Mundo Agrario, diciembre 2023-marzo 2024, vol. 24, núm. 57, e226. ISSN 1515-5994
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro de Historia Argentina y Americana

Artículos

Acaparamientos de la tierra y de la producción en el agro uruguayo (1990-2011)

Joaquín Cardeillac Gulla
Departamento de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República, Uruguay
Julieta Krapovickas
Departamento de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República, Uruguay
Cita sugerida: Cardeillac Gulla, J. y Krapovickas, J. (2023). Acaparamientos de la tierra y de la producción en el agro uruguayo (1990-2011). Mundo Agrario, 24(57), e226. https://doi.org/10.24215/15155994e226

Resumen: El objetivo de este trabajo es analizar los procesos de acaparamiento de la tierra y de la producción en tres rubros agropecuarios en el Uruguay: la agroforestación, los cereales y la lechería. La propuesta metodológica en este artículo es cuantitativa y centrada en el análisis de datos provenientes de los últimos tres censos generales agropecuarios (1990, 2000 y 2011). Los resultados dan cuenta de la evolución de indicadores de control sobre la producción y sobre la tierra, y presentan similitudes y diferencias entre rubros, que a la vez permiten describir una tendencia general: el avance de las sociedades empresariales y el desplazamiento y descomposición de la producción familiar. Como resultado también destacamos la evolución de la demanda de trabajo y de la población residente vinculada a explotaciones agropecuarias, lo que evidencia un proceso de despoblamiento del campo en paralelo a un incremento en la productividad del trabajo agrario.

Palabras clave: Acaparamiento, Control, Producción, Desposesión, Descomposición.

Land and production grabbing in Uruguayan agrarian sector (1990-2011)

Abstract: The objective of this paper is to analyze the processes of land and production monopolization in three agricultural sectors in Uruguay: agroforestry, cereals and dairy. The methodological proposal in this article is quantitative and focused on the analysis of data from the last three general agricultural censuses (1990, 2000 and 2011). The results show the evolution of indicators of control over production and land, presenting similarities and differences between items but at the same time allowing us to describe a general trend: the dominance of corporation and the displacement and decomposition of family production. As a result, we also highlight the evolution of the demand for labor and of the resident population linked to agricultural farms, evidencing a process of depopulation of the countryside in parallel to an increase in the productivity of agricultural labor.

Keywords: Land grabbing, Control, Production, Dispossession, Decomposition.

Introducción

Existe a nivel internacional un amplio debate sobre los procesos de acaparamiento de tierra (o land grabbing) que incluye una reflexión sobre el alcance del concepto y sus implicancias. En el marco de este debate hay varias definiciones. Una de ellas es manejada por la FAO (Soto Baquero y Gómez, 2012) y refiere a “las transacciones de tierras que cumplen las siguientes condiciones: grandes extensiones; destinadas a la producción de alimentos; dentro de los agentes/actores que intervienen hay, por lo menos, un gobierno extranjero” (2012, p. 9). El mismo documento agrega que, posteriormente, la noción se utilizó para conceptualizar “la compra de grandes extensiones de tierras, sin restricciones sobre el destino productivo de ellas ni de quienes fueran los compradores. Entre estos últimos además de empresas, se incluyeron los fondos de inversión” (Soto Baquero y Gómez, 2012, p. 9). Más allá de lo clara y útil que resulta esta definición, luego fueron surgiendo otras, que permitieron mover el foco de análisis en función de otras preocupaciones. Así, actualmente hay un relativo consenso en que, más allá de los mecanismos involucrados, el acaparamiento es esencialmente un proceso de transferencia a gran escala del control de la tierra (Borras y Franco, 2012; Ramírez, Sosa Varrotti y Zorzoli, 2021).

En Uruguay, los procesos de avance del capital en el agro han sido discutidos extensamente, pero salvo algunas excepciones (Oyhantçabal y Narbondo, 2018), no se ha profundizado especialmente en la noción de acaparamiento. En ese sentido, no hay en la bibliografía nacional trabajos que den cuenta de los modos concretos en los que se expresa el acaparamiento conceptualizado de un modo amplio o que aborden diferencias por rubros productivos.

Según la bibliografía antecedente, entre 2000 y 2011 (últimos dos censos generales agropecuarios) en Uruguay asistimos a una caída de más de 21 % en el número de explotaciones (Piñeiro y Cardeillac, 2017). Adicionalmente, las personas jurídicas, y más concretamente las Sociedades Anónimas, fueron las que más hectáreas acumularon, hasta controlar en 2011 casi el 40 % del total de la tierra productiva del país (Saavedra y Fagúndez, 2013). En función de esto, Uruguay ha sido catalogado como un caso de land grabbing “paradigmático” (Oyhantçabal y Narbondo, 2018), y consistentemente, los estudios sobre los procesos de acaparamiento, concentración y extranjerización de la tierra se incrementaron (ver, por ejemplo, Carámbula, 2015; Piñeiro, 2014; Piñeiro, 2012; Piñeiro, 2010). Concomitantemente, se amplió el conjunto de dimensiones que estos trabajos abordan, ya sea dando cuenta de cómo el acaparamiento desborda a la tierra en el marco de un proceso más general de “acaparamiento verde” (Santos y Márquez, 2021; Fairhead, Leach y Scoones, 2012), o incluyendo otras dimensiones, como la dimensión inter-generacional (Cardeillac, 2021). Por otra parte, estudios antecedentes han permitido mostrar, por un lado, la especificidad del período histórico más reciente para el que hay información censal disponible (2000-2011), caracterizada por procesos novedosos de acaparamiento por desposesión que implicaron el desplazamiento de las formas familiares de producción y su pérdida de peso en la estructura agraria. Y, por otro lado, como líneas de continuidad de más largo aliento, se ha observado que los procesos de acaparamiento por centralización del capital supusieron la sustitución de empresarios de tipo tradicional por nuevas formas más modernas asociadas a las sociedades empresariales, fenómeno que se ha acelerado entre 2000 y 2011, pero que ya estaba presente de modo significativo desde 1990 (Cardeillac, 2020a). Finalmente, también se ha observado otra característica relevante: la homogenización de la estructura agraria uruguaya producto del avance de una nueva lógica empresarial, que va marginalizando las formas de producción típicas del agro uruguayo (Cardeillac, 2020b).

