

694

32759,5

1250,8

22

1294,4

109,4

2007

432

16039,7

1486,7

74,2

2200,3

11,4

Fuente: Elaboración propia a partir de información de los Censos agropecuarios (1997-2007)

Respecto de la concentración de la tierra, si bien entre los años 1997-2007 disminuyó la superficie explotada y el número de predios, si consideramos sólo los datos del censo del 2007 calculamos que menos del 1% de los propietarios concentran el 60% de la superficie, en contraste con el 80% de ellos, que poseen sólo el 7% de la superficie.

Estos datos de concentración de la tierra coinciden con los testimonios de algunos de los productores entrevistados en la zona y que se refieren a la pérdida de la tierra por parte de los pequeños agricultores y su concentración en manos de las empresas agrícolas. El primero es un pequeño productor hijo de un parcelero que obtuvo 10 hectáreas el año 1976. Y el segundo fue beneficiario de la Reforma Agraria el año 1967 y recibió 6,1 ha.

En Santa Rosa había 40 parceleros y hoy van quedando 7 parceleros. En el Roble, que era otro asentamiento, eran 29 y están quedando 11. En Santa Teresa quedan 5, 6 parceleros. En El Salitre eran 10 y queda sólo 1 (EP015, Santa Rosa).

(…) aquí cuántos han vendido, somos pocos los que quedamos con tierra. Éramos 51 parceleros, quedamos como 10 y los otros han vendido todo y se han quedado sin ninguna cosa (...) Este argentino, tiene hasta los cerros plantados, todas éstas eran parcelas, las compró todas poco a poco, no hace muchos años (EP010, Las Peñas).

Cabe señalar que durante la Reforma Agraria y los procesos de parcelación las familias campesinas accedieron a parcelas de aproximadamente 6 ha., en algunos casos hasta de 10 ha., dependiendo de la calidad de la tierra asignada. En la actualidad, las superficies promedios de los productores entrevistados no superan las 4 ha., e incluso algunos tienen sólo 0,5 ha. Algunos carecen de títulos de propiedad. Otros vendieron sus tierras y en la actualidad arriendan para producir. Y otros, frente a la imposibilidad de producir la totalidad de su tierra, arriendan parte de ella a otros productores a un muy bajo precio. También se dan formas tradicionales de producción, como la “mediería”, que consiste en un acuerdo informal entre dos productores: uno coloca la tierra y el otro, los insumos y la mano de obra, o financian los insumos conjuntamente y las ganancias son repartidas entre los dos. Un productor que ejerce esta práctica nos comenta:

[…] la tierra es mía, se la doy con los surcos hechos. Él trae los almácigos, la planta, siembra, coloca los abonos, todos los insumos y hasta la cosecha; hasta ahí es la mediería, la mitad cada uno. Yo puedo ayudarle con la mitad de los insumos y tiro cuatro sacos de urea por ejemplo, dos corren por cuenta mía, los otros dos los coloca él (EP04, El Salitre).

También hay algunos productores que cambian el uso de la tierra; de agrícola a habitacional. Les ceden unos 200 metros de tierra a sus hijos, que por lo general son temporeros agrícolas, para que construyan sus casas. Se da una especie de estrategia de retención habitacional por parte de estas familias.

Además de la concentración de la tierra, cabe señalar la ocurrencia en los últimos años de la expansión de la frontera agrícola en dirección a las laderas de los cerros, liderada por las empresas agrícolas que han adquirido la tierra a un muy bajo costo y han desarrollado una agricultura intensiva dedicada principalmente a cítricos y aguacates de exportación. (8) Ello se condice con el incremento registrado en el censo agropecuario del 2007, de más de 900 ha, en el ciclo 1997-2007, de la superficie de frutales

Uno de los productores entrevistados revela algunos aspectos de este proceso, que se caracteriza por la ausencia de la pequeña producción y la presencia de una agricultura de exportación desarrollada por medianos y grandes productores (9) y con el apoyo recibido del Estado:

[…] medianos y grandes productores que el gobierno subsidió con ese programa de recuperación de suelos empezaron a sembrar la ladera y el gobierno los auspicia con un 80%. Los cerros están impregnados de palta (aguacate), uva y naranjo, productos todos de exportación que no quedan en el mercado local […] (EP015, Santa Rosa).

