Mundo Agrario, vol. 8, nº 15, segundo semestre de 2007. ISSN 1515-5994
Universidad Nacional de La Plata.
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Centro de Estudios Histórico Rurales

Reseña/Review

Sara Ortelli. 2007. Trama de una guerra conveniente: Nueva Vizcaya y la sombra de los apaches (1748-1790). México: El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos. 259 p.

Delfín, Martha

Escuela Nacional de Antropología e Historia
INAH - México
hsaez@prodigy.net.mx


"En el sitio nombrado el Pergamino /Provincia de Buenos Aires/ hay un fuerte, que se compone de un foso muy bueno con un puente levadizo de palos, capaz de alojar adentro cuarenta vecinos que tiene esta población, y son otros tantos milicianos con sus oficiales correspondientes. Tiene cuatro cañoncitos de campaña y las armas de fuego correspondientes para defenderse de una improvisa irrupción de indios pampas, en cuyas / sic / frontera está situado el presidio, que comanda el teniente de dragones don Francisco Bamphi, a cuya persuasión aceptó la maestría de postas Juan José de Toro, que era el único que podía serlo en un sitio tan importante.
(...) "En la Nueva España, viendo la imposibilidad que había de reducir a los indios bárbaros que habitan en los despoblados llanos del centro de la Nueva Vizcaya, ocupando más de cien leguas al camino real para pasar al valle de San Bartolomé del Parral se formaron cuatro presidios, con distancia de uno al otro de veinticinco leguas, con cincuenta soldados cada uno y sus oficiales correspondientes".(1)

Una de las principales virtudes de este libro es que su autora aborda un tema viejo desde un enfoque nuevo y provocador. Un tema viejo porque el estudio de la guerra apache en el norte de México es de larga data, un enfoque nuevo porque Sara Ortelli viene a cuestionar la historiografía que, basada en la documentación oficial, tradicionalmente ha identificado a los apaches como los responsables de ese estado de guerra, de zozobra y violencia en el septentrión mexicano, no sólo en el período colonial, sino en el independiente decimonónico.(2)

Para llevar a cabo su investigación, la autora ha realizado un exhaustivo y excelente trabajo de fuentes en diversos archivos y bibliotecas, su pesquisa la ha llevado a consultar acervos en México, Estados Unidos y España. Los materiales identificados y analizados proporcionan una serie de datos que apuntalan su tesis, la de que se trataba de una guerra conveniente, de que la sombra de los apaches servía como motor de todos los miedos, cual fantasmas que asolaban la Nueva Vizcaya, ese vasto territorio norteño que comprendía Durango y Chihuahua. Pero, ¿para qué servía el miedo que provocaban los apaches o su sola mención?, o mejor aún, ¿a quiénes servía fomentar esos temores, esa amenaza latente de la sombra apache que se expandía como un rumor?

A lo largo de siete capítulos Ortelli nos presenta la trama de esta guerra que convino a los intereses socioeconómicos y políticos de los hombres fuertes de la Nueva Vizcaya del siglo XVIII, es decir, los gobernadores y capitanes de frontera, los misioneros, los mineros, hacendados y comerciantes que se encargaron de exagerar la amenaza apache. Por ejemplo, dice Ortelli, "los capitanes de presidio estaban más ocupados en sus negocios particulares como terratenientes y mineros, que en la defensa del Septentrión." (p. 31) y "uno de los mecanismos que permitía ejercer el control sobre este territorio era tener injerencia en la administración de la justicia." (p. 145)

