Mundo Agrario, agosto - noviembre 2023, vol. 24, núm. 56, e213. ISSN 1515-5994
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro de Historia Argentina y Americana

Artículos

Capital agroindustrial y transformaciones de la ganadería bovina pampeana, Argentina

Mabel García

Departamento de Economía, Planeamiento y Desarrollo Agrícola, Facultad de Agronomía, Universidad de Buenos Aires / Instituto de Ecología y Desarrollo Sustentable (UNLu-CONICET), Universidad Nacional de Luján, Argentina, Argentina
Samanta Villa

Departamento de Economía, Planeamiento y Desarrollo Agrícola, Facultad de Agronomía, Universidad de Buenos Aires, Argentina, Argentina
Cita sugerida: García, M. y Villa, S. (2023). Capital agroindustrial y transformaciones de la ganadería bovina pampeana, Argentina. Mundo Agrario, 24(56), e213. https://doi.org/10.24215/15155994e213

Resumen: Este artículo se propone estudiar las transformaciones de las explotaciones agropecuarias –EAP– ganaderas bovinas de la región pampeana en las últimas tres décadas, teniendo en cuenta la génesis de su localización, los vínculos con la industria frigorífica y las exportaciones de carne. A partir de la recopilación y sistematización de diversas fuentes de información secundaria se describió la evolución de los sistemas productivos ganaderos y la industria frigorífica, y se analizó la concentración y centralización actual de la producción y procesamiento de carne vacuna en la Argentina. Los resultados sugerirían que los productores insertos en el mercado externo avanzan hacia sistemas de producción intensivos en capital/ha transformando la estructura agraria, con lo que se contribuye a la concentración productiva. Si bien la localización de la producción y procesamiento de carne bovina se remonta a los inicios de la actividad ganadera, la expansión del capital agroindustrial se ha puesto de manifiesto en las transformaciones de las EAP ganaderas pampeanas de las últimas décadas.

Palabras clave: Capital agroindustrial, Explotaciones agropecuarias, Ganadería bovina pampeana.

Agribusiness capital and transformations of livestock bovine breeding in the Pampas, Argentina

Abstract: The purpose of this article is to analyse the changes experienced by the livestock bovine breeding exploitation in the Pampas region, during the last three decades. The origin of the corresponding location together with the links to the meat processing plants and meat export, are considered. Starting from collection and organization of different sources of secondary information, the evolution of livestock breeding and meat processing industries are described, as well as the concentration and unification of present production and processing of beef bovines in Argentina. The results would suggest that, in addition to moving towards intensive production systems, breeders inserted in the foreign market have transformed the agrarian structure and the Pampas territory. Such alteration led to the displacement of the smallest producers and, consequently, to productive concentration. Although the territorial conformation of beef production dates back to the beginning of livestock activity in the region, the expansion of current agribusiness capital is evident just as presented in this article.

Keywords: Agribusiness capital, Agricultural exploitations, Livestock bovine breeding in the pampas.

1. Introducción, objetivos y estrategia metodológica

Históricamente, en la Argentina la cadena de la carne bovina ha tenido importancia, en relación con otros sectores de la economía, tanto por su participación en el valor de las exportaciones como por la incidencia del precio de la carne en la ponderación del índice de inflación. La cadena de la carne vacuna se encuentra integrada por tres sectores, primario (cría, recría y engorde), industria frigorífica (faena y desposte) y comercialización, que conforman un amplio y tenso arco de actores. Actualmente, casi el 56 % del valor se agrega en la etapa primaria, el 40 % en la transformación y sólo un 4 % en el transporte (BCR, 2021). Según datos del último Censo Nacional Agropecuario –CNA–, en 2018 alrededor del 70 % del stock se localizaba en la región pampeana. Por su parte, el mercado de carne bovina, desde las demandas externa e interna, opera cambios globales que, junto con otros factores, han transformado la etapa primaria de la cadena (Villa & García, 2020). Esta situación se complejiza aún más debido a la existencia de ciclos ganaderos con fases de retención y liquidación del stock bovino (García, 2021) que, además de una amplia gama de políticas implementadas por el Estado, impactan sobre los distintos actores de la cadena (Villa & García, 2020). Es importante tener en cuenta que los planteos políticos fundamentados desde una perspectiva económica orbitan en torno a la necesidad de avanzar hacia sistemas más eficientes de producción para participar en un mercado externo cada vez más exigente y competitivo. Pero ¿la política agroalimentaria sólo debe estar vinculada a la generación de divisas y el aumento de las exportaciones? Siguiendo la lógica de la eficiencia, la génesis de la localización territorial de la cadena cárnica tuvo lugar, mayoritaria y estratégicamente, en la región pampeana.1

Es relevante destacar que desde el último cuarto del siglo XX se ha acelerado en América Latina un conjunto de transformaciones agrarias producto del proceso de expansión del capital agroindustrial. Considerando la expansión del capital agroindustrial de origen extranjero dentro de las cadenas agroalimentarias argentinas un punto de partida para analizar su actual concentración, varios autores han investigado las relaciones entre la producción primaria y el capital agroindustrial. Algunos, desde la perspectiva de las Cadenas Globales de Mercancías –CGM– (Gereffi, 2001; Gereffi y Korzeniewicz, 1994). En ese sentido, Posada, Martínez de Ibarreta y Pucciarelli (1996) plantean que es ineludible analizar la articulación entre los sectores agropecuario e industria, los cambios tecnológicos y sus repercusiones en términos económicos, productivos y sociales. Para ellos, el capital agroindustrial subordina a la producción agraria y acelera los procesos de expulsión de la pequeña producción. Desde otra perspectiva, Murmis (1994) planteó la existencia de asimetrías de poder entre el eslabón de la producción agropecuaria y el resto de los integrantes de las cadenas. Por su parte, Gutman y Gorenstein (2003) señalan que la concentración, centralización y transnacionalización del sector agroalimentario en sus distintos eslabones hicieron que las pequeñas y medianas firmas se vieran desplazadas y el sector cooperativo perdiera importancia relativa. Otros, como Steimbreger y Alvaro (2010), estudian la Gran Empresa Integrada –GEI– y la definen como unidades de producción complejas que articulan de modo orgánico diferentes unidades agrarias, industriales y/o de comercialización, como si conformaran una única unidad de producción elemental (Tsakoumagkos, 2006). Por su parte, el enfoque del agronegocio, sin tener en cuenta la existencia de relaciones contradictorias/antagónicas entre los agentes sociales que conforman los diferentes eslabones de la cadena ni la transferencia de excedentes entre ellos (Vértiz, 2017), supone que los intereses entre los diferentes agentes socioeconómicos se armonizan y logran coordinar las actividades agropecuarias e industriales.

