Mundo Agrario, diciembre 2023-marzo 2024, vol. 24, núm. 57, e224. ISSN 1515-5994
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro de Historia Argentina y Americana

Artículos

Trabajos y hogares en espacios periurbanos. El caso de Ministro Rivadavia, Provincia de Buenos Aires

Julián Wolpowicz
Centro de Estudios e Investigaciones Laborales (CONICET), Argentina
Cita sugerida: Wolpowicz, J. (2023). Trabajos y hogares en espacios periurbanos. El caso de Ministro Rivadavia, Provincia de Buenos Aires. Mundo Agrario, 24(57), e224. https://doi.org/10.24215/15155994e224

Resumen: El presente artículo indaga en las características demográficas y sociocupacionales de los espacios periurbanos, a partir del caso de Ministro Rivadavia, en el Partido de Almirante Brown, Provincia de Buenos Aires. Este espacio, en los últimos cuarenta y cinco años, fue perdiendo su fisonomía productiva caracterizada por actividades agropecuarias, trazando un área heterogénea donde conviven usos residenciales y recreativos, junto con actividades productivas residuales (principalmente “granjas” porcinas) y extractivas (ladrilleras). A partir del análisis de la Encuesta de Hogares y Unidades Productivas Agropecuarias de Ministro Rivadavia (2017), se explican las relaciones entre las configuraciones de los hogares, las inserciones laborales y las estrategias de ingresos. A modo de reflexiones finales, se construyen distintos perfiles de los rasgos laborales sobresalientes según los diferentes tipos de hogares que residen en este espacio periurbano.

Palabras clave: Inserciones laborales, Hogares, Espacio periurbano, Ministro Rivadavia.

Labor insertions and household in peri-urban spaces. The case of Ministro Rivadavia, Buenos Aires Province

Abstract: This article analyze the demographic and socio-occupational characteristics of peri-urban spaces, based on the case of Ministro Rivadavia, in the Almirante Brown Party, Buenos Aires Province. Over the last forty five years, this space has been losing its socio-productive physiognomy characterized by livestock activities, tracing a heterogeneous area where residential and recreational uses coexist, as well as residual agricultural activities (mainly pig "farms") and extractives (brick production). Based on the analysis of the Survey of Households and Agricultural Productive Units of Ministro Rivadavia (2017), this work explains the relationships between household configurations, labor insertions, and income strategies. As final reflections, different profiles of outstanding labor characteristics are built according to the different types of households that reside in this peri-urban space.

Keywords: Labor insertions, Household configurations, Periurban space, Ministro Rivadavia.

Introducción

Las imágenes que emergen sobre los espacios periurbanos suelen aludir al abastecimiento de alimentos perecederos (principalmente flori-horticultura), así como actividades que extraen minerales. Además, remiten a procesos de especulación inmobiliaria y pasajes de suelo rural a urbano –para usos de segundas residencias de sectores medios-altos o recreativos–. Su carácter de interfase “móvil” entre el campo y la ciudad lo somete a la presión de la creciente urbanización, de modo que sus atributos van cambiando, y algunas de sus funciones se trasladan a otros territorios, que pasan a constituirse en nuevos espacios periurbanos (Alegre, 2016).

El periurbano como espacio “transicional en permanente transformación” (Valenzuela Rubio, 1986; Barsky, 2005 y 2018) se extiende y relocaliza con el paso del tiempo. Se caracteriza por una diversidad o mosaico de usos del suelo (Bozzano, 2000), que están atravesados por superposiciones de lógicas económicas, sociales y ambientales. Esto es, que allí coexisten situaciones de especulación, precariedad en la ocupación del suelo, el desarrollo de un hábitat disperso, frecuentemente carente de los servicios y equipamientos necesarios.

En ese sentido, en los estudios sobre los espacios periurbanos de la Región Metropolitana de Buenos Aires (RMBA) fueron pioneros los enfoques desde miradas geográficas que abordaron los aspectos productivos (Gutman, Gutman y Dascal, 1987), principalmente la horticultura (Benencia, Cattáneo y Fernández, 1997) y lechería (Gutman y Rebella, 1990). Distintos autores (Bozzano, 2000) profundizaron en las particularidades de las funciones y usos del suelo, acompañados luego de matices ecológicos (Di Pace, 2001). Otras producciones enfatizan en la reestructuración y división del mercado de trabajo (Benencia y Quaranta, 2005), y más recientemente, en las características de la agricultura familiar periurbana (Feito, 2018; Seibane y Ferraris, 2017) y sus vínculos con las políticas públicas (Mosca y González, 2019).

Encontramos entonces cierta vacancia empírica a la hora de analizar los espacios periurbanos desde las vinculaciones entre las características demográficas y sociocupacionales. En nuestra indagación, de corte más sociológica, nos proponemos relacionar las características de los hogares, los trabajos y los ingresos de la población que habita en estos territorios de borde, donde interactúan diversos actores sociales con desiguales recursos, lógicas y necesidades.

Nuestro caso de estudio presenta una serie de rasgos específicos, que lo asemejan a otros espacios periurbanos del segundo y tercer cordón de la RMBA. Por un lado, Ministro Rivadavia (MR) es la localidad más antigua pero la menos urbanizada del Partido de Almirante Brown (PAB). Por otro lado, tiene un área integrada al tejido urbano, con la menor densidad habitacional del municipio, pero elevadas tasas de crecimiento poblacional en los últimos períodos censales –situación que lo aproxima a los municipios de la tercera corona de la RMBA–.

Además, MR cuenta con un área rural que abarca 2.500 hectáreas, con diversas situaciones que se alejan de las imágenes previamente descriptas. En las últimas cuatro décadas, el espacio periurbano de MR fue perdiendo su fisonomía socio productiva caracterizada por actividades agrícolas y ganaderas de corte extensivo (Quaranta y Guichet, 2017), abarcando actualmente una heterogeneidad de usos del suelo. Allí conviven usos residenciales (fundamentalmente de sectores de bajos ingresos), recreativos (clubes, quintas espacios educativos y deportivos), actividades agropecuarias residuales (principalmente “granjas” porcinas y, en menor medida, invernáculos hortícolas), extractivas (producción de ladrillos) y una serie de externalidades urbanas (depósitos de chatarra y cavas producidas por extracción de áridos).