Así como la autora en sus obras anteriores ha cuestionado el enfoque tradicional con el que se analiza y explica el llamado "proceso de araucanización" de la Pampa y Patagonia argentinas que sólo remite a las tesis migracionistas y difusionistas para entender el impacto de la presencia de los indios "aucas", los indios mapuches "enemigos" de origen chileno, establecidos entre los pueblos originarios del lado argentino y que se reconoce cada vez más intenso durante los siglos XVIII y XIX, de igual manera cuestiona la lectura convencional con la que se explica la llegada y establecimiento de los apaches en el territorio neovizcaíno, la llamada "guerra apache" y el concepto mismo de "apache". De esta forma, lo que Ortelli propone es evidenciar la serie de complejas redes sociales, políticas, económicas y familiares que se entretejen en la frontera con el "bárbaro", para entender las razones que tenían los pobladores no indígenas, los hombres fuertes de ambas fronteras, la novohispana y la bonaerense, para asegurar que se hallaban en un estado de constante indefensión ante sus ataques. En el caso particular del septentrión novohispano, eso servía para que les fueran concedidos por la Corona española a los pobladores de la frontera una serie de privilegios, a saber, las tierras mercedadas como premios por los triunfos militares contra los "indios infieles", los situados del rey o las exenciones tributarias. Ortelli demuestra con un riguroso análisis de los documentos que ese supuesto estado de indefensión y la amenaza constante de que esos poblados iban a "desaparecer" era una mera ficción, una argucia que servía para ocultar el beneficio de toda índole que eso conllevaba; los datos demográficos o la bonanza por las actividades económicas como la minería, el comercio, la agricultura o la ganadería que ella descubre en los documentos de esa época desdicen lo expresado constantemente por los capitanes de frontera y otros integrantes de la elite regional ante la embestida de los funcionarios reales que habían llegado al septentrión deseosos de implementar las reformas borbónicas y asegurar el control real sobre ese territorio y sus pobladores.

Ortelli prefiere poner apaches entre comillas porque, a final de cuentas, es un invento, una creación, una solución a la que hay que otorgar un nombre, y que ya no sólo significa etimológicamente "enemigo" en lengua zuñi, sino aquellos indígenas que supuestamente depredaban y hacían peligrar la existencia de las poblaciones y los centros de producción del septentrión. Esos eran los otros, los bárbaros, el peligro latente que había que conjurar por medio de los presidios y de los hombres de frontera que se enfrentaban directamente al acoso de estos "salvajes", de estos "apaches", y que, a cambio de ello, recibían los favores del rey. A su vez, en este complejo tejido fronterizo se evidencia la porosidad del mismo término de frontera; por ejemplo, un indicador de esta flexibilidad para no entender la frontera como algo necesariamente guerrero sería el comercio que los indígenas hacían con los pobladores no indios, particularmente el intercambio de ganado caballar o vacuno, gamuzas, pieles, inclusive flechas, por ciertos artículos que ya se habían vuelto parte de la dieta, la vestimenta o la cosmovisión de los "apaches": azúcar, aguardiente, plata, chaquira, armas de metal o de fuego, entre otras cosas.

Mención aparte merece el abigeato, el pingüe negocio que involucraba no sólo a los "apaches", sino a los cuatreros que se habían organizado a nivel de bandas que comerciaban el ganado robado con los propios hacendados o los mineros, la "gente respetable" que conformaba la elite. La autora identifica las rutas a las que denomina "los circuitos de los infidentes" y "los circuitos de los abigeos". En el primer caso, se refiere a los caminos tomados por las bandas o cuadrillas multiétnicas que se integraban por tarahumaras, topias y tepehuanes coligados con los "apaches", pero que también se conformaban de "agregados", hombres y mujeres blancos -la llamada "gente de razón"-, negros, mulatos, coyotes, mestizos "y otras castas de gente ociosa, perdida y vagamunda" como los describían en los documentos consultados por Ortelli, es decir, personas de distinta procedencia étnica y social que se hallaban entre los indígenas rebeldes, algunos por cautiverio y otros por propia decisión a manera de refugiados huyendo de la justicia española, todos ellos copartícipes de los asaltos y robos de animales. La autora no acepta la explicación tradicional de que estos robos de ganado, los incendios y los asesinatos se relacionaban con una cuestión de resistencia frente al régimen español, es decir, un conato de rebelión, sino la entiende más bien como una actividad económica que les permitía sobrevivir a los infidentes. Este tráfico de animales iba más allá de las fronteras neovizcaínas y se adentraba en Nuevo México, en el actual territorio del sur estadounidense, o en la provincia de Sonora. Con "los circuitos de los abigeos", Ortelli se refiere a las rutas de los "bandoleros", buena parte de éstas quedaban dentro del territorio de la Nueva Vizcaya. Los principales compradores de este ganado robado podrían ser los mineros que requerían las mulas, por ejemplo, para el transporte del mineral, o el sebo del ganado vacuno para la confección de velas necesarias en el interior de las minas. Este circuito conectaba la Huasteca potosina con Chihuahua. Las bandas de los abigeos, verdaderos clanes, se conformaban por individuos catalogados como "vagos", "reincidentes", pero también por rancheros y arrieros que se hallaban vinculados entre sí por lazos de amistad o parentesco. Además, los compradores del ganado robado, otros rancheros y arrieros, podían ser familiares suyos. Ortelli menciona que los abigeos "robaban en una amplia región que abarcaba Parral, Santa Bárbara, Valle de San Bartolomé, Real del Oro, Indé, Santiago Papasquiaro y Mapimí." (p. 199)