Ahora bien, teniendo en cuenta la expansión del capital agroindustrial en la región pampeana y las transformaciones agrarias que han tenido lugar en las últimas tres décadas, ¿cómo evolucionó la estructura agraria pampeana en relación con dicha expansión? Y en particular, ¿cómo han evolucionado las EAP dedicadas a la ganadería bovina?; ¿cómo han operado dichas transformaciones en la evolución de los sistemas de producción de carne vacuna? Por otra parte, en términos de la demanda mundial de carne, cabe preguntarse: ¿puede dicha demanda direccionar la estructura agraria pampeana hacia una mayor concentración económico-productiva? ¿Es posible la permanencia de los pequeños productores ganaderos pampeanos en el contexto de expansión del capital agroindustrial?

Este artículo se propone estudiar, en el marco de la expansión del capital agroindustrial, las transformaciones de las explotaciones agropecuarias –EAP– dedicadas a la ganadería bovina en la región pampeana en las últimas tres décadas, teniendo en cuenta la génesis de su localización, los vínculos con la industria frigorífica y las exportaciones de carne vacuna. Se espera, a partir de la caracterización de la evolución de los sistemas productivos ganaderos pampeanos y la industria frigorífica, analizar la concentración y centralización actual de la producción y el procesamiento de carne vacuna en la Argentina.

Para alcanzar dicho propósito, se abordó una investigación exploratoria descriptiva. Se utilizó una metodología mixta, cualitativa y cuantitativa, utilizando diversas fuentes de información secundaria, como publicaciones científicas y académicas, informes y recopilaciones de datos elaborados por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina –IPCVA–, informes de la Cámara Argentina de Matarifes y Abastecedores –CAMyA– y la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina –CICRA–, y datos del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria –SENASA– y de los Censos Nacionales Agropecuarios –CNA– 1988, 2002 y 2018 proporcionados por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos –INDEC–. Dichas fuentes se analizan y sistematizan para abordar el estudio del contexto de expansión del capital agroindustrial y su relación con las transformaciones de las EAP dedicadas a la ganadería vacuna en la región pampeana. Es necesario señalar que en este artículo nos referiremos a la región pampeana en términos geográficos físicos; por ello, el análisis comprende las provincias argentinas de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, La Pampa y Santa Fe.

A lo largo de este artículo se espera aportar a los estudios sociales agrarios estudiando en profundidad las articulaciones agroindustriales con los entramados productivos ganaderos pampeanos. Para ello, se presentan los resultados en cuatro apartados. Los dos primeros, con enfoque histórico separados en dos etapas, una entre 1880 y 1980 y otra desde 1990 a la actualidad, intentan poner al descubierto los principales factores que intervinieron en la génesis de la localización territorial y los vínculos entre la ganadería vacuna y la industria frigorífica abordando las transformaciones agrarias en general y de los sistemas productivos ganaderos pampeanos en particular. Los siguientes apartados, focalizados en las tres últimas décadas y la región pampeana, analizan la concentración de las EAP y, más específicamente, las transformaciones de las EAP dedicadas a la ganadería bovina intentando relacionarlas con el volumen de exportaciones de carne vacuna argentina.

2. Génesis de la localización territorial. Vínculos entre la producción de carne vacuna y la industria frigorífica en la Argentina

2.1 Breve recorrido desde 1880 a 1980

Los orígenes de la actividad ganadera bovina argentina se remontan a las vaquerías del siglo XVII, las estancias coloniales en el XVIII y los saladeros del XIX. Particularmente, entre 1880 y 1930, durante la etapa del modelo agroexportador basado en la producción estratégica de las usualmente denominadas "principales producciones pampeanas" –granos y carne bovina–, la economía argentina comenzó a definirse en términos de concentración de la riqueza y del ingreso en la región. Dado que dichas producciones son materia prima para abastecer distintos complejos agroindustriales, el mecanismo que definía una tendencia depresiva o expansiva en el sistema de la economía primaria exportadora estaba regulado desde el exterior; el nivel de las exportaciones no dependía básicamente de los precios locales sino de la situación de la demanda mundial (Ferrer y Rougier, 1963).

En sus comienzos, la localización territorial de la industria frigorífica dependía de la ubicación de los rodeos que se arreaban desde las inmediaciones; luego, siempre ha dependido del transporte y tecnología disponible. En 1880, la aparición del frigorífico tuvo lugar al unísono de otras tecnologías, como el mejoramiento de las razas vacunas y la introducción de la alfalfa (Azcuy Ameghino, 2007). Ese mismo año comienza el primer ciclo de la industria frigorífica pampeana, con la ley 1.308 de "Liberación de derechos a la exportación de carnes frescas" (1883) y la ley 2.234 de "Subsidios para la exportación de ganado en pie y carnes conservadas" (1887).