El presente artículo se inscribe en esta línea y contribuye a consolidar evidencia sobre estos procesos, así como sobre el avance del conocimiento en cuanto a su expresión en diferentes rubros. En este sentido, el objetivo del trabajo es analizar los procesos de acaparamiento de la tierra y de la producción en tres rubros agropecuarios en el Uruguay: la agroforestación, los cereales y la lechería.

La selección de los rubros obedece a motivos distintos. En el caso de la agroforestación y los cereales, porque fueron los rubros protagonistas de las transformaciones más radicales y aceleradas de los últimos años ocurridas en el agro uruguayo (y de buena parte del Cono Sur) (Carámbula, 2015; Arbeletche, 2020; Gras, 2013), y adicionalmente, representan un rubro alimentario y otro no alimentario. En el caso de la lechería, porque es un rubro mucho más tradicional en el país y al que se asocia una estructura agraria bien distinta de la de los otros dos (en la que destaca la fuerte participación de la producción familiar) (Piñeiro, Chiappe y Graña, 1998; Piñeiro, 2001). En este sentido, los rubros de análisis nos permiten contrastar sectores con diferencias en cuanto a su composición social agraria, su estructura y dinámica. Mientras que en los cereales y la agroforestación encontramos señales claras de procesos de avance del capital agrario, conformando plataformas productivas en el marco de cadenas globales de valor, con una producción orientada fundamentalmente al mercado externo, con estrategias productivas y financieras características de lo que se conoce como agronegocio (Arbeletche, 2020; Bianco y otros, 2021; Piñeiro, 2014; Piñeiro y Moraes, 2008), en el caso de la lechería, la situación es diferente. Si bien se trata de un rubro mayormente nacional en muchos países, en Uruguay, la particularidad de su reducido mercado interno y de la capacidad y estructura de la empresa estatal CONAPROLE han dado lugar a que la leche en polvo sea uno de los commodities de exportación de mayor importancia; esta empresa es la mayor exportadora del país.1 En la fase agraria, no obstante, la producción ha estado históricamente a cargo de productores familiares, en tambos pequeños y medianos, remitentes a las industrias que dominan el sector. Esta característica en la estructura social agraria del sector lechero, con lógicas y prácticas que difícilmente puedan catalogarse como agronegocio, nos resulta interesante para contrastar con dos rubros que han estado bajo la lupa en los análisis sobre las dinámicas de acaparamiento.

El presente análisis de los procesos de acaparamiento se sustenta en una discusión conceptual y teórica, en el estudio de documentación antecedente y en el análisis de datos secundarios provenientes de los últimos tres censos generales agropecuarios (1990, 2000 y 2011). A partir de una propuesta de definición de la estructura agraria mediante una tipología de actores sociales en el agro uruguayo, se observa la evolución de indicadores de control sobre la producción y control sobre la tierra que dan cuenta de similitudes y diferencias entre rubros, y que a la vez permiten describir una tendencia general: el incremento del predominio del control de la producción y de las tierras de las sociedades empresariales. Finalmente, el artículo incorpora el análisis de la evolución de la demanda de trabajo y de la población residente vinculada a explotaciones agropecuarias.

La propuesta metodológica es cuantitativa y está centrada en el análisis de los Censos Generales Agropecuarios (CGA) de 1990, 2000 y 2011, correspondientes a Uruguay. Esta fuente de información es sostenida por el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, y es un instrumento confiable y muy utilizado en el estudio de la realidad social rural y agraria. Su unidad de análisis es la explotación agropecuaria, con una hectárea de superficie como mínimo.2 Las bases usadas provienen del acervo del Banco de Datos de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República,3 en el caso de los CGA de 1990 y 2000. En el caso del CGA de 2011, la base fue obtenida directamente por un acuerdo entre el Núcleo de Estudios Sociales Agrarios (NESA) y la DIEA-MGAP.4

El acaparamiento en la discusión sobre el avance del capitalismo en el agro

La transnacionalización y globalización de la agricultura emergió como tema en la agenda académica hacia fines del siglo XX cuando la difusión de un régimen mundial agroalimentario de tipo corporativo empezó a evidenciar importantes consecuencias (Goodman y Watts, 1997; Teubal y Rodríguez, 2002; Gras y Hernández, 2013). Muchos antecedentes han analizado este contexto frente al cual se desarrollaron los procesos de land grabbing, una etapa caracterizada por el creciente papel que han adquirido las cadenas globales de valor. El rol de los Estados y de las políticas públicas ha sido particularmente destacado como garantes del predominio del capital, readaptando instituciones y normativas para asegurar los circuitos globales de dinero y de mercancías (Friedmann y McMichael, 1989; McMichael, 1998; Kay y Vergara-Camus, 2018).