A la hora de reflexionar sobre las características de las inserciones laborales, los territorios de borde presentan una gran complejidad, dadas las problemáticas en el acceso a mercados de trabajo, bienes y servicios. Nuestro estudio se propone analizar las relaciones entre las configuraciones de los hogares, las inserciones laborales y las estrategias de ingresos en las unidades domésticas que residen en espacios periurbanos.

Primero realizamos algunas consideraciones teórico-metodológicas. Enseguida, describimos las características geográficas e históricas de MR, localidad del PAB. A continuación, abordamos las vinculaciones entre las características de los hogares, las inserciones laborales y la composición de los ingresos de las unidades domésticas que residen en el espacio periurbano de MR. A modo de reflexiones finales, se presentan distintos perfiles según las características predominantes de las unidades domésticas, los trabajos y las estrategias de ingresos.

El estudio de los vínculos entre hogares e inserciones laborales

A la hora de analizar las relaciones entre hogares e inserciones laborales es preciso realizar una serie de aclaraciones. Por un lado, las formas de concebir estos complejos han sido objeto de extensos debates en las ciencias sociales latinoamericanas. Aquí, retomamos las ideas de Elízabeth Jelin (1984), quien sostiene que la organización doméstica contiene un potencial de innovación, de producción, reproducción y consumo, que varía según las relaciones socioeconómicas de donde se inserta dicha organización. Según la autora, el ámbito doméstico se caracteriza como el conjunto de actividades comunes o compartidas ligadas al mantenimiento cotidiano de un grupo social, que se conforman y cambian en su relación con las demás instituciones y esferas de la sociedad. Así, las actividades domésticas se enmarcan en procesos sociales más amplios de producción, reproducción y consumo, cuyos recorridos son diferentes según las experiencias de género, generación y clase social.

Otras investigadoras (Gutiérrez, 2011; Eguía y Ortale, 2004) coinciden en que en la unidad doméstica se establecen las mediaciones entre las estructuras macro sociales y las condiciones específicas de vida. Entendemos a los hogares como ámbitos “donde se realizan las actividades domésticas que permiten la reproducción de los individuos. Es allí donde tiene lugar una división sexual y generacional del trabajo” (C. de Grammont, Lara Flores y Sánchez Gómez, 2004, p. 359). Si bien existe un nexo importante entre las unidades domésticas y las familias, nuestro foco está puesto en las configuraciones de los hogares. Allí donde se organiza la reproducción del grupo doméstico.

Además, vinculadas a las edades y sexos de las configuraciones de los hogares construiremos distintas tipologías para reflexionar sobre los momentos de los “ciclos vitales”1 (Hernández Flores, 2021; Cuellar Saavedra y Sánchez Albarrán, 2017) de los grupos domésticos. A lo largo del ciclo vital las unidades domésticas experimentan cambios en su tamaño o número de integrantes, la composición por edad y sexo, la relación entre consumidores y trabajadores y, eventualmente, la composición de parentesco.

Por otro lado, las unidades domésticas desarrollan acciones y toman decisiones enmarcadas en condiciones estructurales (Di Virgilio y Gil y de Anso, 2012) según las posibilidades de acceso a la educación, la salud, el transporte y los mercados de trabajo. Las elecciones residenciales (la vivienda y su localización) están imbricadas en estos procesos sociales, espaciales e históricos que moldean la vida cotidiana. Para nuestro estudio en espacios periurbanos, la antigüedad de residencia dispone de una serie de recursos y habilidades que serán distintivos según el momento de llegada a MR.

En segundo lugar, buscamos conocer las vinculaciones entre las inserciones laborales y los tipos de ingresos de los hogares. Aquí tendremos que tomar ciertos recaudos para comprender las lógicas de la organización social de los hogares (buscando captar las lógicas y relaciones colectivas e individuales). En ese camino, son sugerentes las observaciones de Quaranta (2017), quien plantea que las formas que adoptan las inserciones laborales de los integrantes del grupo doméstico son “altamente sensibles a las características y perfil social, laboral y demográfica de los hogares, ya que estos constituyen una instancia ubicada por encima de sus integrantes que canaliza sus acciones” (pp. 123 y 124), a pesar de que en su interior se expresen diferentes grados de integración y conflictos entre sus miembros. Para hogares de sectores marginalizados las posibilidades de acceso y permanencia al mercado de trabajo se ven fuertemente restringidas por la propia dinámica de organización doméstica, las precarias comunicaciones y servicios públicos.

En ese sentido, reciente bibliografía analiza los mercados de trabajo segmentados de la población urbana económicamente activa que reside en MR. Dichos estudios se enmarcan en los debates sobre heterogeneidad estructural, movilidad social y marginalidad económica2 (Salvia, 2007). Allí, la impronta de actividades por cuenta propia, de emprendedores de baja acumulación y pocos empleos protegidos, dibuja un entorno específico de marginalidad urbana (Chávez Molina, 2016). Siguiendo esas líneas de indagación, un grupo de investigadores –Bonfiglio (2016), Comas (2012), Rubio (2015), Musante y Ventura (2016)– arriban a conclusiones similares: para los segmentos de fuerza de trabajo excedente (es decir, aquella que no es absorbida por las ramas más dinámicas del sistema productivo), la dinámica tiende a reproducir un orden social más desigual y polarizado al interior del propio espacio económico-residencial marginado.