Luego del brote de fiebre aftosa de 1900, que produjo la clausura de los puertos ingleses y franceses para el ganado argentino, comienza a tomar impulso la exportación de carnes congeladas y, en menor medida, de las enfriadas. En 1902 se prohibieron las exportaciones de ganado argentino en pie (Gravil, 2019). Ese mismo año, inversores británicos, en combinación con capitales extranjeros, construyen The La Plata Cold Storage Company Ltd. y, en 1903, la Smithfield & Argentine Meat Company. Para ese entonces, la. principales inversiones nacionales en el sector eran la Sansinena Company (1884), el Frigorífico La Blanca (1902) y el Frigorífico Argentino (1905). Los británicos comenzaban a dominar el mercado. Por ello, según Lluch (2019), el año 1903 marca el fin de este primer ciclo y el comienzo del segundo, denominado "gran ciclo de inversiones externas (1903-1919)". Sin embargo, hasta 1904-1905 las inversiones en frigoríficos de carne bovina aún mantenían un cierto equilibrio entre capitales británicos y argentinos.

En este segundo ciclo, una serie de factores, como la guerra anglo-bóer, la crisis productiva en Australia y las huelgas frigoríficas en Chicago, traccionaron el aumento de las exportaciones, y con ello las inversiones (Gravil, 2019). Lluch y Rayes (2014) señalan que entre 1907 y 1914 se produjo la entrada de capital estadounidense y, con ello, la extranjerización de los frigoríficos argentinos. Se genera así una fuerte competencia entre capitales británicos y estadounidenses, denominada "primera guerra de carnes" (1908-1911). Entre 1921 y 1930 se consolida la industria frigorífica argentina. Luego, entre 1930 y 1950, durante la etapa de industrialización sustitutiva de importaciones (1930-1970), gran parte de estas industrias se radicaron en los centros urbanos de la región pampeana. Así, también, continuó el proceso de concentración de la mayor parte de los bienes que se exportaban (Gómez Lende y Velázquez, 2008). Según Lluch (2019), desde sus inicios, en la Argentina la industria frigorífica estuvo concentrada e integrada hacia adelante, sin el manejo de la ganadería y con el foco puesto en eficientizar las estructuras de compra, transporte y comercialización. Desde otra perspectiva, esta focalización podría analizarse en términos de la subordinación de la ganadería pampeana argentina a intereses extranjeros y en el impacto de la diferenciación entre los productores invernadores,2 aliados a los frigoríficos, y los criadores3 (MA, 1923; Giberti, 1986).

Con el comienzo de la Primera Guerra Mundial, el comercio internacional se transformó e incidió sobre la génesis de la localización de los centros de comercialización de la cadena. Frente a la intervención británica sobre los mercados de destino para favorecer la colocación de carne procedente de frigoríficos de capitales británicos, el resto de los frigoríficos respondieron aumentando, aún más, la especialización geográfica en la producción y los volúmenes de exportación de carnes procesadas, ambos procesos vinculados con el surgimiento de grandes empresas estadounidenses (Lluch, 2019; Lluch y Rayes, 2014).

Es importante mencionar que las plantas faenadoras y los productores ganaderos pueden obtener renta diferencial tanto por su ubicación como por el destino final de los productos que procesan. Por un lado, la localización de los frigoríficos puede generar renta diferencial a los productores ganaderos más cercanos, que podría calcularse mediante la diferencia del valor de los fletes según las distintas zonas de producción primaria; por el otro, los frigoríficos generan renta diferencial a los productores ganaderos a partir de la diferencia de precios obtenida según destino final de la faena -mercado interno o externo-. A partir de la obtención de esta renta diferencial, los grandes estancieros de la provincia de Buenos Aires, ubicados en las cercanías de los frigoríficos cuya producción era exportada, lograron integrar la elite ganadera con injerencia política y social. Los estancieros invernadores se convierten así en aliados de los frigoríficos. Sin embargo, con el fin de la Gran Depresión, los británicos disminuyen las compras de carnes refrigeradas pampeanas, lo que afectó a la mencionada elite (Saccomanno, 2014). A raíz de esta situación, en 1933 se firmó el Acuerdo Roca-Runciman, por el cual Gran Bretaña se comprometía a mantener el volumen de importaciones de carne enfriada argentina, a cambio de que las inversiones inglesas recibieran un trato preferencial para posicionarse nuevamente en la Argentina, luego de ser desplazadas por capitales estadounidenses.

En ese contexto, los productores ganaderos de todo el país, no solo la elite, emprendieron la reorganización del comercio de la carne. En 1934 crean la Corporación Argentina de Productores de Carnes -CAP-, con lo que se inaugura un ciclo que duró más de 40 años, hasta la disolución de esta corporación en 1976. El objetivo de la CAP era la distribución equitativa de los beneficios generados en la cadena cárnica entre los productores ganaderos, los peones rurales, los trabajadores de los frigoríficos y los consumidores. Para ello, una parte del ingreso obtenido por la venta de ganado era retenida y destinada a la capitalización de la Corporación (Saccomanno, 2014). Los objetivos planteados por la CAP no pudieron alcanzarse.

También en 1933, mediante la ley 11.747, se crea, como entidad autárquica, la Junta Nacional de Carnes -JNC- para direccionar la política comercial interna y externa y, a su vez, cumplir el rol de certificar la calidad de la carne. En 1946, la JNC pasó a depender del Banco Central, en 1949 quedó en manos de la Secretaría de Economía y, luego, del Ministerio de Economía. Entre1956 y 1973 volvió a su condición de ente autárquico, hasta que nuevamente pasó a depender del Ministerio de Economía.

En los años setenta, cuando se inició una serie de transformaciones en cuanto a mercados, productos y uso de tecnología, la Argentina registró una caída de las exportaciones de carne vacuna y dejó de ocupar el primer lugar en las exportaciones mundiales. Se deterioran así las posibilidades de desarrollo del complejo agroindustrial cárnico, y la industria frigorífica de capitales británicos retira sus inversiones en el país mediante el cierre o la venta a capitales nacionales de los frigoríficos de su propiedad. Los capitales norteamericanos, por su parte, decidieron asociarse con capitales argentinos para continuar su operatoria. Cabe señalar que, también en esta década, emerge como comprador de carne el mercado soviético, que pasó de adquirir 46 mil toneladas en 1973 a casi 400 mil en 1974 (Romero, 2013). En los ochenta comienza a funcionar en el mercado mundial la “cuota Hilton”, cupo de exportación de carne vacuna con mejores precios establecido por la Comunidad Económica Europea -CEE- para cada uno de los países exportadores.