En este mismo sentido, una de las entrevistadas que trabajó en el Programa Servicio País Rural de la Fundación Nacional para la Pobreza (10) nos comenta:

Hay todo un tema con los cultivos en altura, paltos (aguacates) y cítricos y eso es nuevo, eso es muy reciente. Todos los cerros que eran cafés están verdes, son empresas trasnacionales, los pequeños no tienen esa capacidad. Son cultivos riesgosos, con una vida útil máximo de 30 años, 50 años, el suelo se erosiona rápido, la pérdida para ellos es grande. Entonces los únicos que se atreven son los que tienen mucho dinero y que no les importa un comino que la tierra se erosione, o que haya riesgos de avalancha. Además tienen un poder de inversión súper grande para tener maquinaria y hacer todo eso (EE01, Santiago).

En este proceso se destacan las empresas Agrícola Montolín y Desarrollo Agrario, que según el Servicio Nacional de Aduanas han incrementado considerablemente el volumen de sus exportaciones. Montolín, en el período 2006-2010, incrementó sus exportaciones en casi 4 millones de dólares; Desarrollo Agrario, durante este mismo periodo, en cerca de 8 millones de dólares.

La expansión de la frontera agrícola hacia las laderas ha provocado un aumento de erosión y de pérdida de vegetación natural. Aun así, esta expansión no se revertirá, dadas las ventajas comparativas de estos cultivos: aunque requieren una inversión inicial en habilitación, se ve compensada por el bajo costo del suelo (Soto et. al., 2011).

Cabe señalar que las empresas agrícolas que desarrollan estos cultivos han promovido una serie de encuentros con las autoridades sectoriales, para oponerse a la aplicación de la Ley y Reglamento del Bosque Nativo, que limitaría su expansión, ya que en los cerros existen espinos, que es una especie protegida. El argumento de las empresas es que ofertan empleo; sin embargo, se reconoce que esta oferta es limitada y precaria. Uno de los encargados del Programa de Desarrollo Local (PRODESAL) (11) nos dice que: “el trabajo que se oferta es trabajo temporal, sólo en el verano, en la cosecha y exportación, y no más. La menor empleabilidad está en los meses en que hay mayor pobreza aquí, en invierno” (EE02, Llay Llay).

4. Agricultura intensiva de exportación y derechos de agua

En Llay Llay el desarrollo de la agricultura intensiva de exportación, además de favorecer un proceso de concentración de la tierra, ha afectado la propiedad del agua. Los productores y funcionarios entrevistados señalan que las empresas agrícolas han comprado los derechos de agua de los pequeños productores y han construido pozos profundos para regar las plantaciones en los cerros, lo que reduce la disponibilidad de agua de los pequeños para uso agrícola e incluso humano. Algunas familias comentan que sus pozos y norias se han secado el último tiempo. Una de las productoras señala:

Tengo un tío que le ha pasado y hay muchas partes, hay una empresa que compró en Las Palmas e hicieron pozos muy profundos y bajaron las napas de los pozos que tenían los pequeños productores para acá. Ellos absorben toda el agua (EP08, Santa Rosa).

Las empresas agrícolas compran terrenos pequeños de 0,5 ha y construyen pozos de 200, 300 metros de profundidad. Y el agua que extraen no es sólo para uso agrícola: también la venden a empresas sanitarias de la capital regional, Valparaíso.

Se reconoce que en Llay Llay, al contar con afluentes cordilleranos, la disponibilidad de agua es menos crítica en comparación con otras comunas ubicadas en zonas de secano, que dependen exclusivamente de las aguas lluvias. Pero la situación en otros sentidos no es menos grave, ya que la libre adquisición y concentración de los derechos de agua por parte de las empresas agrícolas, en desmedro de las necesidades de los pequeños productores y la población, es posible gracias a la existencia de una legislación favorable al monopolio de este recurso vital.