Como esbozamos previamente, buscamos explicar las vinculaciones entre las configuraciones de hogares (según composición,3 cantidad de miembros y generadores de ingresos, momento del ciclo vital y antigüedad de residencia en MR), las inserciones laborales (según género, edad, rama de actividad, categoría ocupacional y condición de actividad) y los tipos de ingresos (según combinación de laborales y/o transferencias monetarias de protección social). Partimos de la hipótesis de que, en los espacios periurbanos, las características de los hogares condicionan los tipos de inserciones laborales y las estrategias de ingresos.

La estrategia de investigación consiste en un abordaje cuantitativo. En primer término, la Encuesta de Hogares y Unidades Productivas Agropecuarias de Ministro Rivadavia (EHyUPA) constituye nuestra principal fuente de información, ya que dispone de datos específicos de nuestro territorio. Dicho relevamiento,4 realizado en 2017, identificó 154 viviendas y 59 Explotaciones Agropecuarias (EAPs) –entendidas como unidades que crían animales o realizan cultivos en una superficie igual o superior a los 2.500 metros cuadrados–. En segundo lugar, el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas (CNPHyV) nos brinda información sistematizada y periódica de poblaciones urbanas y rurales, que habilita reflexiones en el largo plazo sobre el PAB y la localidad de MR.

Situando en tiempo y espacio el caso de estudio

El Partido de Almirante Brown (PAB) se ubica al sur de la Región Metropolitana de Buenos Aires (RMBA), a unos 25 kilómetros del centro de la CABA. Limita al norte con Lomas de Zamora, al este con Quilmes y Florencio Varela, al sur con Presidente Perón, y al oeste con Esteban Echeverría. El partido abarca un área de 12.933 hectáreas y cuenta en 2022 con una población de 585.852 habitantes. Su cabecera es la ciudad de Adrogué y está compuesto por doce localidades distribuidas en una extensión de 129 km2, donde se observan tres áreas bien diferenciadas. El 65 % del distrito corresponde a la zona urbana, donde se concentra la mayor parte de la población. El resto se reparte entre la zona rural ubicada en Ministro Rivadavia y el Sector Industrial Planificado, situado en Burzaco y parte de Longchamps.

Como la mayor parte de los municipios de la segunda corona de la RMBA, el crecimiento poblacional del PAB ha ido en ascenso desde las décadas de 1950 y 1960 (hasta urbanizar más del 65 % de su territorio). A mediados de la década de 1970, el crecimiento poblacional exponencial del municipio de Almirante Brown se enlentece. A su vez, como vemos en los datos censales, a partir de entonces emergen dos “ritmos”: una desaceleración hacia fines de siglo XX, y un relativo estancamiento a comienzos de siglo XXI. En la actualidad, el PAB es el quinto partido más poblado de la RMBA (detrás de La Matanza, Quilmes, Lomas de Zamora y Merlo) con 585.852 habitantes.

Mapa 1
Usos del suelo, Espacio periurbano de Ministro Rivadavia (2023)
Usos del suelo, Espacio periurbano de Ministro Rivadavia (2023)
Fuente: Elaboración en base a QGIS, Google Earth y visitas de campo.

De acuerdo con los procesos esbozados, podemos sugerir que existen distintas lógicas que dinamizan la expansión urbana hacia los intersticios rurales-urbanos del municipio. Así, entrevemos que en los márgenes de Almirante Brown confluyen diferentes trayectorias laborales, familiares y residenciales. Los clubes, complejos deportivos escolares y predios de eventos, tienden a ubicarse hacia el norte del área periurbana de MR, sobre la avenida 25 de mayo; mientras que otros espacios educativos y recreativos se encuentran en el corazón del área, sobre la avenida Juan B. Justo. En tanto que, hacia el sur, en el límite con el partido de Presidente Perón, se concentran los suelos de tierra decapitada y de actividades extractivas de producción de ladrillos.5

A su vez, otros dos fenómenos se manifiestan en las presiones que ejerce el tejido urbano sobre MR. Por un lado, en las caras externas del espacio periurbano –es decir, en los suburbios de Don Orione, San Francisco de Solano y el tejido urbano de Ministro Rivadavia que limita con Glew y Longchamps– hay al menos seis asentamientos informales, donde habitan 1.992 familias. Por otro lado, las recientes obras de pavimentación de la Avenida República Argentina, y la conexión con la Avenida Espora, incentivaron la inversión y especulación de desarrolladores inmobiliarios para la habilitación6 de barrios cerrados en las inmediaciones del ámbito rural.

Como planteamos, en la actualidad el uso predominante del suelo en MR es el residencial para sectores socioeconómicos de bajos ingresos, que han atravesado distintos procesos y dinámicas de exclusión social. Nos encontramos principalmente con fragmentos de población urbana marginalizada (Quijano, 1972). Profundicemos entonces en las características de los hogares y las inserciones laborales de la población que reside en el espacio periurbano de MR.

Hogares, trabajos e ingresos en el espacio periurbano de Ministro Rivadavia

Características de los hogares

Comencemos observando la composición por tipo y tamaño de los hogares que residen en el espacio periurbano de MR. Subrayamos que entre los 154 hogares encuestados el tamaño medio es de cuatro personas (3,9). Esto se refleja en las 44 unidades domésticas (29 %) que tienen cinco o más integrantes. Además, vemos que el promedio de edad del jefe/a (45,6 años) y la proporción de jefaturas femeninas varían según los distintos tipos de hogar. Notamos que la composición que más se repite (70 casos) son los hogares nucleares completos –que representan el 45,5–. Están compuestos por una media de 4,4 personas, con jefes/as con edad promedio de 39 años. Aquí, hallamos dos situaciones preponderantes: hogares con hijos/as chicos/as y grandes –que ya suelen ser generadores de ingresos–.

Tabla 1
Distribución de hogares por tipo, tamaño, edad media del jefe/a y porcentaje de mujeres jefas, espacio periurbano de MR (2017)
Distribución de hogares por tipo, tamaño, edad media del jefe/a  y porcentaje de mujeres jefas, espacio periurbano de MR (2017)
Fuente: Elaboración en base a EHyUPA (2017).