2.2 Las últimas tres décadas, desde 1990 a la actualidad

En los noventa se produjo la liberalización del mercado agroalimentario argentino. Los grandes hipermercados desplazan a los capitales industriales del centro de los entramados agroalimentarios, y se transforman en el núcleo de decisiones empresariales con predominancia de capitales transnacionales (Gorenstein, 1998). En 1991, por el decreto Nº 2284/91, fue disuelta la JNC, como también la JNG; además, el decreto ordena transferir sus funciones a la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca. Dicho decreto fue modificado por el 2488/91 para levantar todas las restricciones al comercio externo e interno y dejar que operase el libre juego de la oferta y la demanda sobre el mercado de la carne. En 1996 se crea la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario -ONCCA- y, en 2001, el IPCVA. En 2011, se disolvió la ONCCA y se crearon la Unidad de Coordinación y Evaluación de Subsidios al Consumo Interno -UCESCI-, que siguió operando hasta 2017, y el Registro de Operaciones de Exportación -ROE-, vigente hasta el día de hoy.

Debido a la apertura del mercado, por un lado, las pequeñas y las medianas empresas sin acceso a la exportación de sus productos no pudieron permanecer en el sector; por el otro, las que se posicionaron como subsidiarias de las transnacionales mediante distinto tipo de asociaciones lograron capitalizarse y enriquecerse (Romero, 2013). En este contexto, algunas grandes empresas locales fueron adquiridas por capitales extranjeros, con lo que se registró, en palabras de Schorr (2007), una “creciente trasnacionalización productiva por parte de firmas y grupos económicos de países periféricos”. Las recientes reconfiguraciones de la industria frigorífica argentina y las transformaciones de la estructura de la oferta de ganado en pie pampeana sustentan empíricamente la teoría de que la expansión del capital agroindustrial de origen extranjero en la Argentina impulsó la concentración y centralización de la cadena. La fase expansiva desarrollada por la industria de la carne en los años dos mil y el tipo de cambio que favorecía a los frigoríficos radicados localmente estimularon la aparición de fondos de inversión norteamericanos en la cadena de la carne.

A partir de 2006 la política agropecuaria implementada en torno a la cadena de la carne tuvo el eje puesto en abastecer el mercado interno. Además, el proceso de sojización, junto con una fase de retención del ciclo ganadero sustentada en el aumento del precio del ganado en pie, nuevamente afectaron la industria procesadora de productos para exportación. Según la CAMyA (2021), estos procesos han logrado reducir los márgenes agropecuarios de la ganadería vacuna e imponer condiciones de calidad, presentación y hasta de traslado del producto. Esto es así, en parte, porque los frigoríficos proveedores de mercados externos deben abastecerse de explotaciones agropecuarias cuyos productores tengan una habilitación nacional de "campo de exportación" (productores insertos en el mercado externo). Estos productores, a partir de las resoluciones de SENASA Nº 15 y Nº 391, ambas de 2003, deben comprar sus terneros con el certificado de origen y caravana, como también mantener registros individuales de los animales. La industria frigorífica cuya producción es destinada al mercado externo obtiene mejores precios y, en general, el invernador con novillos certificados para exportación recibe también un precio más alto que los invernadores productores para mercado interno. Este mayor precio puede trasladarse hasta los criadores con terneros caravaneados certificados (Bisang, 2003). Los frigoríficos disputan la obtención de mayores cuotas de exportación debido a los mejores precios que reciben por los cortes demandados por el mercado externo. Estos productos de exportación, diferentes en tipo de corte y animal de los demandados en el mercado local, tienen mayores exigencias sanitarias.

En cuanto al vínculo entre los productores de carne para exportación y los frigoríficos, se plantean dos estrategias con intereses contrapuestos en relación con los precios de la carne. Desde el sector privado, la de los productores invernadores, que consiste en asociarse a los frigoríficos y desarrollar consorcios de exportación y/o empresas coordinadas por contratos (Martínez Dougnac, Gresores y Azcuy Ameghino, 2006). Desde el Estado, las propuestas de regulación del mercado de la carne, vinculadas al concepto de acople de los precios internacionales con los internos, intentan desacoplarlos utilizando herramientas como los derechos de exportación, cupos de exportaciones o acuerdos de precios (Villa & García, 2020). Recientemente, según datos del IPCVA (2022), entre abril de 2020 y el mismo mes de 2021 la carne aumentó 66 %, 20 % más que la inflación general registrada para ese período. En pos de limitar el incremento de precios internos de la carne, en mayo de 2021 el gobierno actual suspendió por 30 días las exportaciones y, a partir de enero de 2022, se suspendieron por dos años las exportaciones de los cortes preferidos por los consumidores argentinos.

Retomando la evolución de la localización de la faena de bovinos, se puede observar que, si bien actualmente dicha faena está autorizada en todo el territorio nacional, con excepción de la ciudad de Buenos Aires, aún hoy se concentra en la región pampeana y en particular en la provincia de Buenos Aires. Analizando la localización de la capacidad frigorífica y de faena instalada, vemos que desde su génesis se ha localizado entre la zona donde las plantas procesadoras se abastecen de ganado en pie (EAP ganaderas) y la zona donde deben suministrar los productos procesados (asentamientos de consumidores y puertos), con lo que intentan disminuir sus costos de producción y se apropian de parte de la renta de la tierra generada por su ubicación. En 2020, Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos acumularon el 82 % del volumen faenado en la Argentina. En ese mismo año, operaron 398 plantas que faenaron 14.231.789 cabezas de ganado bovino; 341 de estas plantas prestaron servicios de faena para ganado de terceros y 57 plantas faenaron sólo animales propios (CAMyA, 2021). Por otra parte, también en 2020, había 1795 matrículas de matarifes4 vigentes, que también se concentraban territorialmente en la región pampeana, particularmente en Buenos Aires; esta, además, cuenta con un total de 96 frigoríficos en actividad, de los cuales 26 exportan sus productos (Paolilli et al, 2019). De los matarifes abastecedores con faena a cargo, 3 correspondían a hipermercados sin planta faenadora propia y 30 a frigoríficos que tercerizaban parte de su faena (CAMyA, 2021).