En Chile existe “libre competencia” entre los distintos usos y derechos del agua, lo que ha permitido su concentración en los sectores eléctrico, minero y exportador. Esta libre competencia forma parte de un modelo de gestión del agua que funciona según criterios de asignación y transacciones de mercado. Es un modelo respaldado por un código de agua creado en la década de los ´80, durante la dictadura militar, y en el que se define al agua como un bien nacional de uso público y como bien económico. Es decir, se respalda constitucionalmente la gestión privada en desmedro de los derechos de la población y del medio ambiente. Además, este código separa la propiedad del agua del dominio de la tierra, lo que facilita la comercialización del agua sin resguardar su acceso por parte de las comunidades en sus territorios. Mediante este código, el Estado concede gratuitamente los derechos de agua, sin costos por mantenimiento y tenencia. Y sin posibilidad de demandar compensaciones en caso de perjuicios externos. En el año 2005 el código se modificó. Se exige un pago por no uso del agua para desincentivar su acumulación ociosa. Sin embargo, no se establecieron límites a la compra de nuevos derechos y a su perdurabilidad; es decir, pueden poseerse por tiempo indefinido (Larraín, 2006).

[…] la redistribución del recurso se hace a través de transacciones en el mercado. Una vez concedidos los derechos de uso, el Estado no interviene más, salvo verificar que se están usando. El sistema de concesión de derechos ha favorecido a las grandes empresas y al sector exportador, en perjuicio de los derechos de la población y las comunidades de acceder a un recurso fundamental para la vida. Ello se ha traducido en una concentración progresiva de la propiedad de los recursos, problemas de acceso a la población, alzas de tarifas y agudización de los problemas de stress hídricos y destrucción irreversible de cuencas en muchas regiones donde el recurso es escaso (Larraín, 2006: 3).

En definitiva, en Llay Llay se constata la convivencia crítica entre las empresas agrícolas y los pequeños productores en torno a recursos naturales cada vez más escasos: la tierra y el agua.

5. Condición de la pequeña agricultura en un territorio de expansión frutícola

En la comuna de Llay Llay no existe una articulación o alianza fuerte y directa entre la pequeña producción y las empresas agrícolas. Del total de 19 productores entrevistados, sólo uno vende su producción de ajos y cebollas a una empresa agroexportadora.

Lo que sucede, más bien, es que la modernización agrícola y la apertura comercial han tenido impactos diferenciados, y generaron, como sostiene Kay (2007), una agricultura que va a dos velocidades. En este caso, una representada por las empresas que exportan cítricos, uva y aguacates, y otra, por pequeños agricultores dedicados al cultivo de hortalizas que venden en el mercado local. Sin embargo, desde el Estado existe la voluntad de revertir esta situación mediante programas que promueven la articulación entre la agroempresa y la pequeña agricultura. (12) Uno de los funcionarios del Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) entrevistados nos comenta:

Hay un programa del INDAP que se llama Alianzas Productivas, y la idea es que los pequeños productores, con el patrocinio de INDAP, le puedan abastecer a grandes empresas de su producción, cumpliendo con los requisitos que establece la gran agricultura en términos de cantidad y calidad. Es un programa que ha tenido bastante éxito, que en el fondo espera nivelar hacia arriba a los pequeños productores; no que sean pequeños agricultores siempre, ahí marcando el paso, sino que eventualmente puedan ser un buen aporte a la gran agricultura, a través de estos convenios de Alianzas Productivas. (EE06, San Felipe).

Sin embargo, a nivel local existen otras opiniones en torno al programa de Alianzas Productivas. Uno de los encargados de PRODESAL de Llay Llay cree que es poco probable que se establezcan estos vínculos, por un tema de confianzas. Sólo es viable establecer alianzas cuando las personas se conocen por mucho tiempo (EE03, Llay Llay). Y otro de los encargados de este mismo programa manifiesta la dificultad de que el empresario admita la intermediación del INDAP en este vínculo (EE02, Llay Llay).

6. Descampesinización y empleo precario

La pérdida de la tierra por parte de los pequeños productores, en contextos de concentración de la tierra y expansión frutícola, ha devenido en procesos de asalarización, cuestión abordada en esta investigación a propósito de la multiactividad como estrategia productiva y reproductiva de estos productores. La asalarización campesina es la otra cara del proceso de venta de la tierra por parte de los pequeños parceleros y su progresiva concentración en pocas manos.