Inmediatamente, señalamos la baja presencia de hogares unipersonales (20). Se trata fundamentalmente de adultos mayores varones (con un promedio de edad de 52,3 años), que no completaron sus estudios primarios (62,5 %). Un promedio similar de edad encontramos entre los hogares de parejas sin hijos (53,3 años), que representan uno de cada ocho hogares (18).

También resaltamos la escasa presencia de hogares monoparentales con hijos/as (13 casos), entre los que la mayoría (10) tiene como principal aportante y generadora de ingresos a una mujer. Estos hogares –con una edad promedio de 42,8 años y 2,9 integrantes– se encuentran en posiciones más desventajosas, ya que suelen contar con menor cantidad de generadores de ingresos, que acceden en peores condiciones al mercado laboral. En nuestro caso de estudio, los hogares extensos y compuestos representan una de cada seis (24 casos) de las unidades domésticas –que tienen tamaños más elevados, que superan los siete integrantes–. A su vez, entre los jefes/as de los extensos el promedio de edad es elevado (51,7 años); mientras que los compuestos, muestran una jefatura con distribución de sexos pareja y más joven (42,3 años). Por último, nueve hogares (5,8 %) no conforman ningún núcleo familiar de referencia, y se componen por un tamaño medio de 2,5 personas. Los jefes/as de dichos hogares tienen la edad promedio más elevada (56,3 años).

Por otro lado, a lo largo del ciclo vital, los hogares atraviesan cambios en su tamaño y número de integrantes, la composición por edad y sexo, la composición de parentesco y la relación entre generadores y no generadores de ingresos. Según nuestra clasificación, los hogares del espacio periurbano de MR están conformados mayoritariamente por hogares que atraviesan el ciclo vital “corto” (77 casos). Se trata de unidades domésticas con una estructura joven, equilibrada entre varones y mujeres, con un tamaño medio de 4,6 integrantes, una edad promedio del jefe/a de 34,5 años y del/la cónyuge de 32,4. Se componen en su inmensa mayoría por parejas con hijos (75,3 %), seguidos de hogares extensos (10,4 %).

A continuación, distinguimos que los hogares de ciclo vital “medio” (20) son una pequeña porción, con un tamaño medio de 3,9 personas. En estos hogares las composiciones más frecuentes también son los nucleares (13 hogares), con una proporción más elevada de parejas sin hijos (7). Quienes componen el núcleo familiar tienen un promedio de edad 54 y 50 años, respectivamente. En tercer lugar, los hogares de ciclo vital “largo” (28) presentan estructuras más envejecidas, con una media de edad de 62 años para jefe/a y cónyuge, y un tamaño promedio de 4,1 integrantes. Un tercio de estos hogares (9) son extensos y un cuarto son de parejas sin hijos (7). Por último, los veinticinco hogares sin mujeres en el núcleo familiar están formados en su inmensa mayoría (91,4%) por varones, con un promedio de 53 años y bajos índices educativos. Se trata de hogares unipersonales (16) o no nucleares (9).

En otra esfera analítica, es sugestivo observar las características de las trayectorias residenciales de los hogares que residen en el espacio periurbano de MR, ya que el momento de llegada condicionará el tipo de actividades económicas predominantes. Aquí, apreciamos que solamente 48 casos (31,2 %) siempre habitaron en MR; mientras que 106 (68,8 %) se conformaron fuera y arribaron luego. ¿Cuándo arribaron? ¿De qué localidades provienen?

Dentro de los hogares que se conformaron fuera y luego llegaron a MR, 78 hogares arribaron a partir del año 2001 (73,6 %) –situación que se acentúa entre 2014 y 2017 (33 casos)–. Sin dudas pueden hacerse suposiciones ligadas a las problemáticas de reproducción social (económicas, de hábitat, vivienda y organización doméstica) vinculadas a la crisis de 2001/2 y su impacto en la RMBA. La trayectoria que más se repite se conforma por 61 hogares (57,5 %) que provienen de una localidad urbana de partidos vecinos (esencialmente Florencio Varela y Quilmes, y algunos pocos de Lomas de Zamora, Presidente Perón y Esteban Echeverría). En segundo lugar, se destacan 23 hogares que arribaron desde otra localidad urbana de Almirante Brown (21,7 %). Finalmente, diez hogares arriban de otros partidos de la Provincia de Buenos Aires (9,4 %), cinco desde una zona rural de un partido vecino, cinco desde otra provincia y dos de otro país.

Por otro lado, la organización de las tareas productivas y reproductivas está estrechamente vinculada con los tipos de hogares. Veamos las posibles vinculaciones ente los tipos de configuraciones de hogares y la cantidad de generadores de ingresos laborales.

Tabla 2
Cantidad de generadores de ingresos laborales según tipo de hogar, espacio periurbano de MR (2017)
Cantidad de generadores de ingresos laborales según tipo de  hogar, espacio periurbano de MR (2017)
Fuente: Elaboración en base a EHyUPA (2017).

Distintas autoras (Esquivel, 2011; Rodríguez Enríquez, 2017) plantean que las maneras de resolver el trabajo doméstico varían según los niveles socioeconómicos y tienden a desplegarse en redes feminizadas (Pérez Orozco, 2014). En los espacios periurbanos la distinción entre tareas productivas y reproductivas queda muchas veces corta, dado que en el hogar pueden combinarse ambas: por ejemplo, tareas de cuidado de familiares, con labores cotidianas en la huerta familiar, cría de animales en pequeña escala.