En este contexto surge la noción de acaparamiento de tierras, lanzada originalmente por movimientos y organizaciones sociales (Grain, 2008; Grain, 2007), como reacción a estos procesos de avance del capital en el sector agrario y, más específicamente, al incremento de la participación de capitales especulativos en el mercado de tierras (Edelman y León, 2014; Gómez, 2014). A partir de entonces, los aportes académicos retoman el concepto, el cual ha sido ampliamente discutido, así como incorporado en una agenda teórica y conceptual más amplia. Un ejemplo claro es la incorporación de la discusión sobre el acaparamiento de tierra al debate sobre los procesos de desarrollo capitalista. En ese marco, el acaparamiento se ha vinculado o analizado a la luz de la noción de acumulación por desposesión (Harvey, 2005), lo que dio lugar a una serie de definiciones alternativas no siempre consistentes. Así, Hall (2013) encontró cuatro sentidos distintos en los que se utiliza el concepto de acumulación por desposesión vinculado al acaparamiento de tierra. En primer lugar, el concepto es utilizado como forma de comprender las respuestas del sistema capitalista a su crisis de sobreacumulación. En ese sentido, el término refiere al proceso por el cual, mediante mecanismos predatorios, fraudulentos o la violencia directa, un conjunto de activos son tomados por el capital, incorporados al sistema y puestos a generar ganancia. Esta versión se corresponde, por ejemplo, con los procesos de privatización de los bienes públicos. En segundo lugar, el concepto es utilizado para referir a los procedimientos “extraeconómicos” que se utilizan dentro del sistema capitalista,5 con la finalidad de acumular capital, lo cual remite usualmente al uso del poder político y legal o incluso a la violencia física, y no implica introducir al sistema nada “desde fuera”. Esta versión o sentido del término de acaparamiento como acumulación por desposesión es particularmente relevante para nosotros, ya que explícitamente incluye la desposesión de capitalistas tradicionales por parte de capitalistas “más avanzados”, en palabras de Levien (2012), que se sirven de modificaciones normativas y políticas. En tercer lugar, el concepto es utilizado meramente como sinónimo de desposesión o “cercamiento”, sin que haya una profundización sobre cuál es la relación de ello con el capitalismo y su funcionamiento. Y, en cuarto lugar, Hall (2013) identifica lo que denomina el sentido clásico, en el que la desposesión que genera el acaparamiento redunda en la formación de “two main classes: property-less proletarians who must sell their labour to survive, and capitalists who control the means of production (including land)” (Hall, 2013).

Con esa discusión como trasfondo, proponemos comprender el proceso de acaparamiento de tierras tal como lo hacen Borras, Kay, Gómez y Wilkinson (2013), es decir como un “acaparamiento de control”, y en tanto tal, vincularlo a procesos de acumulación por desposesión. Una ventaja de esta lectura es que se destaca la dimensión asociada al cambio en los usos y significados del suelo, y en los recursos a él asociados, que pasan a estar fuertemente condicionados por los imperativos de acumulación del capital (Borras, Franco, Kay y Spoor, 2014; Borras, Kay, Gómez y Wilkinson, 2013; Sosa, Ramírez y Serpe, 2022).

Desde una perspectiva marxista, a su vez, esta conceptualización permite dar cuenta de cómo, en la nueva fase de acumulación capitalista, la propiedad de los medios de producción (en este caso, la tierra) ha dejado de ser necesaria para la acumulación de capital. Mediado por sistemas de coerción múltiples, el control de la producción, sin la propiedad de la tierra, es ahora suficiente para garantizar a los medianos y grandes capitalistas la acumulación de bienes de capital productivo.

Así conceptualizado, el acaparamiento no se reduce a acumular hectáreas o a desplazar población mediante mecanismos predatorios, fraudulentos o violentos. Si bien incluye esos procesos, al centrarse en la concentración del control sobre los usos del suelo, también los transciende e incorpora otros aspectos para dar cuenta del avance de la lógica del capital sobre las tierras agrarias, con sus múltiples consecuencias. En este punto es necesario aclarar las diferencias que la bibliografía señala entre procesos de concentración empresarial y de la tierra y los procesos de land grabbing. Jan Douwe van der Ploeg, Jennifer Franco y Saturnino Borras Jr. (2015), en su trabajo sobre las dinámicas de estos procesos en Europa, señalan que el acaparamiento de tierras no puede entenderse simplemente como otro conjunto de transacciones en el mercado de tierras. En ese sentido, hay una serie de fenómenos que se pueden dar conjuntamente o no y que marcan la diferencia entre concentración y acaparamiento: el uso de la coerción extraeconómica (que incluye incentivos normativos), el reordenamiento del uso de la tierra (que en nuestro caso se ejemplifica en el avance de la agroforestación y de la soja) y el cambio en la escala y la ruptura profunda con la agricultura familiar (que mostraremos más adelante).

Así abordados, los estudios sobre los procesos de acaparamiento deben atender y considerar los antecedentes históricos (Edelman, 2016; Edelman y León, 2014; Gras y Cáceres, 2017). Esto es importante porque los fenómenos de acaparamiento no responden de modo único y automático a tendencias globales, sino que “interactúan y se intersectan con modos previos de ocupación, apropiación y uso de la tierra, relaciones de clase y estrategias de acumulación de los actores ya insertos en los territorios” (Gras y Cáceres, 2017, p. 168). Es una preocupación que atenderemos ampliando el período usualmente estudiado por los antecedentes.