Tanto los pequeños productores, cuyas familias trabajan en las empresas agrícolas, como los encargados de los programas de política pública reconocen que el trabajo en estas empresas es altamente sacrificado y mal remunerado. Las modalidades de pago son variables: dependen del fundo y del tipo de contrato. Algunos trabajan durante algunos meses al año y con esos ingresos sobreviven el invierno. Se da un ciclo compuesto por los llamados meses azules y los verdes: los azules corresponden a los de invierno, en los que se vive con los ahorros acumulados durante los meses verdes. Un funcionario de INDAP, a propósito de las trabajadoras, señala que “si son rápidas pueden ganar un buen sueldo, incluso puede ser que el sueldo que ganan durante tres, cuatro meses les permite vivir el resto del año” (EE06, San Felipe). Y algunos trabajan durante casi todo el año, una especie de modalidad de temporero permanente. Una productora comenta que “ en Montolín hay un mes que se para, se termina la cosecha en abril, y ahí se para, y ahora en junio retoman” (EP014, Las Peñas).

Además, los rubros son diversos y se da cierta movilidad intrarregional entre una y otra empresa. Uno de los encargados del Programa de formación y capacitación para mujeres rurales (Convenio INDAP-PRODEMU) (13), al referirse a las condiciones de trabajo de las mujeres temporeras, cuenta:

Los rubros son uva, terminan con la uva y se van a las nueces, o las alcachofas. Tratan de estar todo el tiempo empleadas, se cambian de rubros o de sector. Había por ejemplo chicas de Catemu, que se vienen a trabajar a los packing en San Felipe, lo que implica que a las jornadas labores sumas los tiempos de traslado (EE05, San Felipe).

A propósito de las mujeres temporeras, en las entrevistas se plantea que con ellas existe una mayor precarización laboral, por la temporalidad del trabajo y los bajos salarios. Esta temporalidad laboral también se refleja en los datos del censo agropecuario del 2007. De acuerdo con ellos, las mujeres tienen en general unamenor presencia durante el ciclo de trabajo agrícola. Trabajan principalmente entre los meses de noviembre y abril. En la Tabla 2 se indica la composición del trabajo temporal, según sexo, en los trimestres 2006-2007:

Tabla 2. Número de trabajadores temporales (trimestres 2006-2007)

Mayo a julio

Agosto a octubre

Noviembre a enero

Febrero a abril

Hombres

Mujeres

Hombres

Mujeres

Hombres

Mujeres

Hombres

Mujeres

926

237

1198

252

1687

794

1216

871

Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Censo agropecuario, 2007.

El encargado del Programa de Autoconsumo del FOSIS, coejecutado por los municipios y destinado a mejorar los hábitos alimenticios y los niveles nutricionales, preferentemente de familias rurales, hace referencia a la concentración de la demanda de trabajo femenino. Señala: “Hay determinadas épocas del año donde hay mucha demanda de mano de obra femenina, en labores más livianas como podas, amarre, la cosecha de mandarina, donde ocupan preferentemente mujeres”. (EE07, Llay Llay).

Y la entrevistada vinculada a Servicio País comenta que:

Estaba súper clara la precarización del trabajo, de la mano de obra, de la familia pero principalmente de las mujeres. Esta división del año en los meses azules y en los meses verdes: los azules eran los que ellas quedaban sin trabajo, como congeladas, y a la espera de cualquier cosa. Entonces exigían al municipio que las colocara en algunos puestos de trabajo, así como unos programas municipales, con sueldos muy bajos, mínimos, y el municipio no podía asegurarles puestos de trabajo a todas, pero a algunas sí, y otras se dedicaban a otras cosas, como las costuras, o prestar servicio como de trabajo más informal. (EE01, Santiago).

En el anterior testimonio se evidencian, además, el intento de acceder a programas sociales municipales como una estrategia de reproducción social y la multiactividad precarizada de las mujeres. Respecto del acceso a programas sociales, hay que señalar que, además de ser una estrategia de larga data, ya recogida por Cruz y Rivera (1984) en la década de los ´80, se amerita analizar su peso en los ingresos familiares, dado el incremento de los ingresos provenientes de las transferencias gubernamentales en otras regiones del país (Bentancor et. al., 2008) y que podría cuestionar la sostenibilidad de la reducción de la pobreza rural.

La precariedad de este tipo de trabajo está muy bien documentada en otras investigaciones, pero nos parece importante destacar aquí un nuevo aspecto de esta precarización, asociado al cultivo de aguacates y a la alta incidencia de accidentes de los trabajadores que cosechan este producto en las laderas de los cerros. El mismo encargado del Convenio INDAP-PRODEMU señala que “cualquier accidente se magnifica por el tema de la pendiente” (EE05, San Felipe).