Entre los veinte hogares unipersonales, siete no cuentan con ningún generador de ingresos laborales (35 %). Estimamos que se tratan de adultos mayores jubilados. En una situación de alta vulnerabilidad se encuentran los trece hogares monoparentales con hijos/as –donde en diez casos la principal aportante y organizadora doméstica es mujer–. Si bien representan pocos casos, cuatro no cuentan con ingresos laborales; y seis solamente cuentan con una generadora. A continuación, observamos diferencias en la cantidad de generadores de ingresos entre las parejas sin hijos y con hijos. En el primer caso, en trece de los dieciocho casos, ambos miembros perciben ingresos (72 %); en tanto que, en el segundo, 32 de los 70 hogares nucleares completos tienen un único generador de ingresos (45,7 %), 29 cuentan con dos (41,4 %) y 7 con tres o más (10,7 %). En tercer término, notamos que los veinte hogares extensos suelen contar con mayor cantidad de perceptores de ingresos: ocho unidades domésticas reúnen con tres o más ingresos (40 %), seis tienen dos entradas (30 %) y cinco solamente una (25 %).

Inserciones laborales y tipos de hogares

Ahora, profundicemos en qué tipo de actividades y en qué categorías ocupacionales se insertan los residentes en MR, y qué particularidades tienen dichas inserciones según sexo y edad. Entre los varones mayores de 16 años, subrayamos que 56 casos de 145 (38,6 %) se dedican a tareas agropecuarias, que se desempeñan fundamentalmente por cuenta propia (21 casos), o como trabajadores familiares (20), y quienes se encuentran asalariados (24) no cuentan con registros. En segundo lugar, aparecen actividades comerciales (21), reciclaje (15), construcción (15) y otras actividades (19) –que en total suman el 48,3 %–. Entre las dos primeras ramas predomina el trabajo por cuenta propia no registrado; mientras que en la construcción se combina trabajo asalariado registrado, no registrado y cuentapropismo informal. Las tareas administrativas, educativas, financieras, empleos industriales y técnicos son prácticamente nulas.

Del total de los 145 trabajadores activos, el 37,9 % trabaja por cuenta propia (55 casos) –entre los cuales el 78,2 % no cuenta con registros–. Si observamos los 65 varones que trabajan en relación de dependencia, la gran mayoría (40) está en condición de informalidad –61,5 %–. El trabajo por cuenta propia se ha consolidado en diversas ramas, principalmente en el comercio y reciclado; y en menor medida en la construcción. Además, vemos algunos matices respecto a los grupos de edades. Para los 73 varones ocupados que tienen entre 25 y 44 años, si bien hay 20 personas que se desenvuelven en tareas agropecuarias (27,4 %), hay una presencia importante de trabajos comerciales, de construcción, reciclaje y otras actividades (que suman 41 ocupaciones –56,1 %–). Mientras que entre 18 de los 34 varones activos de 45 años y más (57,4 %) se dedican a labores agrícolas.

Ahora, si nos enfocamos en las inserciones de las 83 mujeres activas en el mercado laboral, destacamos que el trabajo familiar (25 casos) y el cuentapropismo (34) se incrementan –30,1 % y 40,5 %, respectivamente–. Esto tiene correlato con la mayor importancia –54,2 %– que tienen entre las mujeres las tareas agropecuarias (45 casos), que se desempeñan de modo familiar (51,1 %) o por cuenta propia (40 %), con una distribución más homogénea respecto a las edades. A continuación, aparecen las tareas comerciales (10), el empleo doméstico (7), enseñanza y salud (7) y reciclado (6). Aquí tampoco señalan tareas financieras, de servicios hoteleros y técnicas. Solamente 24 mujeres trabajan bajo relación de dependencia (el 28,9 % de las inserciones).

Respecto al nivel educativo, los varones que cuentan con menos credenciales educativas (primario incompleto) tienden a tener inserciones laborales más inestables –concentradas en el cuentapropismo y asalariados no registrados–. Quienes sí han comenzado la escuela secundaria, la mitad ocupada se desenvuelve como trabajadores asalariados –mayormente informales–. Entre las mujeres, la preeminencia del trabajo familiar resulta ser independiente del nivel educativo. Solamente las pocas que iniciaron sus estudios terciarios o universitarios (12) suelen insertarse como asalariadas (4) y cuenta propia (4) .

Destacamos que un cuarto del total de los hogares cuenta únicamente con trabajadores por cuenta propia. Esto nos plantea un escenario con inestabilidad laboral y de versatilidad en la percepción de ingresos mensuales. Esta situación se acentúa para los hogares que atraviesan el ciclo vital largo; mientras que en los hogares del ciclo vital medio es elevado el trabajo familiar. En contraposición, los trabajadores asalariados –principalmente informales– se concentran en los hogares que no cuentan con mujeres en el núcleo y los más jóvenes –aquellos que atraviesan el ciclo vital corto–.

Entonces, cabe preguntarse acerca de qué tipos de hogar son más propensos a dedicarse a algún tipo de tareas agropecuarias. Aquí, destacamos que cuanto más numerosos son los hogares, más elevadas son las chances de que alguno de sus miembros económicamente activos realice tareas agropecuarias. Por el contrario, en los 61 hogares donde hay una única persona que genera ingresos laborales, solamente diez (16,4 %) se vincula a actividades agropecuarias en el predio. Mientras que estos porcentajes se invierten cuando hay tres o más generadores, ya que trece de los dieciséis (81,2 %) cuenta con algún tipo de labor agropecuaria. En un punto medio, se encuentran los 59 hogares que cuentan con dos generadores, donde en 35 casos (59,3 %) se vinculan con la agricultura.

Estas tareas tienen mayor presencia cuando el jefe de hogar es varón; es decir que son desempeñadas en mayor medida por cónyuges mujeres. En veintiséis de los 41 hogares (65,8 %) donde el jefe es varón y hay dos perceptores de ingresos, hay presencia de actividades agropecuarias en el predio; y en doce de los 14 (85,7 %) donde hay tres o más perceptores de ingresos, se realizan tareas agrícolas. Sin embargo, como veremos más adelante, dichas tareas tienden a combinarse con otras actividades económicas: los hogares recurren a diversas estrategias de ingresos.