Por último, nuestro trabajo mostrará otro asunto no suficientemente destacado en la bibliografía antecedente sobre acaparamiento y financiarización. Y es que estos procesos no se dan sólo en el sector alimentario, sino también en el no alimentario (Edelman, 2016; Borras, Kay, Gómez y Wilkinson, 2013; Borras y Franco, 2012).

En suma, la definición de acaparamiento con la que trabajamos, vinculada a los procesos de acumulación por desposesión, no se restringe al fenómeno de la concentración de la tierra o concentración económica. En nuestro enfoque, hablar de “acaparamiento” requiere la identificación previa de tipos sociales agrarios, cuya participación relativa en el control de la producción (y no sólo en la propiedad de la tierra) expresa la “novedad” de este avance del capital en el agro y de esta estrategia del capitalismo frente a la crisis financiera y de sobreacumulación del capital. El acaparamiento se caracterizará por el avance en el control de la producción por parte de un tipo social agrario que expresa la centralización de capital (Sociedades Empresariales) y que acarrea un cambio en los significados y usos del suelo, que pasa a estar mucho más condicionado por los imperativos de acumulación de capital. Y se expresa, además, en una homogenización de la estructura agraria por expulsión de los sectores menos capitalizados, y especialmente de la producción familiar, así como en un aumento de la producción, tendencia al monocultivo, la explotación en el trabajo y la despoblación rural.

Una tipología para acercarnos a la estructura agraria

Para lograr un esquema de análisis que nos permita acercarnos empíricamente lo que entendemos por estructura agraria es útil retomar una propuesta clásica: “las formas dominantes de propiedad y tenencia de la tierra y las relaciones de producción en el campo” (Stavenhagen, 1975, p. 82). Así, el estudio de la estructura agraria es posible sólo en tanto se moviliza un conjunto de distinciones conceptuales. La más elemental, o básica, tiene que ver con identificar los tipos sociales que se derivan de dos modos diferentes de organización social del trabajo (Chayanov, 1966 [1925]). De acuerdo con esta tradición teórica, el tipo de trabajo que predomina (asalariado o no) es el criterio que antecede a los demás para clasificar las explotaciones agropecuarias.

De modo consistente, hemos desarrollado ya en varios trabajos anteriores (Cardeillac, 2020a; Cardeillac, 2020b) un esquema de análisis que genera dos grandes tipos sociales agrarios que distinguen entre formas empresariales y familiares de producción. Estos dos tipos se diferencian en función de la organización social del trabajo en la explotación, lo cual operativamente implica que, si el 50 % o más del trabajo total de la explotación corresponde a trabajo no remunerado, las explotaciones son clasificadas como formas de producción familiar, mientras que, si la mayoría absoluta del trabajo es asalariado, corresponderán a formas empresariales de producción (Chayanov, 1966; Mann y Dickinson, 1978; Deere y de Janvry, 1979; Archetti, 1981; Astori, Pérez Arrarte, Goyetche y Alonso, 1982; Piñeiro, 1985; Murmis, 1986; Lamarche, 1993; Djurfeldt, 1996; Oya, 2004).

Una vez obtenido el esquema básico, procedimos a aplicar un criterio adicional separando las explotaciones que corresponden a “Personas Físicas” o “Sociedades de hecho” de las que corresponden a “Sociedades con Contrato Legal”. La motivación para proceder de este modo deriva de la consideración de que distinguir según este criterio nos permite acercarnos a lo que ha sido conceptualizado como una nueva lógica –empresarial– asociada a los procesos de acaparamiento, descrita en los antecedentes en términos de lógica o modelo del agronegocio (Bisang, Anlló y Campi, 2008; Carámbula, 2015; Errea, Peyrou, Secco y Souto, 2011; Oyhantçabal y Narbondo, 2011; Gras y Hernández, 2013; Figueredo, Guibert y Arbeletche, 2019; Bianco y otros, 2021). El resultado es que obtenemos dos subtipos, dentro de cada uno de los grandes tipos sociales identificados en el primer paso: uno que denominamos “Sociedades Familiares” y otro que denominamos “Sociedades Empresariales”, de acuerdo con el esquema que se presenta en la Figura 1:

Figura 1
Tipos y subtipos sociales agrarios
Formas familiares de producciónFormas empresariales de producción
La mitad o más de los trabajadores/as de la explotación no reciben salarioMás de la mitad de los trabajadores/as de la explotación son asalariados/as
Producción familiar (PF)Sociedad familiar(SF)Producción empresarial(PE)Sociedad empresarial (SE)
Persona Física o Sociedad de hechoSociedad con Contrato LegalPersona Física o Sociedad de hechoSociedad con Contrato Legal
Fuente: Elaboración propia.

Cereales y leguminosas, agroforestación y lechería: versiones del acaparamiento

Para comenzar, presentamos datos sobre la evolución en la cantidad de explotaciones según tipo social agrario, para cada rubro. Los rubros estudiados son granos cerealeros,6 agroforestación y lechería.

Es importante notar que dentro de los cereales y leguminosas se destaca la soja, cultivo que, con una alta demanda global y con un precio que experimentó importantes crecimientos, se expandió en la región del Cono Sur rápidamente desde fines de 1990 y principalmente desde los años 2000 (Oyhantçabal y Narbondo, 2011; Arbeletche, 2020). Entre los años 2000 y 2010 los granos y derivados fueron el conjunto más dinámico en la economía nacional, y desde 2009 alcanzaron el primer lugar en el valor total exportado, desplazando a los productos cárnicos de su histórico liderazgo. El crecimiento de las exportaciones en el período es fundamentalmente explicado por el cultivo de la soja, responsable del 70 % de los volúmenes exportados en el período 2002-2007 (Errea et al, 2011).