Como sostuvimos anteriormente, este modelo de agricultura intensiva ha significado extensión de la frontera agrícola hacia las laderas de los cerros, con reconocido impacto ambiental. Por tanto, es posible asociar este tipo de cultivos con una doble vulneración del territorio: respecto del medio ambiente y de los trabajadores agrícolas.

Por último, cabe mencionar algunos otros aspectos que constituyen factores adicionales de precarización laboral, como la falta de organización de los trabajadores, que dificulta cualquier iniciativa de mejora de las condiciones de trabajo, y la alta oferta de mano de obra, compuesta por trabajadores locales y de otros lugares de la región. El encargado del Programa de autoconsumo, a propósito de esto, señala que “si a alguno no le gusta, hay otro disponible, viene otro de afuera que acepta esas condiciones, sin contrato, sin ninguna previsión, sin salud. En eso estamos mal” (EE07, Llay Llay).

7. Las paradojas de un territorio, una comuna dividida

A la paradoja de la modernización que plantea el interrogante de cómo el dinamismo del sector agrícola en Llay Llay no se ha traducido en un mejoramiento significativo de las condiciones de vida de los sectores rurales más pobres, condicionándolos al despliegue cotidiano de una serie de estrategias que les permitan resolver su reproducción material y social, se suma la paradoja de la conectividad.

Actualmente, el valle se define por las grandes inversiones en carreteras, caminos y comunicaciones, que conectan las ciudades, los pueblos periurbanos y los pueblos rurales en torno a esta gran producción agroindustrial (Informe de Desarrollo Humano Rural en Chile, 2008:59).

La comuna de Llay Llay, según fuentes secundarias, se destaca por constituir un punto de convergencia entre el camino internacional hacia Argentina, el puerto de Valparaíso y la carretera 5 norte-sur, que conecta el país de sur a norte. Es decir, es una comuna que tendría una ubicación estratégica en términos comerciales y de conectividad. Sin embargo, uno de los problemas del territorio mencionados en el trabajo de campo fue precisamente el de la conectividad intra y extracomunal. La comuna está “cortada” por la carretera 5 norte-sur y la carretera CH60, que conecta el puerto de Valparaíso con la ciudad de Mendoza en Argentina. Es un problema de conectividad complejo, en el que intervienen varios factores. Uno de ellos es la ampliación de la carretera 5 norte-sur, que implicó el cierre de caminos internos utilizados por los habitantes de Llay Llay. Otro, la instalación de un peaje a propósito de la privatización de las carreteras, que incrementa los costos de transporte para los pequeños productores, intermediarios, los encargados de los programas y la población en general, y que se reconoce que no ha generado ningún impacto positivo para la comuna. También se menciona el cierre de caminos internos por la compra de tierras de las empresas agrícolas. Y por último, la falta de transporte entre las distintas localidades de la comuna, que además encarece el transporte que existe. El encargado del Convenio de INDAP-PRODEMU, a propósito de las condiciones de vida y trabajo de las mujeres de la Asociación Obreras de las Peñas (14), comenta:

Las Peñas está saliendo de Llay Llay por el camino hacia Santiago, como a unos 3 o 4 km más o menos, tienen problemas de locomoción, hay una sola micro que pasa cada una hora. La locomoción en colectivo es cara: cuesta 3 mil pesos. Ese es el principal conflicto. Las subcomunas de Llay Llay están muy alejadas entre ellas, Las Palmas, Las Peñas, el Porvenir (EE05, San Felipe).

Y el encargado de PRODESAL afirma, en este mismo sentido:

El sector de las Peñas está totalmente aislado. Ellos sí que quedaron aislados, les pusieron la carretera acá y les sellaron su entrada. Por lo tanto, no hay ningún taxi aquí en Llay Llay, no hay ningún colectivo, ninguna locomoción que sea posible para esos lados (EE02, Llay Llay).

En las Palmas no puedes entrar hasta cierto sector porque está cerrado por empresas agrícolas. Nos dimos la vuelta por otro sector hacia el cerro: tampoco puedes entrar porque está cerrado por otra agrícola. Después nos venimos hacia abajo, y no pudimos entrar porque está cerrado por la misma agrícola que está arriba (EE02, Llay Llay).