Ahora, ¿qué características tienen los predios que se dedican a tareas agropecuarias?

Tabla 3
Producción porcina, espacio periurbano de MR (2017)
Producción porcina, espacio periurbano de MR (2017)
Fuente: Elaboración en base a EHyUPA (2017).

Cuarenta de dichos establecimientos (67,8 %) tienen menos de cinco hectáreas; y solamente cinco (8,5 %), más de diez. Estas unidades son fundamentalmente para el autoconsumo y la principal actividad se vincula con la cría y tenencia de animales –la producción porcina tiene mayor presencia (36 casos)–. Las unidades que destinan parte de sus animales para la venta comercializan principalmente lechones. En promedio, las unidades tienen 8,5 cerdas madres. La gran mayoría –veinticuatro casos– cuentan con menos de diez cerdas madres; y solamente, ocho unidades con diez o más. En menor medida, la cría de gallinas de corral (28 casos) sustenta la producción de huevos para la venta en pequeñas cantidades y el consumo familiar (el promedio de gallinas ponedoras no llega a las 40). Además, unas pocas unidades crían ovejas, chivas y vacunas para leche o carne. Solamente doce de los 59 hogares que se vinculan a tareas agropecuarias (20,3 %) desarrolla algún tipo de cultivo en pequeñas cantidades (verduras: zanahoria, zapallo y calabaza, hortalizas, principalmente de hoja: acelga, lechuga, rúcula, remolacha, y fruto: ciruela o frutilla). En tanto que siete hogares elaboran subproductos agrícolas para la venta en pequeña escala (como dulces, zapallos en almíbar, berenjenas, miel o chacinados de carne).

En síntesis, si bien las principales inserciones ocupacionales se desarrollan en tareas agrícolas, las unidades presentes en el espacio periurbano de MR están vinculadas a la cría de animales –porcina y avícola– para el autoconsumo. Unas pocas unidades se dedican a la venta de productos y subproductos porcinos (entre veinticinco y setenta lechones al año). Quienes crían animales no cuentan con equipamientos tecnológicos y tienen dificultades en el acceso a alimento. Entre los pocos que se dedican a la horticultura, suelen presentar fragilidades de infraestructura, maquinaria rudimentaria y precario acceso a pozos de agua.

Tabla 4
Existencia de alguna actividad agropecuaria en el predio según antigüedad de residencia en Ministro Rivadavia, espacio periurbano de MR (2017)
Existencia de alguna actividad agropecuaria en el predio según  antigüedad de residencia en Ministro Rivadavia, espacio periurbano  de MR (2017)
Fuente: Elaboración en base a EHyUPA (2017).

Por último, vemos cómo interviene la antigüedad de residencia en dichas actividades. En este punto, resaltamos que los hogares con mayor tiempo de residencia en MR suelen vincularse a tareas agropecuarias. Así, quince de los 28 que arribaron antes de 2001 (53,6 %) y veintidós de los 50 que siempre habitaron en MR (43,1 %) realizan alguna actividad agraria en su predio. Mientras que solo doce de los 35 hogares que arribaron entre 2001 y 2010 (34,3 %), y diez de los cuarenta de los que llegaron de 2011 a 2017 (25 %) cuentan con alguna labor agropecuaria.

Tipos de hogares y tipos de ingresos

Observemos los cruces entre transferencias monetarias de la protección social y los diferentes tipos de configuraciones de hogares.

Tabla 5
Transferencias monetarias de la protección social según tipo de hogar, espacio periurbano de MR (2017)
Transferencias monetarias de la protección social según tipo de  hogar, espacio periurbano de MR (2017)
Fuente: Elaboración en base a EHyUPA (2017).

El 35 % de los hogares no percibe ningún tipo de transferencia monetaria de la protección social, y la mitad cuenta con una única contraprestación. La Asignación Universal por Hijo (AUH) tiene llegada solamente a tres de cada diez hogares –casi la mitad de los nucleares completos– y es más elevada entre aquellos que arribaron a MR después de 2010. En tanto, es baja la proporción de hogares que perciben exclusivamente jubilaciones y pensiones no contributivas –principalmente unipersonales y extensos, respectivamente–. Entre los hogares que perciben dos tipos de transferencias se destacan los que son titulares de la AUH y el programa Argentina Trabaja. Este programa interpela principalmente a parejas jóvenes con hijos, con dificultades de acceso al mercado de trabajo.

Notamos que 34 de setenta nucleares completos (48,6 %) perciben la Asignación Universal por Hijo (AUH). Allí también catorce (20 %) cuentan con el programa Argentina Trabaja (actualmente Potenciar Trabajo). En contraste, trece de los veinte hogares unipersonales (65 %) y nueve de los trece no nucleares (55,6 %) carecen de transferencias monetarias. Formados en su mayoría por adultos mayores inactivos, las transferencias recibidas se concentran en el cobro de jubilaciones. Por último, los hogares extensos, al ser más numerosos, son los que cuentan con más prestaciones y combinaciones de distintos mecanismos de la protección social. En este caso, no observamos diferencias significativas entre aquellos hogares con jefatura masculina y femenina –donde solo hay un leve aumento de las pensiones no contributivas–.

Por otro lado, es interesante resaltar que no hay diferencias sustantivas en la percepción y combinaciones de transferencias monetarias según la existencia de actividades agropecuarias en el predio. Independientemente si los hogares realizan o no labores agropecuarias, los porcentajes de AUH se mantienen similares (rondando el 30 %). Solamente vemos que los hogares que realizan tareas agrarias suelen percibir el programa Argentina Trabaja (24 %), frente a los que no cuentan con tareas agrarias (13 %).

Tabla 6
Actividad económica del hogar según tipo de ingresos, espacio periurbano de MR (2017)
Actividad económica del hogar según tipo de ingresos, espacio  periurbano de MR (2017)
Fuente: Elaboración en base a EHyUPA (2017).

