Mundo Agrario, vol. 10, nº 20, primer semestre de 2010. ISSN 1515-5994
Universidad Nacional de La Plata.
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Centro de Estudios Histórico Rurales

Artículo/Article

Las pequeñas explotaciones de base familiar (Pergamino, 2002): aportes al debate sobre su caracterización y perspectivas

Eduardo Azcuy Ameghino

Centro Interdisciplinario de Estudios Agrarios
Facultad de Ciencias Económicas
Universidad de Buenos Aires
eduardo.azcuy@hotmail.com

The small exploitations of familiar base (Pergamino, 2002): contributions to the debate on its characterization and perspectives

Resumen
El objetivo de este trabajo es identificar y analizar las explotaciones caracterizadas, hasta cierto grado de delimitación, por su pequeña envergadura económico-productiva, por hallarse establecidas en superficies reducidas y por utilizar en forma predominante fuerza de trabajo personal y/o familiar de los titulares de las EAPs en el desarrollo de las labores agropecuarias. Para ello construimos la categoría operativa que denominamos "pequeña producción de base familiar", la que fue utilizada como referencia a efectos de ordenar y orientar conceptualmente la indagación estadística. Producto de este ejercicio resultó posible establecer el perfil socioeconómico del universo analizado y sus características estructurales en términos de cantidad de EAPs, superficies, tenencia de la tierra, procesos y volúmenes de producción, fuerza de trabajo, etc. Por último, se proponen argumentos y problematizaciones analíticas de los resultados obtenidos, incluidas comparaciones con los registros correspondientes a 1988, sumándonos al debate acerca de la caracterización y evolución de un estrato de productores sobre el cual la literatura especializada registra fuertes controversias interpretativas.

Palabras claves: Pequeña producción agraria: producción familiar; chacareros; contratismo de servicios; concentración económica.

Abstract
The aim of this work is to identify and to analyze the characterized developments, up to certain degree of delimiting, for his small economic - productive importance, for being established in limited surfaces and for using in predominant form personal and / or familiar workforce of the holders of the EAPs in the development of the agricultural labors. For it we construct the operative category that we name a "small production of familiar base", which was used as reference to effects of ordering and orientating conceptual the statistical investigation. Product of this exercise turned out to be possible to establish the socioeconomic profile of the analyzed universe and his structural characteristics in terms of EAPs's quantity, surfaces, possession of the land, processes and volumes of production, workforce, etc. Finally, we propose arguments and analytical problems of the obtained results, included comparisons with the records corresponding to 1988, adding to the debate it brings over of the characterization and evolution of a producers' stratum on which the specialized literature registers strong interpretive controversies.

Keywords: Small agrarian production; familiar production; farmers; contracting services; economic concentration.


Agradecimientos

Agradezco los enriquecedores comentarios de Miguel Murmis a la versión preliminar de este trabajo.

1. Introducción

El objetivo de este trabajo es identificar y analizar las explotaciones caracterizadas, hasta cierto grado de delimitación, por su pequeña envergadura económico-productiva, por hallarse establecidas en superficies reducidas y por utilizar en forma predominante fuerza de trabajo personal y/o familiar de los titulares de las explotaciones agropecuarias (en adelante EAPs) en el desarrollo de las labores agropecuarias.

Para ello construimos la categoría operativa que denominamos "pequeña producción de base familiar",(1) la que fue utilizada como referencia a efectos de ordenar y orientar conceptualmente la indagación estadística. Como parte de este procedimiento se realizaron sucesivas aproximaciones a la base de datos del partido de Pergamino correspondiente al CNA 2002, mediante las cuales se fueron recortando conjuntos cada vez más acotados de explotaciones.

De esta manera arribamos a una primera aproximación al universo de análisis que deseábamos aprehender, procediendo posteriormente a la medición de algunas de las variables informadas por el censo correspondientes a estas pequeñas explotaciones -superficie de la EAP, tenencia de la tierra, procesos y volúmenes de producción, fuerza de trabajo, pluriactividad, etc-, alcanzando una visión aproximada de sus características estructurales.