A modo de síntesis, cabe señalar que en Llay Llay, al igual que en el Valle de Aconcagua, como resultado de la instalación y expansión de las empresas de agricultura de exportación se ha dado un proceso de concentración de la tierra y acaparamiento de los derechos de agua, en desmedro de las condiciones productivas y de vida de los pequeños productores.

Además, se han precarizado las formas de tenencia o acceso a la tierra. Existen pequeños productores que carecen de tierra y arriendan para producir, y otros que, ante la imposibilidad de producir su tierra por falta de capital, la arriendan, o convierten el uso de la tierra, de agrícola a habitacional, y favorecen a aquellos hijos que se encuentran desvinculados de la tierra en su condición de asalariados y que construyen sus casas en tierras que antes eran agrícolas.

Junto a la concentración de la tierra y el agua se ha dado un proceso paralelo de extensión de la frontera agrícola hacia las laderas de la comuna, encabezado por una agricultura intensiva de exportación dedicada principalmente a cítricos y aguacates.

Este tipo de cultivos tiene nefastos impactos ambientales, como la erosión y la pérdida de vegetación natural, incluso de especies protegidas por la Ley y Reglamento del Bosque Nativo. Sin embargo, se estima que esta expansión no se revertirá, por las ventajas comparativas de estos cultivos, que si bien implican una importante inversión inicial se ve compensada con el bajo costo de la tierra (Soto et. al., 2011).

Otro aspecto analizado es el vínculo o articulación entre las empresas agrícolas y la pequeña producción. No existe vínculo entre ellas. Son dos tipos de agricultura independientes que “corren” por carriles diferentes, a pesar de las intenciones del Estado de vincularlas. Estas iniciativas estatales de articulación generan opiniones opuestas entre los entrevistados: unos destacan su utilidad y otros señalan su inviabilidad por razones de confianzas entre las empresas y la pequeña producción.

Otro ámbito en el que está expansión frutícola ha incidido es el de la precarización del trabajo asociada a estas empresas. Se reconoce una serie de componentes de precarización: bajos salarios; temporalidad; ausencia de organizaciones sindicales; y un nuevo aspecto de precarización, a propósito de las condiciones de trabajo en laderas y una alta incidencia de accidentes.

Y por último nos referimos a los problemas de conectividad presentes en la comuna. En general, se destaca a la comuna de Llay Llay por contar con una posición estratégica en términos comerciales. Dos importantes carreteras cruzan Llay Llay: una conecta el norte y sur del país, y la otra, uno de los principales puertos del país, Valparaíso, con Argentina. Sin embargo, estas carreteras no han tenido ningún efecto positivo en su población. Al contrario, la han segregado, dividiendo las diferentes localidades de la comuna. A lo anterior se suma el impacto en los accesos y caminos locales a causa de la compra de tierra por parte de las empresas agrícolas, que impiden el libre tránsito de la población.

8. Reflexiones finales. Llay Llay: las dinámicas de un territorio de expansión frutícola

El espacio no es sólo resultado de los procesos de producción sino también condición para su producción (Santos, 1990, citado por Bendini, 2010: 4). En esta investigación quisimos reconocer a los actores y sus dinámicas para, desde allí, analizar la configuración de un territorio y de nuestra problemática.

Existen tres actores principales: los pequeños productores, las empresas agrícolas y el Estado, este último presente mediante políticas públicas, sectoriales y sociales. Confirmamos nuestra intuición respecto de un territorio marcado por contrastes e inequidades entre los pequeños agricultores y las empresas agrícolas. Pero nos encontramos con aspectos inesperados, como la expansión de la frontera agrícola hacia los cerros y, además de la concentración de la tierra ya detectada en los datos de los censos agropecuarios, la compra y concentración de los derechos de agua de los pequeños productores por parte de las empresas agrícolas.

Como señalamos, estas han comprado la tierra en las laderas a muy bajo costo para desarrollar una agricultura intensiva vinculada específicamente a la exportación de uva, cítricos y aguacates. Además, han construido pozos profundos de 200 hasta 300 metros para regar sus cultivos, lo que ha afectado el acceso al agua no sólo de los pequeños productores sino también de las familias que han visto secarse sus norias, de donde extraían el agua para uso doméstico.