Profundicemos a continuación en las vinculaciones entre los tipos de ingresos y las actividades económicas de los hogares. Del total de 154 hogares, setenta y nueve (51,3 %) combinan ingresos laborales con transferencias monetarias de la protección social. Observamos las mismas proporciones entre los hogares que se dedican exclusivamente a actividades agropecuarias y aquellos que tienen ocupaciones mixtas. Esta situación nos pinta un perfil de las estrategias de ingresos de los hogares que se dedican con y sin exclusividad a labores agrarias. Entre las 61 unidades domésticas que no tienen ninguna ocupación agropecuaria, treinta y seis hogares combinan distintos tipos de ingresos –laborales y transferencias monetarias– (59 %), y veinticinco solamente laborales (41 %). Finalmente, treinta hogares no declaran actividades económicas (19,5 %), entre los cuales tienen peso relativo los unipersonales. Además, las mixturas de ingresos tienen sus matices según el tipo de configuración de los hogares.

Tabla 7
Tipos de ingresos según tipo de hogar, espacio periurbano de MR (2017)
Tipos de ingresos según tipo de hogar, espacio periurbano de MR  (2017)
Fuente: Elaboración en base a EHyUPA (2017).

Vemos que, entre los veinte hogares extensos, diecisiete (85 %) disponen de ingresos laborales y transferencias monetarias de la protección social. De los setenta que se conforman de parejas con hijos/as, cuarenta (57,1 %) también alternan estos dos tipos de ingresos. En contraste, los hogares monoparentales con hijos/as son los que presentan mayores índices de dependencia de un único ingreso. De un total de trece, seis (46,2 %) tienen un único ingreso laboral, y cinco (38,5 %) transferencias monetarias.

Reflexiones finales

Enmarcados en estas transformaciones más amplias, en los espacios periurbanos de la RMBA se expresan múltiples procesos territoriales. De un modo esquemático, observamos que el trazado discontinuo y fragmentado de la gran metrópolis, viene consolidando tejidos de urbanizaciones cerradas (principalmente Pilar y Escobar, en el norte; y, más recientemente, en el corredor sur) para sectores de ingresos socioeconómicos altos y medios-altos. En paralelo, y ante políticas públicas fragmentadas y de corto plazo, los emprendimientos de horticultura y de abastecimiento de alimentos tienden a desplazarse hacia la periferia del tercer cordón, concentrándose el modelo más dinámico de producción de alimentos frescos en zona sur –Florencio Varela y La Plata– con la organización laboral de medieros bolivianos en establecimientos capitalizados. En tercer término, en algunos espacios de interfase rural de la RMBA (por ejemplo, Luján o Exaltación de la Cruz en zona oeste) crecen las tensiones entre desarrolladores inmobiliarios y explotaciones agropecuarias extensivas. Un cuarto proceso, resultante de las dinámicas de polarización social (más palpable en zona sur), se vincula con trayectorias residenciales de población de bajos recursos que –ante un mercado laboral y habitacional excluyente– resuelve sus necesidades de vivienda en espacios cada vez más periféricos.

Este escenario es el que encontramos en el espacio periurbano de Ministro Rivadavia, en el Partido Almirante Brown. En dicho municipio, el crecimiento poblacional de las últimas décadas se corresponde con la expansión periférica de dinámicas populares de acceso a la vivienda. Estas transformaciones recientes vienen ejerciendo distintas presiones urbanas sobre el ámbito rural de MR. Actualmente, esta área se caracteriza por la heterogeneidad de usos del suelo que colindan con barrios populares y asentamientos recientes.

El espacio periurbano de MR ofrece ciertas particularidades para la reproducción de la vida de las familias que se enfrentan con problemáticas de exclusión en los mercados de trabajo y vivienda. Sin acceso a los servicios básicos, con caminos rurales en mal estado, sin recolección de basura, y dificultades en la comunicación y transportes, acceder a una vivienda en el espacio periurbano de MR constituye un recurso prioritario de los hogares. Si bien en MR no encontramos un perfil productivo pujante, sí existen distintos hogares que se dedican a tareas agropecuarias que complementan ingresos y brindan alimentos para el autoconsumo. Se dedican fundamentalmente a la cría de animales, sobre todo producción porcina, y en menor medida avícola, vacunos, ovejas y chivas. A su vez, los cultivos anuales y la elaboración de subproductos agrícolas o pecuarios no constituyen actividades relevantes.

En nuestro caso de estudio, resaltamos distintos factores que pueden incidir en la presencia o ausencia de actividades agropecuarias en el predio. En primer lugar, es más frecuente cuando el jefe de hogar es varón –y dichas labores tienden a ser realizadas por la cónyuge–. En segundo lugar, cuantas más personas generan ingresos en el hogar, este tiende a contar con algún tipo de actividad agropecuaria. En tercer lugar, son más comunes entre aquellos hogares que siempre vivieron en MR o entre los que llegaron hace más de dos décadas.

La población ocupada que reside en el espacio periurbano de MR tiene diversas inserciones ocupacionales, marcadas por la precariedad e informalidad. Un rasgo específico de dicha población es la elevada proporción de trabajadores por cuenta propia y trabajadoras familiares. Otra característica sobresaliente es la falta de registros laborales entre quienes se emplean en relación de dependencia; proporción que es todavía mayor entre los varones. La informalidad se acentúa entre los cuentapropistas y entre los hogares donde la principal aportante es mujer.

Teniendo en cuenta las complejidades que atraviesan las familias que residen en el espacio periurbano de MR, subrayamos la baja cobertura de protección social con la que cuentan los hogares. Aquí, no encontramos diferencias importantes en la percepción de transferencias monetarias según la existencia de actividades agropecuarias en el predio del hogar. Tampoco observamos distinciones significativas entre aquellos hogares con principal aportante varón o mujer –donde solo hay un leve aumento de las pensiones no contributivas–.