Por último, proponemos argumentos y problematizaciones analíticas de los resultados obtenidos, incluidas comparaciones con los registros correspondientes a 1988 (Azcuy Ameghino, 2001), sumándonos al debate acerca de la caracterización y evolución de un estrato de productores sobre el cual la literatura especializada registra fuertes controversias interpretativas.(2)

2. La construcción estadístico-conceptual de la "base familiar" y el perfil socioeconómico de la pequeña producción de Pergamino

En mi opinión, enmarcados en una economía agraria capitalista como la pampeana, resulta razonable definir como campesinos capitalizados o chacareros a todos aquellos productores directos, agricultores y/o ganaderos, en cuyas explotaciones -cualquiera sea la relación de tenencia del suelo- la fuerza de trabajo predominante es la mano de obra personal y/o familiar.(3) En este sentido, y más allá de la amplitud y heterogeneidad del concepto -que exige la incorporación de diversas subcategorías para alcanzar una operativización empírica- (Azcuy Ameghino, 2007), su núcleo duro está determinado por el recurso a la organización social del trabajo como parámetro definitorio de las diferentes clases, fracciones de clase y capas sociales (Murmis, 1974: 21).

Guiada por esta delimitación teórica preliminar, la tarea planteada consistió en elaborar la base de la pirámide social-productiva de las explotaciones del agro pergaminense, eliminando (hasta donde la información lo permite) todas aquellas unidades que, dados los criterios utilizados, exceden nuestro calificativo -o mejor, la específica modulación que realizamos de él en estas notas- de pequeñas y/o de familiares, lo cual debe contribuir a que la imagen resultante del ejercicio, reúna, en principio, a las EAPs más pequeñas y más familiares del partido.

Atendiendo a estas precisiones construimos la "base familiar" correspondiente al total de 1.117 fincas censadas en 2002, orientados por la necesidad de lograr la mayor coherencia entre la caracterización teórico-formal del conjunto y sus atributos reales.

Para ello se realizaron los siguientes pasos metodológicos:

1) Se utiliza inicialmente el criterio clásico de agrupar las pequeñas EAPs por su extensión de superficie, usando como tope superior la cantidad de 56 has(4), de lo que resulta que el primer conjunto delimitado se halla constituido por 313 explotaciones (590 en 1988). Además de resultar el límite que en este caso hemos considerado razonable -en la zona norte de Buenos Aires, centro y sur de Santa Fe y sur de Córdoba- para definir a las pequeñas EAPs por su superficie, la escala de extensión propuesta favorece una mejor comparabilidad con las estadísticas extranjeras.

Vale remarcar, dada la especificidad de la zona agrícola núcleo, que a precios promedio de 2008 el valor de 56 has superó en la zona de Pergamino los 500.000 dólares, dinero equivalente, por ejemplo, al precio de unas 125 hectáreas en la zona agrícola del sur bonaerense. En este sentido, retener la cifra mencionada (equivalente aproximadamente a 10 departamentos de dos ambientes en Buenos Aires) resulta útil para no confundir por lo menos a una parte de estos pequeños agricultores, propietarios de sus tierras, con los pobres del campo y la ciudad, ni idealizar excesivamente su condición social.

2) Se eliminan todas las EAPs que utilizan trabajo remunerado permanente, sea no familiar o familiar. Partiendo del supuesto de que los censos agropecuarios subregistran el trabajo asalariado, y afirmando el objetivo de aislar las unidades productivas específicamente familiares, se tomó la decisión de -ante la intrínseca ambigüedad de la categoría- excluir a las EAPs con familiares remunerados, considerándolos como equivalentes a un trabajador remunerado en general.

3) Atendiendo a otras formas de explotación de fuerza de trabajo de terceros se restan todas las EAPs que contratan más de 25 jornadas transitorias al año. Este es un criterio de corte cuyo sentido apunta a restringir el peso de estas jornadas frente al protagonismo del componente de trabajo familiar, aunque, en rigor, deberían eliminarse en su totalidad o sólo aceptar excepcionalmente 4 o 5 jornadas, más allá de las cuales puede quedar seriamente cuestionado el carácter familiar de la producción de las EAPs en cuestión. De todas maneras, en este caso las que se han computado son jornadas que, en general, no se vinculan con tareas de siembra y cosecha.

4) Igualmente se neutralizan las EAPs que contratan cuadrillas de trabajadores.