En cuanto al área sembrada, mientras el trigo ocupaba en la campaña 2010/2011 unas 541.000 hectáreas, la soja ya rondaba el millón de hectáreas (Uruguay XXI, 2012). El boom sojero fue sin duda impulsado por la aparición de nuevos actores de origen extranjero, principalmente empresas argentinas, que promovieron el modelo del agronegocio sojero en el país (Guibert y otros, 2011).

Respecto de la agroforestación, como veremos, se trata de un rubro novedoso y que inicia su expansión a fines de la década de 1980. Así, el área ocupada con forestación implantada pasó en treinta años de 100.000 ha a 1.200.000 ha (DIEA, 2019). El papel de las empresas extranjeras en el rubro es central. "Tres empresas (Montes del Plata, UPM y Lumin), todas de capital extranjero, controlan el 58 % del área forestal y dos de ellas poseen plantas elaboradoras de celulosa, uno de los principales rubros de exportación del Uruguay" (Arbeletche, 2020, p. 120). La bibliografía señala los cambios en las estrategias empresariales desde los inicios de la actividad hasta la actualidad, pues pasaron de producir en tierras propias a utilizar el arrendamiento y la figura del productor asociado o las "alianzas", en particular con productores ganaderos (Arbeletche, 2020).

En cuanto a la lechería, este sector se consideró estratégico para el país desde principios del siglo XX. La Cooperativa Nacional de Productores de Leche (CONAPROLE) fue creada por ley en la década de 1930 bajo este influjo. Caracterizada por la alta presencia de productores familiares remitentes a las industrias, dado lo reducido del mercado interno la cadena tiene un carácter eminentemente exportador (principalmente, de leche en polvo). Este actor se ha visto fuertemente afectado por los cambios en la cadena y por la evolución a la baja de los precios en el mercado internacional (Piñeiro y Moraes, 2008; Freiría, 2018). La necesidad de modernización en el equipamiento tecnológico, reducción de costos, acceso a escalas de producción, etc., enfrentaron a estos productores con recurrentes crisis que desembocaron en una progresiva desaparición, ya sea por la vía de la descomposición o por la capitalización y la transformación en protoempresarios o empresarios diversificados (Cardeillac, 2019). En los últimos treinta años, observamos, así, que mientras la producción de leche se ha incrementado, en paralelo el número de productores ha descendido significativamente.7

A continuación, analizaremos los resultados para cada rubro.

Figura 2
Cambio en el número de explotaciones por tipo social agrario, en la superficie mediana de las explotaciones y en la población agrícola, entre 1990, 2000 y 2011. Actividad principal: cultivos cerealeros e industriales (no incluye arroz)
Cambio en el número de explotaciones por tipo social agrario, en la superficie mediana de las explotaciones y en la población agrícola, entre 1990, 2000 y 2011. Actividad principal: cultivos cerealeros e industriales (no incluye arroz)
Fuente: CGA de 1990, 2000 y 2011.

Figura 3
Cambio en la superficie total sembrada por tipo social agrario, en la mediana de hectáreas sembradas, y en el número de ha por trabajador entre 1990, 2000 y 2011. Actividad principal: cultivos cerealeros e industriales (no incluye arroz)
Cambio en la superficie total sembrada por tipo social agrario, en la mediana de hectáreas sembradas, y en el número de ha por trabajador entre 1990, 2000 y 2011. Actividad principal: cultivos cerealeros e industriales (no incluye arroz)
Fuente: CGA de 1990, 2000 y 2011.

La Figura 2 muestra la disminución de explotaciones dedicadas a los cereales y oleaginosos que se dio entre 1990 y 2000, vinculada con los profundos cambios estructurales comentados antes. Estos se concretaron en una disminución leve del área total sembrada (Figura 3) y una disminución importante del número de explotaciones (Figura 2). En consecuencia, se observa un aumento de la escala agrícola (Figura 3). Estos ajustes estuvieron asociados a un proceso de cambio técnico centrado en la adopción generalizada de la rotación de cultivos-pasturas y el uso creciente de la siembra directa, como también a la inversión en maquinaria (tractores más potentes y de doble tracción), que fue mucho más frecuente (y viable) en las explotaciones de mayor escala e impactó en la productividad del trabajo (Figura 3), lo que generó una ampliación de la brecha tecnológica (MGAP-DIEA, 2003). Si incorporamos una mirada desde la noción de estructura agraria, se corrobora que la disminución del número de explotaciones se observó en todos los tipos sociales, aunque con sesgo hacia la producción familiar: mientras la reducción en 1990-2000 del número de explotaciones en términos generales fue de 27,3 %, entre las explotaciones de la producción familiar (PF) fue de casi 43 %.

Luego, si nos centramos en el período 2000-2011 se hacen evidentes el proceso de avance del agronegocio (Arbeletche y Gutiérrez, 2010; Bianco, y otros, 2021), el acaparamiento de tierra (Piñeiro, 2012) y del control de la cadena. Así, el número de explotaciones aumenta, aunque sigue siendo un 42 % menos que en 1990, mientras la producción (aproximada por las hectáreas sembradas) se dispara y alcanza a ser más de cinco veces la superficie sembrada que hubo en 1990 (Figura 3). Consecuentemente, se dispara tanto la superficie mediana de las explotaciones (Figura 2) como, muy especialmente, la superficie mediana sembrada (Figura 3).