En síntesis, en el espacio periurbano de MR nos encontramos con fragmentos de población urbana marginalizada, que adopta estrategias de ingresos que combinan el cuentapropismo, el trabajo asalariado informal, el trabajo familiar y la percepción de transferencias monetarias de la protección social. Por un lado, nos encontramos con una composición mayoritaria de la población y de los hogares que se enfrenta con dinámicas de exclusión de los mercados de trabajo y vivienda en el conurbano bonaerense, y encuentra en MR una forma de resolución de necesidades materiales. En segundo lugar, hallamos individuos y familias que persiguen la búsqueda de un mejor modo de vida ligado al entorno natural –que pueden estar asociadas a producciones agropecuarias y/o actividades recreativas o educativas–. En tercer término, nos topamos con familias que residen en MR hace más décadas, más identificadas al territorio rural y a las actividades agropecuarias.

Referencias

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Notas

1 Para nuestra investigación, consideramos como ciclos vitales “cortos” aquellos hogares que están en momentos de expansión, donde las mujeres están en edad reproductiva y los hijos/hijas tienden a ser menores a los diez años. Como ciclos vitales “medios” concebimos a los hogares cuyo núcleo familiar se encuentra en la mediana adultez, entre los 45 y 54 años, y los hijos/hijas transitan la adolescencia. Los ciclos vitales “largos” interpelan aquellos hogares donde la mujer jefa o cónyuge tiene 55 años o más, y los/las hijos/hijas tienden a ser mayores de veinte años –donde es posible que comience el proceso de salida del hogar–.
2 Estas problemáticas fueron objeto de intensos debates a finales de la década de 1960 y comienzos de 1970 a la hora de analizar la especificidad e historicidad de los mercados de trabajos latinoamericanos. El proceso de marginalización de amplias gamas de población latinoamericana se atribuye a las leyes de acumulación capitalista, que implica una creciente incapacidad del proceso de industrialización para absorber la fuerza de trabajo. Así, diferentes autores retomarán y complementarán los planteos de Marx. José Nun profundiza y diferencia las nociones de Superpoblación Relativa, Ejército Industrial de Reserva y Masa Marginal. Plantea el concepto de masa marginal, en alusión al segmento de la superpoblación obrera que no es funcional a las formas productivas hegemónicas, en relación al proceso de acumulación del sector que dirige la fase histórica (Nun, 1969).
3 Según las categorías del CNPHyV, agrupamos los tipos de hogares según los siguientes criterios. Los unipersonales se conforman por una única persona; en tanto aquellos que presentan dos o más individuos, fueron agrupados según la presencia o ausencia de núcleo conyugal. Aquí nos topamos con hogares conformados por parejas con y sin hijos/as, monoparentales con hijos/as, extensos y compuestos. Los hogares extensos se componen de tres subcategorías: pareja sola con otros familiares, nuclear completo de pareja e hijos/as con otros familiares y monoparentales con hijos/as y con otros familiares. Los hogares compuestos se componen de tres subcategorías: pareja sola con otros no familiares (con o sin otros familiares), pareja e hijos/as con otros no familiares (con o sin otros familiares) y monoparentales con hijos/as y otros no familiares (con o sin otros familiares). Por último, los hogares no familiares o sin núcleo familiar se componen de tres subcategorías: hogar sin núcleo familiar con otros familiares, hogar sin núcleo familiar con otros no familiares (con otros familiares) y no familiar.
4 El relevamiento fue realizado por la Secretaría de Producción y Empleo del Municipio de Almirante Brown. Luciano Guichet, responsable de Desarrollo Rural de dicha Secretaría, estuvo a cargo del operativo de campo. El mismo año, el municipio elaboró un informe socio productivo (Quaranta y Guichet, 2017) sobre el área rural de Ministro Rivadavia –que se definió al interior del espacio conformado por la Calle 25 de Mayo, la Avenida República Argentina, y los límites con los partidos de Florencio Varela y Presidente Perón­–. El relevamiento incluyó la administración de tres cuestionarios: uno referido a la vivienda y el hogar, otro administrado a los miembros ocupados de los hogares, y el último sobre los establecimientos agropecuarios. Se consideró como explotación agropecuaria a las unidades que crían animales y/o realizan cultivos en una superficie igual o superior a los 2.500 metros cuadrados.
5 A pesar de no ser legales desde 1996 (Ordenanza 6955/96), las actividades extractivas se han desarrollado históricamente. En la zona rural de Ministro Rivadavia, se estima al menos 25 áreas de producción de ladrillos y cerca de 150 ha de tierra decapitada utilizada como materia prima (Garay, 2010). La Secretaría de Infraestructura y Planificación del municipio registra aproximadamente 900 ha que han sido afectadas por dicha actividad.
6 En este marco, la sanción de la Ordenanza municipal n°11.366/18 (artículos 2°, 3° y 5°) y la Resolución provincial n°560/21, dispone el establecimiento de zonas de Ordenamiento del Parque Rural de acuerdo a criterios y objetivos de Producción, de Recuperación Ambiental, de Preservación, de Equipamiento y Usos Específicos, y regula la localización de Clubes de Campo. El artículo 5° busca regular que la extensión de los clubes de campo, hasta cubrir en conjunto una superficie de hasta el 10 % de la superficie bruta total del área rural, quedando excluidas del cómputo las superficies decapitadas, degradadas o canteras y aquellas afectadas a equipamiento o fraccionamientos de tipo residencial con parcelas menores a 10.000 m2. Además, establecen que la unidad privativa mínima en un club de campo en el área habilitada será de 2.000 m2 y para emprendimientos linderos a zona urbana tendrán una unidad privativa mínima de 800 m2. Mientras que en el suelo habilitado por la Ordenanza 10.257/14, para clubes de campo, la unidad privativa mínima era de 600 m2.

Recepción: 12 Abril 2023

Aprobación: 19 Agosto 2023

Publicación: 01 Diciembre 2023

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