En virtud de los procedimientos anteriores se han eliminado 88 EAPs, quedando definidos dos conjuntos o universos:

a) 313 EAPs de hasta 56 has.

b) 225 pequeñas EAPs basadas principalmente en el trabajo familiar (incluidas entre las anteriores). Resultando las segundas nuestro objeto de estudio, procuraremos estimar estadísticamente su participación en la producción agropecuaria de Pergamino, así como indagar en los patrimonios que disponen y en los procesos productivos que llevan a cabo.

Mientras tanto, como estímulo a la discusión, cabe señalar que si en la zona núcleo del agro pampeano existen todavía verdaderas pequeñas explotaciones basadas en el trabajo familiar -que en nuestra formulación teórica denominamos unidades campesinas capitalizadas insertas en una estructura de producción capitalista (Llambí, 1981), o familiares, o chacareras-, ellas están reflejadas en este conjunto, que ha sido delimitado y construido de modo tal de reducir la incidencia del trabajo asalariado permanente y estacional, despojándolo de la infiltración habitual dentro del estrato de algunas EAPs pequeñas por su superficie pero específicamente capitalistas por su volumen económico y la mano de obra que predomina en ellas.(5) Y aun así, vale reiterarlo, no las llamamos "familiares", sino, con el mayor cuidado, de base familiar, pues todavía se halla presente (nótese que no la hemos usado como condición para construir nuestra unidad de análisis) la contratación de servicios de labores que, como tal, constituye un factor de signo opuesto a la presunta naturaleza chacarera de quienes recurren a esta forma de incorporación indirecta de mano de obra remunerada (Craviotti, 2001; Azcuy Ameghino, 2006).

Sin olvidar estas salvedades, ha quedado pues definido un conjunto de unidades productivas que hasta cierto punto se corresponde -en términos de quienes las operan- con un tipo de sujetos sociales que preliminarmente podrían encuadrarse en las categorías de chacareros medios de la capa inferior y chacareros pobres.(6) Fracciones de clase para muchos inexistentes, y para otros todavía vigentes, pero, sin duda severamente afectadas por las tendencias descampesinizadoras ("desfamiliarizadoras" si se prefiere) propias del capitalismo, que sin prisa pero sin pausa van reduciendo sistemáticamente su significación productiva dentro del agro pampeano, sin que ello se refleje necesariamente -o en la misma medida- en el decaimiento de su presencia social, política e ideológico-cultural (Martínez Dougnac y Azcuy Ameghino, 2008), tal como se ha podido observar durante el conflicto reciente en torno a los impuestos a la exportación de granos.

Cuadro 1. Pergamino, 2002: relación del número y la superficie de las pequeñas explotaciones predominantemente familiares con el total de las EAPs de hasta 56 has.

Escala
(has)
Pequeñas EAPs
de Pergamino
EAPs
base familiar
% Base
s/total
Superficie
Pequeñas EAPs
(has)
Superficie
Base familiar
(has)
% Base
s/total
Hasta 4 15 6 40,0 42,0 16,0 38,1
4,1 - 20 73 57 78,1 913,1 726,6 79,6
20,1 - 28 46 33 71,7 1.150,0 826,5 71,9
28,1 - 40 83 60 72,3 2.825,1 2.047,1 72,5
40,1 - 56 96 69 71,9 4.713,5 3.414,5 72,4
Totales 313 225 71,9 9.643,7 7.030,7 72,9

Fuente: elaboración propia en base a datos inéditos del Censo Nacional Agropecuario 2002.

La información contenida en el cuadro 1 es una buena prueba de lo señalado: considerando el conjunto más amplio integrado por las pequeñas explotaciones -hasta 56 has- de Pergamino, sin exclusión de las que registran algún aporte de fuerza de trabajo adicional (que nos llevó a quitarlas de la "base familiar)-, contabilizamos 313 EAPs contra las 590 identificadas -mediante similares criterios analíticos- en 1988, lo cual indica que fueron afectadas por un porcentaje intercensal de "desaparición" del 46,9%.