Tabla 1. Participación relativa por tipo social agrario en la superficie total controlada y en la superficie sembrada. Años 1990, 2000 y 2011. Actividad principal: cultivos cerealeros e industriales

Tabla 1
Participación relativa por tipo social agrario en la superficie total controlada y en la superficie sembrada Años 1990 2000 y 2011 Actividad principal cultivos cerealeros e industriales
199020002011
Superficie sembradaSuperficie totalSuperficie sembradaSuperficie totalSuperficie sembradaSuperficie total
PF39.330.930.927.87.38.3
SF2.92.42.83.05.44.5
PE47.248.954.450.522.524.0
SE10.617.811.918.764.863.3
Total100.0100.0100100100100
Fuente: CGA de 1990, 2000 y 2011.

La Tabla 1 nos muestra cómo altera esos movimientos la participación relativa de los tipos sociales agrarios, tanto en el control de la tierra como en el control de la producción. El cambio es contundente: la producción familiar (PF) pasa de controlar 30 % de la superficie y casi 40 % de la producción en 1990 a controlar 8,3 % de la superficie y apenas 7,3 % de la producción en 2011. Este resultado en 2011 responde a un cambio que se da en el último período: mientras entre 1990 y 2000 la participación relativa de la PF en el control de la tierra se redujo 10 % y en el de la producción, 21 %, entre 2000 y 2011 estas caídas fueron de 70 % y 76,5 %, respectivamente. En el caso de la Producción Empresarial (PE) tradicional, se puede observar entre 1990 y 2000 un aumento de su participación en el control de la tierra (3 %) y en el control de la producción (15 %), mientras en el período siguiente la etapa del acaparamiento de control pierde control de superficie y producción en 52,5 % y 58,6 %, respectivamente.

La contracara de estos procesos de repliegue de la PF y la PE es el avance de las sociedades empresariales (SE), un tipo social que delimitamos como modo de acercarnos a la forma en que se concreta el modelo o lógica del agronegocio (Gras y Hernández, 2013). Así, la SE, que había tenido una participación relativamente marginal en 1990 (20 % en superficie y 10 % en producción), pasa a ser en 2011 el tipo social dominante en la fase agraria de la cadena, con el control de más de dos tercios de la tierra y de la producción. En ese sentido, el período 2000-2011 se caracteriza por la concurrencia de procesos de acaparamiento por centralización de capital (que desplazan PE tradicionales) y otros de acaparamiento por desposesión (que desplazan a la PF) (Cardeillac, 2020b). Y adicionalmente, confirman la pertinencia de un enfoque que no se limite al análisis del acaparamiento de la propiedad de la tierra (Edelman, 2016; Borras, Kay, Gómez y Wilkinson, 2013), en tanto que se dejaría de observar el acaparamiento (especialmente importante) de la producción; es decir, un acaparamiento que se orienta al control de la cadena.

Figura 4. Cambio en el número de explotaciones por tipo social agrario, en la superficie mediana de las explotaciones y en la población agrícola, entre 1990, 2000 y 2011. Actividad principal: agroforestación

Figura 4
Cambio en el número de explotaciones por tipo social agrario, en la superficie mediana de las explotaciones y en la población agrícola, entre 1990, 2000 y 2011. Actividad principal: agroforestación
Cambio en el número de explotaciones por tipo social agrario, en la superficie mediana de las explotaciones y en la población agrícola, entre 1990, 2000 y 2011. Actividad principal: agroforestación
Fuente: CGA de 1990, 2000 y 2011.

Figura 5
Cambio en la superficie total con forestación implantada por tipo social agrario, en la mediana de hectáreas forestadas, y en el número de ha por trabajador entre 1990, 2000 y 2011. Actividad principal: agroforestación
Cambio en la superficie total con forestación implantada por tipo social agrario, en la mediana de hectáreas forestadas, y en el número de ha por trabajador entre 1990, 2000 y 2011. Actividad principal: agroforestación
Fuente: CGA de 1990, 2000 y 2011.

Las Figuras 4 y 5 reproducen el mismo análisis para las explotaciones con agroforestación como principal actividad comercial y económica.

Un aspecto que se observa de inmediato es la diferencia en la historia previa de este rubro. Así, mientras en los cereales tenemos un período 1990-2000 con una retracción importante del sector (producción y explotaciones), en el caso de la agroforestación, en el período 1990-2000 la actividad se expande (Figuras 4 y 5). Y esa expansión estuvo sin duda vinculada al fomento que la actividad recibió desde el Estado gracias a la ley de promoción forestal (Ley Nº 15.939) del año 1987. La ley tuvo como principal objetivo la promoción de las plantaciones artificiales para uso industrial (fundamentalmente para la industria de celulosa) e incluía diferentes facilidades y exoneraciones fiscales, impositivas y crediticias, señales que fueron rápidamente captadas. Así, el CGA de 2000 nos permite saber que, del total de hectáreas forestadas, el 90 % lo estaban en el marco de esa Ley. Profundizando un poco más, un aspecto interesante es que mientras el 94 % de las hectáreas forestadas correspondientes a SE en el 2000 fueron plantadas al amparo de esa ley, en el caso de las explotaciones de la PE el porcentaje baja al 78 %, y cuando observamos la PF encontramos que representa sólo el 66 %. Esto muestra que la capacidad de aprovechar ese instrumento fue bastante diferente según el tipo social agrario, y más concretamente, un claro sesgo hacia las nuevas formas del capital agrario. Y estos procesos son justamente los que explican la evolución de la superficie total forestada por tipo social agrario entre 1990 y 2000 presentada en la Figura 5.