De esta forma, los "apaches" sirven de pretexto a los poderosos neovizcaínos, dice la autora, para tratar de contrarrestar la cada vez mayor injerencia borbónica en los asuntos regionales y que afectaban directamente sus intereses. Además de examinar los efectos inmediatos de estas reformas sobre la población indígena, particularmente sobre los tarahumaras y los tepehuanes tras la expulsión de los jesuitas en 1767, revisa los enfrentamientos habidos entre los visitadores y funcionarios reales con las autoridades locales, así como la relación que se establece -a través de los tratados de paz, el comercio que incluía el consumo de alcohol, y el sistema de raciones- con los indios enemigos, el tránsito del llamado por Ortelli "discurso de la guerra al discurso de la pacificación". Los apaches habían sido conocidos como "indios enemigos", "indios apóstatas" o "indios infieles", se les diferenciaba como "enemigos externos" de los tarahumaras y tepehuanes reducidos que se volvían "enemigos internos" en el momento de rebelarse contra la Corona española. Estos últimos, junto con los vagamundos, bandoleros, fugitivos, abigeos y desertores serían señalados como infidentes. Esta nueva categoría etnopolítica representaba cabalmente el cambio de paradigma, ya no se trataba de un pecado, sino de un delito, una afrenta política contra el rey. La presencia de los llamados infidentes evidenciaba dos cosas: las contradicciones internas de la provincia de la Nueva Vizcaya y el comercio de ganado que se había convertido en un modus vivendi . Dice Ortelli que "el delito de infidencia remitía a un sujeto laico y político entendido como súbdito, que había sido desleal a su soberano". A los "apaches", como grupos marginados, habría que sumar los vagos, los huidos, los fugitivos y los malhechores, todos ellos caracterizados de infidentes, "que fueron objeto de control, persecución y sujeción" (p.214), pero que, según la autora, han sido poco abordados por la historiografía tradicional la que, haciendo caso de los testimonios oficiales de aquella época, responsabilizaba a los "apaches" del estado de violencia que imperó a lo largo del siglo XVIII y, particularmente, en las décadas de 1770 y 1780. Ortelli ofrece una lectura novedosa, reveladora, esa es la razón por la cual considero que este libro es en verdad una excursión diferente a los indios apaches.

Notas

(1). Concolorcorvo. 1997[1773]. El lazarillo de ciegos caminantes. Buenos Aires: Emecé. Colección Memoria Argentina dirigida por Alberto Casares. p. 50 y 219.

(2). El libro de Sara Ortelli fue originalmente su tesis de doctorado, galardonada por la Academia Mexicana de Ciencias con el Premio a la Mejor Tesis de Doctorado en Ciencias Sociales y Humanidades de 2003.

Fecha de recibido: 10 de octubre de 2007.
Fecha de publicado:
30 de noviembre de 2007.

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