Por su parte, las 225 unidades caracterizadas como de base familiar en 2002 reflejan una caída del 48,4% respecto a las 436 correspondientes a 1988. Lo cual constituye un dato insoslayable en la interpretación y la discusión sobre la eficacia de las tendencias de desarrollo del régimen capitalista, difícil de disimular y difícil de rebatir: abandonaron su rol en la producción (más o menos quebradas, endeudadas, arrendadas, vendidas, etc.) prácticamente la mitad de las unidades chacareras más pequeñas. Y esta tendencia difícilmente se ha moderado en los últimos años, resultando más probable que se haya profundizado, en otro contexto y bajo otras modalidades respecto al período de la "convertibilidad" (Fernández y Azcuy Ameghino, 2008).

Cuadro 2. Pergamino, 2002: pequeñas explotaciones predominantemente familiares, superficie que ocupan y promedio de tierra por explotación.

Escala
(has)
EAPs % EAPs Tierra
(has)
% Tierra Has x EAP
Hasta 4 6 2,7 16,0 0,2 2,7
4,1 - 20 57 25,3 726,6 10,3 12,7
20,1 - 28 33 14,7 826,5 11,8 25,0
28,1 - 40 60 26,6 2.047,1 29,1 34,1
40,1 - 56 69 30,7 3.414,5 48,6 49,5
Totales 225 100 7.030,7 100 31,2

Fuente: elaboración propia en base a datos inéditos del Censo Nacional Agropecuario 2002.

Respecto a la significación de las 225 explotaciones de la base familiar, tal como las refleja el cuadro 2, ellas constituían en 2002 el 20,1% de las EAPs totales y ocupaban el 2,5% de la tierra censada. En este sentido, la tendencia de su evolución hacia el interior del partido se refleja en el contraste con el 27,2% y 4,2% que les correspondía en 1988.

En relación a las formas de tenencia de la tierra, sobre las que informan en detalle los cuadros 3, 4 y 5, resulta que el 80% de la superficie de las unidades se halla trabajado mediante el régimen de propiedad, distribuyéndose entre 165 EAPs con propiedad pura y 31 que le agregan alguna combinación con tierras de terceros. En conjunto suman 196 explotaciones y representan el 87,1% de la base, lo cual significa un rasgo de relativa continuidad respecto al 85,6% medido en 1988, cuando se encontraba bajo tenencia en propiedad el 75,8% de los terrenos de estas pequeñas unidades.

Cuadro 3. Pergamino, 2002: distribución de la superficie de las pequeñas explotaciones de acuerdo con las formas puras de tenencia de la tierra, según escala de extensión (hectáreas).

Escala
(has)
EAPs Propiedad Arrenda-
miento
Aparcería Contrato
accidental
Otros Total
Hasta 4 6 16,0 - - - - 16,0
4,1 - 20 57 599,5 4,1 - 106,0 17,0 726,6
20,1 - 28 33 600,5 9,0 - 190,0 27,0 826,5
28,1 - 40 60 1.670,0 66,0 10 263,5 37,6 2.047,1
40,1 - 56 69 2.713,0 59,0 - 574,5 68,0 3.414,5
Totales 225 5.599,0 138,1 10 1.134,0 149,6 7.030,7

Fuente: elaboración propia en base a datos inéditos del Censo Nacional Agropecuario 2002.

Sobre el papel que juega -en general, y en especial en los años recientes- entre los pequeños chacareros disponer de la propiedad de la tierra caben al menos tres señalamientos. En primer lugar reiterar que se trata de un patrimonio que, al promedio de 31,2 has por EAP que le corresponde a la base familiar, se tasa a precios de 2008 en algo más de 300.000 dólares, lo que fue acompañado -ahora en el caso de las unidades de 56 has- durante la campaña 2007/08 de un derecho teórico o potencial a percibir unos 25.000 dólares anuales de renta,(7) lo cual, con no ser una suma que impresione, implicaba un promedio de aproximadamente 6.500 pesos mensuales. Dicho sea de paso, estos números -que a comienzos de 2009 muestran una firme tendencia a la baja- ayudan a comprender el sentido del mini-rentismo, como la alternativa económica elegida por muchos pequeños propietarios que se hallan productivamente fuera del sector; mientras que en las unidades que permanecen operativas la renta agrega un plus relevante a sus ganancias eventuales como organizadores de sus producciones.