En las últimas dos décadas, los matarifes y abastecedores -MyA- autorizados se consolidaron en el mercado interno como un actor tanto o más relevante que los frigoríficos “tradicionales”. Es un eslabón muy heterogéneo en la cadena. Dichos MyA se presentan con diversos perfiles: dueños de carnicerías, supermercados, frigoríficos, abastecedores u otros que circunstancialmente ingresan al mercado. Por lo tanto, en la etapa de faena se ponen en evidencia diferencias entre aquellas empresas que cuentan con capacidad fija -sean frigoríficos integrados y/o prestadores de servicios- y los MyA que operan con mínimo capital fijo y alta rotación del capital circulante (Bisang, 2003).

3. Transformaciones agrarias y sistemas productivos ganaderos bovinos pampeanos

3.1 Breve recorrido desde 1880 hasta 1980

Las transformaciones agrarias y la vinculación entre la agricultura y el desarrollo de la ganadería bovina pampeana han sido estudiadas desde diversos enfoques (Azcuy Ameghino y León, 2005; López, Arbelectche, Carvalho y Perugorria, 2011). Desde una perspectiva histórica, la dinámica expansiva del capital agrario en dicha región comenzó con los frentes ganaderos en el siglo XIX, luego se dio con la apertura de las fronteras agrarias durante la primera mitad del siglo XX, el proceso de “agriculturización” (1960-1990) y la explosión de la soja (1990-2001) (Villa & García, 2020).

En la región pampeana tuvieron lugar dos procesos de agriculturización.5 El primero, entre finales del siglo XIX y 1930, tuvo como actores principales a los agricultores familiares arrendatarios y posicionó a la Argentina en el mercado internacional de granos. El segundo se inicia a partir de 1960, cuando se incrementó la demanda mundial de carne que motorizó tanto la relocalización como la concentración de las existencias bovinas en zonas menos fértiles dentro de la región pampeana (Bilello, 2013) y en zonas extrapampeanas (Ortega y Azcuy Ameghino, 2009; Rearte, 2007).

Este segundo proceso de agriculturización puede dividirse en tres subfases. La primera comienza en los sesenta cuando, en función de la tecnificación del maíz, aproximadamente 4,4 millones de hectáreas en la zona Núcleo Maicera de Buenos Aires se destinaron a la agricultura continua, con lo que se desplazó la cría bovina. La segunda subfase comienza en los setenta en la pampa húmeda, con el surgimiento de la combinación trigo-soja. Posteriormente, el doble cultivo se va extendiendo hacia otras ecorregiones; especialmente, las Yungas, el Gran Chaco y el Espinal. Los productores tenían el objetivo de aumentar la productividad. Por ello, la preocupación central fue el desarrollo tecnológico de la ganadería y los análisis económicos se basaban en las concepciones clásicas y neoclásicas de la "racionalidad económica". Martínez Dougnac (2000) sostiene que desde comienzos de la década del sesenta y hasta mediados de los setenta se necesitaban cada vez menos kilos de carne para igualar los ingresos obtenidos mediante la agricultura, esta situación fue inversa en las décadas posteriores.

A partir de los setenta la llamada "cúpula ganadera" comienza a implementar el manejo del ciclo ganadero completo, movilizando la hacienda entre distintas EAP que funcionan de manera complementaria, desde las ubicadas en zonas de cría -donde es menor la productividad de pasturas/pastizales- hacia las EAP aptas para la invernada ubicadas en mejores zonas agroecológicas, incluso aptas para la agricultura (Martínez Dougnac, 2013). A raíz de la caída de las exportaciones, dependientes de la demanda británica y de capitales extranjeros, el quinquenio 1970-1975 fue una época de expansión del stock bovino. Sin embargo, algunos autores, como Cittadini (1990) y Pizarro (1997), plantean la existencia de una brecha tecnológica entre los grandes y pequeños productores pampeanos dedicados a la cría; otros, como Martínez Dougnac (2000), señalan que los condicionamientos económicos y financieros limitaron la incorporación de tecnología de una gran cantidad de EAP de menor tamaño, caracterizadas por producir a partir de fuerza de trabajo familiar.

La tercera subfase se inició en los ochenta con la incorporación de los híbridos de girasol. La participación argentina en el mercado mundial de carnes retrocede debido, en parte, a una disminución del stock, además de los bajos índices de productividad y el predominio de sistemas productivos extensivos a campo, mayoritariamente con alimentación con base en pasturas y escasa suplementación con granos y a corral, junto con deficientes manejos sanitarios.

3.2 Las últimas tres décadas desde 1990 a la actualidad

En la década del noventa, el aumento de los precios de los commodities agropecuarios y las manufacturas de origen agropecuario -MOA- generó una tendencia al monocultivo de soja, como también a la integración vertical en el creciente complejo sojero argentino, subordinando la producción de alimentos y los problemas ambientales en los territorios dependientes de intereses capitalistas globales (Martínez Dougnac, 2016; Romero, 2013). De esta forma se originaron profundas transformaciones territoriales que afectaron al sector agrario en general. Particularmente, se acelera el proceso de concentración de la tierra e intensificación de la actividad agrícola, en el marco de gran presencia de actores internacionales privados que siguen criterios de mercado.

La producción ganadera de los noventa no se ha reducido, sino que se ha transformado: disminuyó significativamente la superficie destinada a la ganadería bovina y se modificaron los sistemas de producción de carne, incrementando el número de cabezas/hectárea con el objetivo de aumentar la productividad/hectárea (García, Fiadone & Pescio, 2011). Además, se logra concretar una campaña efectiva contra la fiebre aftosa, vacunando a todos los rodeos con vacuna oleosa de alta inmunidad. Según López, Arbelectche, Carvalho y Perugorria (2011), la posibilidad de generar resultados económicos superiores con la agricultura llevó, desde 2002, al paulatino reemplazo de sistemas extensivos de alimentación a pasto por sistemas con diferentes niveles de intensificación, desde la suplementación al engorde a corral, desvinculados de la actividad agrícola (Vázquez y Rojas, 2006; Capdevielle, 2016).