Fuera de esta convivencia crítica en torno a los recursos de un territorio no existe otro tipo de vínculo entre la pequeña agricultura y las empresas agrícolas. Exploramos la posibilidad de vínculo entre estos actores, como el que se establece en la agricultura de contrato, a propósito de las experiencias de otros países de América Latina, y de la voluntad del Estado chileno de promover este encadenamiento como una modalidad de promoción de la pequeña agricultura. Sin embargo, sólo uno de los pequeños productores entrevistados vende hace años parte de su producción de ajos a una empresa agrícola que se llama Especieras del Sur, que no participa en el sector dominante de fruta de exportación y que, según el Servicio Nacional de Aduanas, no registra exportaciones en los últimos años.

Es decir, la configuración territorial de Llay Llay es determinada principalmente por la coexistencia de pequeños productores que cultivan hortalizas y las comercializan en los mercados locales y empresas agroexportadoras de frutas. Una coexistencia que ratifica la tendencia señalada por Kay (2007), en el sentido de que la modernización agrícola provoca un impacto diferenciado que constituye una agricultura a dos velocidades. Pero además es una coexistencia funcional, ya que el rezago de la pequeña agricultura ha favorecido la concentración de la tierra y de los derechos de agua por parte de las empresas, y la disponibilidad de fuerza de trabajo a propósito de la asalarización campesina. Como señala Llosa (2005), se ha dado en los pequeños agricultores un proceso de diferenciación hacia abajo por desagregación y proletarización.

En definitiva, la presencia de las empresas agrícolas en este territorio no es más que el de un enclave agroexportador, con un alto nivel de inversión, pero que no genera ninguna externalidad positiva en la zona: sólo ofertan empleo temporal y particularmente precario, dada la ubicación de los cultivos en laderas, y exigen el cumplimiento de determinadas condiciones de trabajo que incrementan los riesgos de accidentabilidad.

Con este enclave agroexportador versus la pequeña producción se replica localmente la dualidad paradójica a nivel nacional a la que nos referimos al comienzo de este estudio, y que cuestiona la promesa neoliberal “del goteo” o la más reciente apuesta del Estado para generar alianzas o encadenamientos productivos que incluyan la pequeña producción en el proyecto de Chile Potencia Agroalimentaria.

La generación de riqueza y el efecto de goteo que subyace a la estrategia global de competitividad no es una solución real a la marginalidad, exclusión y abandono de las poblaciones más pobres (…) es necesario abordar los aspectos estructurales de orden institucional, político y macroeconómico que hacen del modelo predominante una máquina que ha asumido como inevitable y aceptable el hecho de que produce riqueza y pobreza simultáneamente (Echeverri, 2002: 76).

Finalmente, creemos impensable un desarrollo rural sostenible, sobre bases fragmentadas; es decir, sobre la base de las condiciones actuales de inequidad entre unos y otros actores. Si bien se admite la mejora de las condiciones de vida de la población rural en comparación con décadas pasadas, es necesario reconocer que la pobreza actual que enfrenta este sector de la pequeña producción más descapitalizada es una pobreza que tiene un nuevo carácter. No es la pobreza de la exclusión absoluta, sino más bien la de una inclusión precarizada y funcional a los intereses de un modelo agroexportador que condiciona y define las dinámicas de este territorio.

 

Notas

(1) Este artículo fue elaborado a partir de la tesis de Maestría de Desarrollo Territorial Rural, cursada en FLACSO – Ecuador, durante los años 2010-2012. La idea básica era identificar y analizar las estrategias productivas y reproductivas de 19 pequeños productores y dar cuenta de las dinámicas territoriales que contextualizaban estas estrategias. Y la problemática se refería a cómo los sectores más rezagados del actual dinamismo de la ruralidad chilena, particularmente los pequeños productores y sus familias, enfrentaban este rezago y desarrollaban una serie de estrategias que les permitían su reproducción material y social. Se agradecen el trabajo de tutoría de Liisa North y Víctor Hugo Torres en la realización de la investigación y la colaboración de Cory Muldoon en la traducción y corrección del resumen.