En segundo término, y tal vez lo esencial del punto, la propiedad de la tierra (no importa si se la trabaja o se la alquila) establece una diferencia cualitativa, de fondo, entre el volumen económico de las unidades (y sus titulares) de los propietarios y las de los simples poseedores. Una diferencia tan grande que, en el caso que analizamos, se puede tasar en un valor patrimonial de hasta medio millón de dólares, con todo lo que implica económica, política y socialmente disponer o no de dicha cantidad de dinero. En sentido contrario, a comienzos de 2009 -con soja por sobre los 800 pesos la tonelada- la utilidad neta del arrendatario sojero en pequeña escala en Pergamino ronda según nuestros cálculos los 40 dólares por hectárea (podrían ser 50 o 60 sin que se modifique cualitativamente el planteo), lo cual, suponiendo el improbable cultivo de las 56 has que le asignamos como máximo al caso de estudio, suma hasta 2.240 dólares anuales, que se reducirían a 1.248 para la EAP promedio de 31,2 has. Ingresos que descienden sustancialmente a medida que alejamos al chacarero en cuestión en dirección a las zonas agrícolas menos fértiles o más alejadas de los mercados.

En segundo lugar, debe remarcarse que en 1988 había 373 explotaciones propietarias en la base familiar y en 2002 quedaban 196, no resultando posible establecer cuántas mantienen el dominio de la tierra aunque no permanezcan productivamente activas, debiendo investigarse hasta donde sea posible el modo como las EAPs desaparecidas en virtud de las vicisitudes negativas atravesadas durante el período intercensal se repartieron entre quienes debieron realizar sus patrimonios para enfrentar su endeudamiento y quienes, sin llegar a ese extremo, se vieron forzados a cederlas en arriendo como parte de la puesta en juego de una estrategia de supervivencia característica de los chacareros propietarios.(8)

Cuadro 4. Distribución de las pequeñas explotaciones de la base familiar y de sus superficies (has), de acuerdo con las formas de tenencia de la tierra.

Forma tenencia EAPs % EAPS Superficie % Superficie EAP media
Propiedad 165 73,3 4.986,5 70,9 30,2
Combinaciones 31 13,8 1.120,0 15,9 36,1
Arrendamiento 4 1,8 117,1 1,7 29,3
Aparcería - 0 - - -
Contrato accid. 20 8,9 673,5 9,6 33,7
Otros 5 2,2 133,6 1,9 26,7
Totales 225 100 7.030,7 100 31,2

Fuente: elaboración propia en base a datos inéditos del Censo Nacional Agropecuario 2002.

Dirigiendo la atención sobre los poseedores puros -donde predomina ampliamente el contrato accidental o contratismo de producción-, cuyo número bajó de 63 a 29 -un porcentaje superior al 50%-, se pueden comprobar las dificultades extremas que se presentaron para sostener la pequeña producción agrícola extensiva de granos, fácilmente asociables con el 64% de las EAPs (55 contra 20) trabajadas bajo contrato accidental puro que desaparecieron respecto a sus antecesoras de 1988.

Cuadro 5. Pergamino, 2002: pequeñas explotaciones que organizan sus explotaciones mediante la combinación de propiedad y posesión (has).

Escala
(has)
EAPs Propiedad Arrenda-
miento
Aparcería Contrato
accidental
Otras Total
Hasta 4 - - - - - - -
4,1 - 20 5 42,5 - - 36,0 - 78
20,1 - 28 3 31 9 - 37,0 - 77
28,1 - 40 10 194,0 - 10 151,0 - 355
40,1 - 56 13 345,5 12 - 236,5 16 610
Totales 31 612,5 21 10 460,5 16 1.120

Fuente: elaboración propia en base a datos inéditos del Censo Nacional Agropecuario 2002.

Establecido el régimen de tenencia que caracteriza a las pequeñas explotaciones de la base familiar, dirigimos ahora la atención hacia los usos que realizan del suelo (cuadros 6 a 8), que en 2002 continuaban orientados en lo fundamental a cultivos anuales, lo cual se refleja en el 81,5% de los terrenos cuya superficie se halla implantada -algo por debajo del 85% registrado en 1988-, mientras que el resto del campo se utilizó de la siguiente manera: pastizales 10,6%, apta no utilizada 2,9%, y no apta más viviendas el restante 5%.