Focalizando en las consecuencias socioeconómicas del proceso, se destacan los altos requerimientos de capital circulante (Giberti y Román, 2007), las modificaciones en la distribución de la renta de la tierra (Rodríguez y Arceo, 2006; Barsky, 2007) y la desaparición de unidades productivas más pequeñas (Román, García & González, 2006; García, 2020). Por lo tanto, la intensificación de las tradicionales producciones pampeanas en términos de capital/hectárea ha impactado fuertemente sobre la estructura agraria. Estas transformaciones productivas no son neutrales: tienen consecuencias que operan sobre los distintos actores que intervienen en el proceso y sobre la distribución del excedente económico (Trpin y Castro, 2016).

4. Explotaciones agropecuarias -EAP- pampeanas y transformaciones de la estructura agraria, en las últimas tres décadas

Una de las principales transformaciones de la estructura agraria en el territorio pampeano, desde 1988 hasta 2018, es el sostenido descenso del número de EAP y el consecuente incremento de la superficie promedio (Cuadro 1).

Cuadro 1
Evolución de la cantidad y la superficie promedio ha de las EAP total del país y provincias de la región pampeana 1988 2002 y 2018
Total país / Región / Provincias pampeanas Superficie promedio (ha) Cantidad de EAP
198820022018198820022018
Total del país 469588689378.357297.425228.375
Región Pampeana 376510627188.190134.11297.478
Buenos Aires36150564875.47951.10736.644
Córdoba34347856840.06125.62020.660
Entre Ríos22829438427.13421.57713.774
La Pampa1.4441.6381.6578.6327.7746.571
Santa Fe30040147836.88428.03419.829
Fuente: Elaboración propia sobre la base de los datos de los CNA 88, 02 y 18.

Analizando las variaciones que ha tenido la cantidad de EAP según los distintos períodos intercensales, puede observarse que, para los tres censos, la disminución de la cantidad de EAP de las provincias pampeanas, a excepción de La Pampa, ha superado la variación, también descendente, del promedio nacional (47 %). La provincia de Buenos Aires encabeza dicha disminución, con un incremento de casi el 80 % en el tamaño promedio de las EAP (Cuadro 2).

Cuadro 2
Variaciones intercensales de la superficie promedio de las EAP pampeanas y total país 1988 2002 y 2018
Provincia pampeanaBuenos AiresEntre RíosCórdobaSanta FeTotal del paísLa Pampa
Variación porcentual de la superficie promedio88- 0239,628,939,533,625,313,5
feb-1828,530,418,819,117,31,1
88-1879,36865,759,14714,8
Fuente: Elaboración propia sobre la base de los datos de los CNA 88, 02 y 18.

La estrategia de los productores agropecuarios pampeanos se centró en la capacidad de gestión de sus EAP para vincularse con diversos mercados: de capitales para el financiamiento, de tierras para el arrendamiento y de servicios, en el que los contratistas de maquinaria agrícola son los oferentes (Fernández, 2018). Las manifestaciones territoriales de los procesos de acumulación pampeanos pueden observarse, en parte, mediante los cambios consolidados en las formas de tenencia de la tierra. Según datos censales, entre 1988 y 2002 se incrementaron las formas de tenencia combinadas (propiedad/arrendamiento) (Cuadro 3) que tienden a incrementar el tamaño de las EAP, concentrando la producción no necesariamente por un aumento de escala en la propiedad de la tierra. La propiedad de la tierra deja de ser el elemento organizativo central de la producción pampeana; la concentración productiva y gerencial de las EAP (Moreno, 2019) facilita la adopción de tecnologías de insumos (maquinaria, agroquímicos, etc.) y de procesos, y entonces, en un gran número de casos, los propietarios de la tierra dejan de ser productores.

Cuadro 3
Porcentaje de superficie agropecuaria en arrendamiento en las provincias pampeanas 1988 2002 y 2018
ProvinciaCórdobaSanta FeBuenos AiresEntre RíosLa PampaTotal del país
Porcentaje de la Superficie agropecuaria total bajo arrendamiento (%)198813,812,313,610,110,87,5
200224,920,121,116,51911,5
201840,536,434,730,520,518,6
Fuente: Elaboración propia sobre la base de los datos de los CNA 88, 02 y 18.

En un marco de disminución general del número de EAP, los porcentajes de disminución por estrato de tamaño de las EAP, entre 2018 y 1988, muestran la desaparición de pequeños y medianos productores, como también registran incrementos (1,7 %) en el número de EAP en el estrato entre 1000 y 2500 ha. Por otra parte, según Reboratti (2013), la agriculturización habría influido en forma diferenciada al generar procesos de crecimiento demográfico en ciertas zonas/localidades y reforzando el proceso de despoblamiento en otras. Esta afirmación podría sustentarse analizando que las EAP de menor superficie, más dependientes del trabajo familiar, mantenían el territorio rural más poblado, y que, a la inversa, las EAP que trabajan mayores superficies requerirían menor cantidad de trabajadores por hectárea.

5. Consumo, exportaciones y concentración de la producción de las EAP ganaderas bovinas en las últimas tres décadas

Es ineludible señalar aquí el doble rol de la carne vacuna como proveedora de divisas y base de la alimentación nacional. El mercado interno y el externo mantienen un contrapunto que afecta a toda la cadena cárnica, impacta sobre una gran diversidad de actores e involucra políticas alimentarias y económicas (Villa & García, 2020).