Si en lugar de centrarnos en las superficies (Figura 5) lo hacemos en el número de explotaciones (Figura 4), los resultados son un poco distintos. Allí lo que se aprecia es una apuesta generalizada por la actividad agroforestal, expresada en el aumento del número de explotaciones de todos los tipos, en el marco del cual la participación de la PF, aunque mayoritaria, se reduce (del 66 % en 1990 al 57 % en 2000). En el período 2000-2011, la situación cambia. Si bien la superficie plantada vuelve a aumentar 65 %, esto se debe únicamente a las SE, que duplican el área, mientras que todos los demás tipos pierden superficie (Figura 5). Y adicionalmente, el número de explotaciones en este período se reduce respecto de 2000, de modo concordante con la evolución en la mediana de hectáreas con bosques que se presenta en la Figura 5, y con la de la superficie total, representada por la variación en la mediana de hectáreas totales de la Figura 4. Como corolario, en 2011 las SE acaparaban el 91,6 % de la tierra (superficie total) y el 92,4 % de la producción (superficie forestada), habiendo marginado por completo al resto de los tipos sociales (Tabla 2).

Tabla 2
Participación relativa por tipo social agrario en la superficie total controlada y en la superficie forestada Años 1990 2000 y 2011 Actividad principal agroforestación
199020002011
Superficie sembradaSuperficie totalSuperficie sembradaSuperficie totalSuperficie sembradaSuperficie total
PF10.96.57.26.82.62.9
SF2.61.65.76.41.92.8
PE45.946.811.410.13.12.8
SE40.645.175.776.792.491.6
Total100100100.0100100.0100
Fuente: CGA de 1990, 2000 y 2011.

Para terminar, abordaremos el caso de la lechería. Las Figuras 6 y 7 muestran similitudes y diferencias. En cuanto a similitudes, se destaca la tendencia a la reducción del número de explotaciones (Figura 6), que se da en simultáneo al aumento de la producción (litros de leche producidos en el año) (Figura 7) y al aumento de la superficie mediana de las explotaciones (Figura 6). En suma, el proceso de ajuste estructural sigue la misma tendencia que en los granos y la agroforestación agroforestería. Luego, también es claro que se repite el avance de las Sociedades Empresariales en el control de la tierra y también en el control de la producción. Sin embargo, la magnitud de este avance es mucho menor.

Figura 6
Cambio en el número de explotaciones por tipo social en la superficie mediana de las explotaciones y en la población agrícola, entre 1990, 2000 y 2011. Actividad principal: lechería
Cambio en el número de explotaciones por tipo social en la superficie mediana de las explotaciones y en la población agrícola, entre 1990, 2000 y 2011. Actividad principal: lechería
Fuente: CGA de 1990, 2000 y 2011.

Figura 7
Cambio en el total de litros anuales por tipo social agrario, en la mediana de los litros anuales producidos y en el número de litros por trabajador entre 1990, 2000 y 2011. Actividad principal: lechería
Cambio en el total de litros anuales por tipo social agrario, en la mediana de los litros anuales producidos y en el número de litros por trabajador entre 1990, 2000 y 2011. Actividad principal: lechería
Fuente: CGA de 1990, 2000 y 2011.

Tabla 3
Participación relativa por tipo social agrario en la superficie total controlada y en los litros de producción anual Años 1990 2000 y 2011 Actividad principal lechería
199020002011
LitrosSuperficieLitrosSuperficieLitrosSuperficie
PF46.845.635.437.618.420.7
SF2.02.01.61.50.61.2
PE40.740.246.543.953.652.1
SE10.512.216.517.027.325.9
Total100100100100100100
Fuente: CGA de 1990, 2000 y 2011.

La Tabla 3 ejemplifica bien lo que decíamos: si bien el avance de la participación de las SE también se corrobora, no alcanza a marginar a la PF del modo radical en el que ocurrió con los granos y la agroforestación. Al mismo tiempo, se da un fenómeno bien peculiar: la PE de tipo tradicional aumenta su participación tanto en términos de la producción como en términos de superficie, y en 2011 alcanza a concentrar más del 50 % en ambas dimensiones. En ese sentido, en la lechería los procesos de concentración de tierra y producción se dieron tanto vinculados a novedosos procesos de acaparamiento propios de esta nueva etapa de avance del capital en el agro, como a procesos tradicionales de descomposición de la producción familiar y concentración económica (descomposición ascendente o hacia la producción empresarial) (Archetti, 1981; Murmis, 1986). Es un resultado consistente con la confluencia de procesos de avance capitalista de acumulación por desposesión y reproducción ampliada del capital tradicional, que caracterizan la realidad social y agraria latinoamericana a comienzos del siglo XXI (Vergara-Camus y Kay, 2017; Cardeillac, 2020a).

Consecuencias del acaparamiento: trabajo y población

Para terminar, analizamos los cambios en la demanda de trabajo y en la población residente vinculada a las explotaciones agropecuarias (“población agrícola”) (DIEA - MGAP, 2001). Tal como reflejan las Figuras 3, 5 y 7, en todos los rubros aumenta la productividad del trabajo. Esta tendencia, presente ya en el período 1990-2000, se hace aún más marcada en 2000-2011, mostrando una de las características de la etapa del acaparamiento por desposesión y centralización de capital: introducción de cambios técnicos, mayor uso de maquinaria y ahorro de mano de obra.

Por otro lado, las Figuras 2, 4 y 6 evidencian el impacto en términos poblacionales. Así, observamos que hay una marcada disminución de la población agrícola, que constituye el entramado social del espacio rural y agrario. En términos absolutos, la población en estos tres rubros pasó de 51.171 personas en 1990 a 36.029 en 2000 y a apenas 22.148 en 2011. Este resultado era esperable, en tanto hay una marcada disminución del número de explotaciones.