Sobre estos datos se puede agregar la precisión adicional de que, sobre las 225 EAPs de la base familiar, 194 poseen superficie implantada, 59 tienen pastizales naturales y 31 se distribuyen la superficie apta no utilizada, no registrándose mayores cambios respecto a los rasgos más generales del paisaje agrario reportado por el censo precedente.

Cuadro 6. Principales usos del suelo en las pequeñas explotaciones predominantemente familiares según escala de extensión (has).

Escala
(has)
EAPs Superficie
Total
Superficie
implantada
Pasto natural
y bosque
Apta no
utilizada
No apta y
vivienda
Sin
discriminar
Hasta 4 6 16,0 4,0 2,0 - 3,0 7
4,1 - 20 57 726,6 531,7 113,5 11,0 42,4 28
20,1 - 28 33 826,5 591,8 37,0 71,0 25,7 101
28,1 - 40 60 2.047,1 1.788,1 187,5 20,0 51,5 -
40,1 - 56 69 3.414,5 2.815,2 403,5 101,8 94,0 -
Totales 225 7.030,7 5.730,8 743,5 203,8 216,6 136

Fuente: elaboración propia en base a datos inéditos del Censo Nacional Agropecuario 2002.

Cuadro 7. Superficie implantada en las pequeñas explotaciones predominantemente familiares según escala de extensión (has).

Escala
(has)
Cereales Oleaginosas Forrajeras
anuales y perennes
Otras Superficie
Implantada
Hasta 4 - - - 4,0 4,0
4,1 - 20 60 (7) 408 (39) 34 (5) 29,7 531,7
20,1 - 28 128,8 (11) 410 (23) 28 (4) 25,0 591,8
28,1 - 40 492,5 (25) 1.176,1 (42) 90 (9) 29,5 1.788,1
40,1 - 56 624 (29) 1.659,7 (53) 407 (15) 124,5 2.815,2
Totales 1.305,3 3.653,8 559 212,7 5.730,8

Los números entre paréntesis indican la cantidad de explotaciones que implantaron las hectáreas indicadas.
Fuente: elaboración propia en base a datos inéditos del Censo Nacional Agropecuario 2002.

Con mayor detalle, la superficie implantada en primera ocupación muestra a 72 EAPs sembrando un 22,8% de la superficie agrícola total con cereales, 157 EAPs el 63,8% con oleaginosas, y 33 EAPs con el 9,8% dedicado a las plantas forrajeras. En 1988 las proporciones de participación de los mencionados cultivos fueron 48,6%, 35,2% y 15,4%, lo cual ejemplifica en pequeña escala la magnitud que ya alcanzaba el todavía ininterrumpido vuelco hacia la soja (León y Azcuy Ameghino, 2005).

Considerando los cultivos específicos, y contabilizando ahora las hectáreas de segunda ocupación, el cuadro 8 incorpora las siembras de soja de segunda realizadas por 50 EAPs (el 22,2% de la base), que se corresponden con el predominio del trigo -adaptado al doble cultivo- por sobre el maíz, que sufre las consecuencias de su despareja competencia con la oleaginosa, aunque hay que destacar que en 2002 la proporción de soja de segunda fue bastante menor que en 1988, cuando sumó una superficie similar a la de primera.

Cuadro 8. Superficie implantada con cereales y oleaginosas en las pequeñas explotaciones predominantemente familiares (has).

Escala
(has)
Maíz Trigo Otros Soja 1a. Soja 2a. Girasol
Hasta 4 - - - - - -
4,1 - 20 22 (4) 38 (4) - 405 (38) 41 (5) -
20,1 - 28 39 (5) 74,8 (7) 15 (1) 360 (21) 129,8 (9) -
28,1 - 40 146 (15) 346,5 (14) - 1.164,1 (41) 363,5 (15) -
40,1 - 56 195 (18) 429 (22) - 1.708,7 (54) 426,5 (21) 1 (1)
Totales 402 888,3 15 3.637,8 960,8 1

Fuente: elaboración propia en base a datos inéditos del Censo Nacional Agropecuario 2002.