En el marco de un Sistema Agroalimentario Argentino –SAA- globalizado, las proyecciones sobre la demanda de productos alimenticios de origen animal indican que, por distintos factores, el consumo de carne per cápita, tanto a nivel mundial como nacional, ha caído; sin embargo, el crecimiento de la población mundial producirá incrementos de la demanda total (Amurri, 2018). En la Argentina, el consumo anual promedio de carne vacuna por habitante, en el período 1960-1964, rondaba los 81,7 kg; entre 1985-1989 disminuyó a 76,5 kg y llegó a descender en la década del noventa hasta 55 kg (Martínez Dougnac, 2000). En 2021, dicho consumo fue de 47,5 kg/hab/año (CICRA, 2022). Bifaretti (2020) estudió que este descenso en parte se vincula con cambios en la conducta alimentaria, pues pudo estimar que alrededor del 30 % de la población es flexitariana,6 el 3 % es vegetariana y un 2 %, vegana. Además, según informó el IPCVA, en el contexto de la pandemia mundial el consumo de carne vacuna ha disminuido debido a la reducción de los ingresos de una gran parte de la población.

La participación argentina en el mercado internacional de carne vacuna ha venido disminuyendo desde hace décadas: a mediados de la década del veinte rondaba en aproximadamente un 60 %, en 1960 disminuyó a un 30 % y hacia finales de los ochenta sólo alcanzaba el 7 % (Martínez Dougnac, 2000). En 2018 y 2019, según informe de la CICRA (2022), la Argentina contribuyó con alrededor del 5 % del comercio mundial.

Con relación a la participación de las carnes en las exportaciones totales de la Argentina, en la década del sesenta giraba en torno al 21 %, y disminuyó en las décadas siguientes hasta representar en 2016 sólo el 2,15 %. El complejo exportador "carne y cuero bovino", en 2020, según datos del informe de comercio exterior del INDEC (2021), participó con el 6,1 % del valor total de las exportaciones argentinas. Según informes del IPCVA (2022), las exportaciones de carne vacuna argentina en 2021 rondaron las 571.000 toneladas netas, equivalentes a cerca de 805.000 toneladas de res con hueso, posicionándose, en volumen, un 7,6 % por debajo de las del año 2020 (616.248 tn). Sin embargo, dado que el precio promedio de 2021 fue un 11,1 % más alto que en 2020, en valor resultaron un 2,7 % superiores. La participación en el volumen por destino en las exportaciones del año 2021 fue de 74,3 % para la República Popular China, Chile 5,9 %, Israel 5,4 %, Alemania 3,8 %, Estados Unidos 3,7 %, Países Bajos 2,1 % y otros destinos, 4,8 %.

Entre 2018 y 2020, la producción de carne vacuna argentina mostró un pequeño incremento, pues pasó de 3.065.820 tn (toneladas de res con hueso) a 3.227.028 tn, mientras que en 2021 el volumen producido volvió a descender y alcanzó 2.979.397 tn (IPCVA, 2022). En 2019, se exportó casi el 20 % de la producción de carne, en 2020 el 24 % y en 2021 alrededor del 28 % (CICRA, 2022). La oferta de carne bovina se encuentra fuertemente determinada por la evolución del stock y la tasa de extracción7 (Gráfico 1). Ambos indicadores, que se ven afectados por una multiplicidad de factores, socioeconómicos, biológicos, climáticos y de políticas públicas nacionales e internacionales, muestran una pequeña recomposición del stock en el período 2011-2019, como también un aumento en la tasa de extracción entre 2016 y 2020. Entre 2019 y 2020 el stock se redujo en 1,5 millones de cabezas (- 2,7 %), dado que tanto la reducción del 2,5 % de los vientres -vacas y vaquillonas- como la sequía de 2019 produjeron una caída en la tasa de destete, con un 4 % de caída en el número de terneros, que redujo la oferta de hacienda para faena durante la segunda mitad de 2021 (CAMyA, 2021).

Gráfico 1
Tasa de extracción argentina, entre 2003 y 2020
Tasa de extracción argentina, entre 2003 y 2020
Fuente: Elaboración propia sobre la base de los datos del SENASA.

Es interesante analizar con qué estructura agraria se sustentan las exportaciones de carne para abastecer la demanda mundial. A partir de los datos relevados por los CNA 1988, 2002 y 2018, observamos que las EAP ganaderas pampeanas van disminuyendo su participación en el total de EAP tanto a nivel nacional como de región pampeana y provincial. Como vemos en el Cuadro 4, el nivel de producción actual se consolida sobre la concentración de las cabezas de bovinos en menor número de EAP. En ese sentido, se pone de manifiesto la mayor intensidad del uso de capital/ha para acompañar la intensificación de la producción y aumentar la productividad/ha.

Cuadro 4
Participación de las EAP ganaderas en el total de EAP 1988 2002 y 2018
Total País y Región Pampeana por provinciaPorcentaje de EAP ganaderas
201820021988
Total del país525859
Región Pampeana637476
Buenos Aires677774
Córdoba487076
Entre Ríos778589
La Pampa848989
Santa Fe526268
Fuente: Elaboración propia sobre la base de los datos de los CNA 1988, 2002 y 2018.

Según las variaciones porcentuales calculadas, la disminución en el número de explotaciones ganaderas fue mayor que la disminución en el número de cabezas; por lo tanto, paulatinamente entre 1988 y 2018, se ha ido incrementado el número de cabezas bovinas promedio por EAP (Cuadro 5).

Cuadro 5
Cabezas promedio por EAP y sus variaciones porcentuales 2018 2002 y 1988
Cabezas promedio / EAP2.0182.0021.988Var. % 02-18Var. % 88-02Var. % 88-18
Total del país345279188244883
Región Pampeana462364253274483
Buenos Aires6064253004342102
Córdoba36833923084860
Entre Ríos273208158313172
La Pampa471531394(- 11)3519
Santa Fe427356226205889
Fuente: Elaboración propia sobre la base de los datos de los CNA 1988, 2002 y 2018.