Ahora bien, es importante notar que hay grandes diferencias por rubro, y dado que la evolución del número de explotaciones también es diferente, resulta mejor considerar la evolución de la población residente promedio por explotación (Figuras 2, 4 y 6). Esta información muestra fuertes contrastes: mientras el promedio de población residente por explotación de la agroforestación en el 2011 es apenas un 15 % de la que era en 1990, en las explotaciones vinculadas a los cereales representa el 57,3 %, y en la lechería, 78,7 %. En consecuencia, el “despoblamiento del campo” del período resulta de varios factores: en la lechería, se vincula sobre todo con la disminución del número de explotaciones, mientras que, en el caso de la agroforestación, se debe al hecho de que la producción se hace mucho más extensiva, así como a lo acuciante del proceso de acaparamiento que se registra en el rubro, que marginó completamente a la producción familiar y empresarial tradicional. En una situación intermedia quedan los cereales, rubro en el que se da tanto una disminución del número de explotaciones (aunque menor que en la lechería) como una retracción del promedio de residentes por explotación (mayor que en la lechería, pero menor que en la agroforestación).

Conclusiones

Este artículo representa una contribución a dos cuestiones asuntos. Por un lado, muestra cómo se concreta el acaparamiento asumiendo una perspectiva amplia que lo vincula con los procesos de avance del capital desatados como respuesta a múltiples crisis (alimentaria, energética y financiera), y a procesos típicos de reproducción ampliada del capital y otros de acumulación por desposesión. Trabajar sobre la noción de acaparamiento como control nos permitió a su vez distanciarnos del “fetichismo de las hectáreas” (Edelman, 2016), mostrando la pertinencia de poner el centro del análisis en el control de las cadenas, aunque esto no necesariamente implique cambios en la propiedad de grandes superficies. Por otro lado, estudiar varios rubros distintos y mostrar la evolución de los procesos de acaparamiento durante un período de dos décadas nos permitió dar cuenta de que el acaparamiento es un fenómeno extendido y común en todo el sector agrario (alimentario y no alimentario)8 pero, al mismo tiempo, variable en función de las características particulares de los diferentes rubros (su historia, sus territorios, su estructura en términos de tipos sociales agrarios, etc.).

En este trabajo, entonces, a partir del análisis de diferentes rubros pudimos observar cómo operan y cómo se concretan los fenómenos de acaparamiento de la tierra y de la producción. Pudimos dar cuenta de cómo las Sociedades Empresariales, utilizando recursos legales, avanzaron en la concentración de la tierra y de la producción en la agroforestación, marginalizando a la producción familiar y empresarial tradicional. En el caso de los cereales, encontramos también rasgos claros de acaparamiento, aunque con menores magnitudes, vinculados a cambios técnicos y la penetración de capitales translatinos (particularmente argentinos). El rubro que más se diferencia en términos del acaparamiento de la tierra y la producción, como se preveía, es la lechería. Allí la concentración de la tierra y la producción está en manos de la producción empresarial tradicional, lo que muestra una tendencia de más largo aliento, con un incremento sostenido de la concentración en este tipo social agrario, en paralelo a una reducción del peso la producción familiar, en el marco de un proceso de descomposición con concentración económica (Cardeillac, 2022). Sin embargo, se destaca también que la SE pasó a ser el segundo actor de importancia en el rubro, y que controla tierra y producción.

Por último, a partir de los resultados generados pudimos observar las consecuencias de los procesos de acaparamiento en la evolución del trabajo y de la población rural. En este sentido, se hizo evidente que en todos los rubros cayó la población residente, en paralelo a un incremento en la productividad del trabajo. Los procesos de acaparamiento en los rubros analizados nos han dejado un campo más vacío, extensivo y concentrado, tanto en términos de tierra como de producción.

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Notas

1 Detrás de la carne, la pulpa de celulosa y la soja, los derivados lácteos se posicionan como el cuarto producto de exportación del país. En 2021 representaron el 16 % de las manufacturas de origen agropecuario exportadas y el 7 % de los bienes exportados (CIU, 2022).
2 Los detalles sobre los CGA (formularios, manuales y metadatos) pueden consultarse en http://www3.ine.gub.uy:82/Anda4/index.php/catalog/641.
3 Actualmente, “Unidad de Métodos”.
4 Esto nos permite trabajar sobre una base de datos anonimizada pero que no tiene las variables agrupadas (recodificadas) sino que se encuentran tal como fueron relevadas; es decir, en su máximo nivel de desagregación posible.
5 El resaltado es para enfatizar la idea de que en esta segunda versión nada “se incorpora desde fuera”, sino que son procesos “dentro” del sistema capitalista.
6 Los cultivos que comprende esta categoría son Trigo, Cebada, Avena, Arroz, Maíz, Sorgo, Soja, Girasol, Algodón, Alpiste, Caña, Lino, Maní, Tabaco, Colza y Otros.
7 Los datos de la evolución del número de remitentes a la industria láctea desde 1987 hasta 2016 dan cuenta de una reducción en el orden de los 3500 productores, concomitantemente con un aumento de la escala de los tambos en términos de número de vacas en ordeñe (Freiría, 2018).
8 Vale la pena aclarar que dentro del sector cerealero y de leguminosas se destaca la soja, como veremos, que se destina mayormente para alimentación de ganado.

Recepción: 15 Marzo 2023

Aprobación: 18 Agosto 2023

Publicación: 01 Diciembre 2023

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