(2) Se entrevistó a 5 productoras y a 14 productores. Sus edades fluctúan entre los 30 y 74 años, pero la mayoría de ellos, 12 productores, tienen entre 50 y 65 años. Respecto de su vinculación con programas del Estado, si bien un número importante de ellos fueron beneficiarios de algún programa del Estado, actualmente sólo 6 son beneficiarios. En cuanto a su pertenencia a alguna Asociación, 8 no están asociados y 11 pertenecen a Asociaciones de productores y al Sindicato de trabajadores agrícolas independientes de Llay Llay. Y por último, respecto de la tenencia de la tierra y tipos de cultivo, los productores entrevistados acceden a superficies que van entre 0.5 y 6 ha, en su mayoría son dueños de la tierra y producen principalmente hortalizas.

(3) El Estado de Chile es unitario y su territorio se divide en regiones, provincias y comunas. La comuna es la división administrativa más pequeña.

(4) Esta cifra es una proyección para el 2012 de la cifra registrada en el censo del 2002. No están disponibles los resultados definitivos y a nivel comunal del Censo de Población y Vivienda realizado el año 2012.

(5) En Argentina, Bolivia y Venezuela, la población rural se define de acuerdo con el número de personas. En Cuba, Honduras, Nicaragua y Panamá, según el número de población y acceso a servicios básicos, como luz eléctrica, alcantarillado, centros de salud y de educación, etc. Chile es el único país que considera la actividad principal como indicador de medición de lo rural (Rodríguez et. al, 2010).

(6) Este incremento de la pobreza registrado por la CASEN 2009 fue ampliamente discutido. Sin embargo, finalmente se lo explica por la crisis económica del período (Serrano, 2012).

(7) La asignación de tierras en Chile ocurrió básicamente durante los procesos de Reforma Agraria de los gobiernos de Eduardo Frei y Salvador Allende entre los años 1964-1973, y en el proceso llamado de parcelación implementado durante la dictadura militar. Este consistió en la reasignación de 1/3 de la tierra expropiada durante la reforma agraria a sectores no campesinos y a campesinos que no hubieran sido dirigentes (Gómez, 2005).

(8) El 41% de la producción de aguacates del país proviene del Valle del Aconcagua y son plantaciones en terrenos con fuerte pendiente y con prácticas de manejo rentables para la producción de exportación (Soto et. al, 2011).

(9) En Chile, la distinción entre los productores se establece mediante políticas del Ministerio de Agricultura. Y se define de acuerdo con la superficie explotada. La pequeña producción es aquella que accede una superficie no superior a 12 hectáreas de riego básico (HRB). Los medianos productores acceden a una superficie de entre 12 HRB y 60 HRB. Y los grandes, a una de más de 60 HRB. Cabe aclarar que la HRB es una medida de equivalencia establecida durante la Reforma Agraria en la década de los ´60 y representa una hectárea de riego de la zona central (Echeñique et al., 2009)

(10) El Programa Servicio País Rural está orientado a personas y organizaciones que presentan altos índices de vulnerabilidad. Mediante él se espera generar procesos que permitan a las comunidades rurales avanzar en soluciones sustentables y de calidad para la superación de la pobreza (Guía Red de Protección Social). Este programa comprende el trabajo de jóvenes profesionales en función de suplir la falta de capital humano de aquellos municipios con menor presupuesto o en condiciones de mayor aislamiento.

(11) El PRODESAL es un programa del Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) que trabaja con los sectores de la pequeña producción considerados más vulnerables e inviables productivamente.

(12) Este intento de articulación entre la pequeña producción y la agroindustria no es nuevo, al menos a nivel nacional. Echeñique (2009), en un estudio en el que caracteriza a la pequeña producción chilena mediante la comparación de los resultados de los censos agropecuarios de los años 1997 y 2007, señala que a pesar de los esfuerzos en políticas públicas y del INDAP, la participación de los pequeños productores en las ventas a la agroindustria y la agricultura de contrato es minoritaria.

(13) Este programa es coejecutado por el INDAP y el PRODEMU y se propone el desarrollo de las capacidades empresariales de las mujeres productoras.

(14) La Asociación Obreras de las Peñas es una organización de mujeres productoras de flores que se constituyó a propósito del Programa de capacitación para mujeres del Convenio INDAP PRODEMU.

 

Páginas Web

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http://www.indap.cl

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http://www.mercantil.com

http://www.losandesonline.cl/noticias/13930/17022011-ministro-de-agricultura-visito-la-comuna-de-llay-llay.html

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Recibido: 10 de junio de 2014.
Aceptado: 21 de noviembre de 2014.
Publicado: 29 de diciembre de 2014.

 

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