Según datos de los CNA, Buenos Aires pasó de tener 217 cabezas promedio por EAP en 1960 a 606 en 2018 (Cuadro 5). Estos datos ponen de manifiesto la capacidad económico-financiera de los productores ganaderos de la provincia, que sustentan la intensificación tanto productiva como de capital/ha necesaria para alcanzar estos promedios. La región pampeana mantiene un gran porcentaje del rodeo nacional bovino; sin embargo, su participación en el stock es levemente decreciente, ya que concentró en 2018 casi el 71 % del stock nacional, en 2002 el 75 % y en 1988 casi el 78 %. La provincia de Buenos Aires aumentó su participación en el stock nacional de bovinos del 34 % en 2002 a algo más del 37 % en 2018, con lo que demostró su capacidad financiera para adaptarse a las distintas relaciones de precios agricultura versus ganadería. Otro aspecto relevante es que el 20 % de las existencias provinciales se encuentran en el norte de Buenos Aires, región de ciclo completo y agricultura de alta producción, por lo que dispone de granos y subproductos para la suplementación. Además, esta zona concentra el 38 % de los frigoríficos del país, que absorben el 52 % del total nacional de faena; en términos de la provincia, representan el 65 % de los frigoríficos bonaerenses y absorben el 76 % de la faena (Paolilli et al, 2019). En ese sentido, vía fusiones, contratos y/o adquisiciones, se han formado algunas tramas territoriales lideradas por empresas de capitales transnacionales que tratan no sólo de controlar la capacidad de faena y garantizarse el abastecimiento de hacienda vacuna, sino que también ingresan en la comercialización y establecimiento de marcas propias.

6. Algunas reflexiones

Tal como relatamos en el artículo, la conformación territorial actual de la producción y procesamiento de carne bovina se remonta a los inicios de la actividad ganadera en la región pampeana. Es el resultado de procesos históricos que la fueron determinando desde la última parte del siglo XIX y a lo largo de todo el XX. Sin embargo, si bien los vínculos entre el sector primario de la cadena y la industria han ido cambiando, las EAP de mayor tamaño y capitalizadas siempre se han asociado a los intereses de los capitales agroindustriales extranjeros por diferentes motivos y en distintas circunstancias.

Durante las últimas tres décadas, la oferta interna y externa de carne vacuna se ha reconfigurado, manteniendo la relación positiva entre las EAP que concentran la mayor cantidad de cabezas vacunas y el manejo agropecuario de las mejores tierras pampeanas. En la actualidad, la demanda de carne presenta diversos estatus sanitarios y de cortes, que motivaron cambios tanto en los procesos productivos como en los circuitos de abastecimiento de hacienda, faena y comercialización. Por ello, a medida que la demanda se fue transformando y diferenciando según el destino final de la producción (mercado interno y externo) la especialización ganadera zonal se fue haciendo cada vez mayor. En relación con la articulación entre la estructura productiva de las EAP ganaderas pampeanas y la industria, podría pensarse que es posible delinear territorios esencialmente subsidiarios de la exportación (norte de la provincia de Buenos Aires) y otros que abastecen la demanda del consumo interno.

Los datos presentados en este trabajo dejan claro que el paradigma de la producción de alimentos, centrado en el abastecimiento de los mercados externos, pone en jaque la permanencia de los pequeños y medianos productores ganaderos pampeanos que enfrentan restricciones relacionadas con la competencia en el mercado, los ciclos ganaderos y la necesidad de mayores inversiones por hectárea para alcanzar los estándares productivos internacionales. Los resultados sugerirían que los productores ganaderos insertos en el mercado externo a través de sus vínculos con frigoríficos exportadores han contribuido a la transformación de la estructura agraria pampeana, al desplazamiento de los más pequeños y la concentración de la producción ganadera. El estudio de las transformaciones de las EAP dedicadas a la ganadería bovina pone de relieve, entre otros factores, las estrategias de los productores ganaderos a partir de las cuales el capital agroindustrial ha logrado expandirse, concentrarse y centralizarse en la región pampeana.

A modo de cierre, en relación con la importancia que tiene la sustentabilidad de la cadena de la carne bovina en la Argentina, surgen interrogantes en torno a los problemas ambientales que genera. Si bien no han sido analizados en este artículo, se pretende dejar abiertos el debate y la investigación. Uno de ellos es que las actividades de faena y los sistemas productivos ganaderos intensivos, debido a la creciente urbanización en la periferia de las ciudades y los recientes planes de ordenamiento territorial, han quedado localizados de forma tal que generan impactos ambientales sobre la población -efluentes, olores y ruidos molestos-. En este contexto, y conjuntamente con el incremento del valor inmobiliario de la tierra, nos preguntamos si en un futuro cercano sería plausible la relocalización de estas actividades. En este sentido, entendemos que el desafío actual es lograr que la ganadería argentina aumente la productividad, teniendo en cuenta el ambiente y la distribución de los excedentes generados por la cadena, con equilibrio territorial e inclusión social para fomentar el desarrollo económico de todos los eslabones involucrados en la producción de carne.

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Notas

1 Este trabajo ha sido financiado por el proyecto "Transformaciones en la estructura agraria y uso relativo de los factores directos de producción. El factor tierra en las provincias de Buenos Aires y Santiago del Estero”. Secretaría de Ciencia y Técnica. UBA. Programación Científica 2020-2022. Código: 20020190200088BA.
2 Productores que engordan el ganado hasta su terminación y envío al mercado.
3 Productores cuyo producto principal es el ternero.
4 El matarife compra hacienda en pie, ya sea por compra directa en el campo o mediante comisionistas, mercados concentradores o remates-feria; luego faena la hacienda en frigorífico, abonando el servicio.
5 En la Argentina, el uso creciente y continuo de tierras para la agricultura en lugar de la ganadería o de planteos productivos mixtos (agrícola y ganadero) se denomina “agriculturización" (Navarrete et al, 2005).
6 Personas que por algún motivo están atenuando el consumo de carne vacuna -IPCVA-.
7 Es el porcentaje de cabezas faenadas en relación con el stock.

Recepción: 31 Octubre 2022

Aprobación: 17 Julio 2023

Publicación: 01 Agosto 2023

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