En relación con la producción agrícola realizada por las pequeñas explotaciones pergaminenses en 2002, también reviste interés indagar acerca del uso de fertilizantes y agroquímicos, sobre lo que informa el cuadro 9. Así, el 32,4% de las EAPs de base familiar utilizó fertilizantes (en 1.941 has sobre las 5.905 implantadas con granos) y el 79,6% realizó algún tipo de incorporación de agroquímicos, sin que puedan estimarse los porcentajes de tierra tratados debido a que se reiteran diferentes aplicaciones sobre la misma superficie.

Estas cifras ratifican que el cambio que se fue produciendo durante el período intercensal fue relativamente importante, y se focalizó básicamente en la fertilización, ya que el porcentaje de las EAPs que aplicó fertilizantes en 1988 había sido de apenas el 4,8%. En el caso de los agroquímicos el anterior 67,2% de las EAPs que los utilizaron, si bien refleja una magnitud menor, no marca una diferencia demasiado significativa.

Cuadro 9. EAPs y superficies con fertilización y agroquímicos según escala de extensión (has).

Escala de
extensión
EAPs que
fertilizan
Hectáreas
fertilizadas
EAPs usan
agroquímicos
Has con
agroquímicos
Hasta 4 - - - -
4,1 - 20 8 94 40 786
20,1 - 28 10 169 25 1.282
28,1 - 40 27 776 54 3.358
40,1 - 56 28 902 60 4.458
Totales 73 1.941 179 9.884

Fuente: elaboración propia en base a datos inéditos del Censo Nacional Agropecuario 2002.

El panorama de la actividad ganadera de las pequeñas explotaciones de base familiar, que presentamos mediante el cuadro 10, muestra un retroceso general respecto a 1988. Las 53 EAPs -el 23,6% de la base- con vacunos poseen ahora un 37,3% menos de cabezas, a razón de un promedio de 41 animales por explotación, lo cual va acompañado de menores superficies con pastizales y pasturas artificiales, todo en línea con el avance de la sojización y la pérdida de espacio territorial que afectó a los pequeños chacareros.

Cuadro 10. Pasturas naturales y artificiales (has), existencias ganaderas y avícolas en las pequeñas explotaciones predominantemente familiares, según escala de extensión.

Escala
(has)
Pasturas
naturales
Vacunos Ovinos Porcinos Pollos y
gallinas
Forrajeras
anual/perenne
Hasta 4 2 (1) 30 (1) - - 0
4,1 - 20 104,5 (15) 407 (16) 129 (3) 263 (9) 34 (5)
20,1 - 28 36,5 (5) 91 (4) 6 (1) 414 (2) 28 (4)
28,1 - 40 187,5 (13) 298 (10) 154 (2) 484 (6) 190 (1) 90 (9)
40,1 - 56 357 (19) 1336 (22) 47 (1) 229 (3) 407 (15)
Totales 687,5 2.162 336 1.390 190 559

Fuente: elaboración propia en base a datos inéditos del Censo Nacional Agropecuario 2002.

Igualmente, otras actividades más independientes de las superficies disponibles también sufrieron fuertes caídas, por ejemplo la existencia de aves y, con mayor significación, la de cerdos, que pasaron de los escasos 4.956 contabilizados en 1988 a poco más de un millar en 2002, distribuidos en 20 explotaciones. Los ovinos por su parte, presentes en 7 EAPs, se mantenían en niveles irrelevantes.

Otro punto a considerar es el grado de mecanización de la pequeña producción, para lo cual revisamos puntualmente el parque de tractores, el medio de producción todavía más universal y multiuso de los que integran el equipamiento agrícola, estirando su utilidad a numerosas labores de campo. Ponemos énfasis en esta caracterización pues nos obliga el hecho de haber definido al chacarero como un productor directo -núcleo de la fuerza de trabajo familiar-, y por lo tanto componente de una unidad inescindible con los instrumentos de trabajo.

Cuadro 11. EAPs que poseen tractores y cantidad de tractores de acuerdo con potencia (en CV) según escala de extensión.

Escala
(has)
EAPs hasta 50 51 a 75 76 a 100 101 a 140 más 140 Totales
Hasta 4 6 2 (2) - - - - 2
4,1 - 20 57 8 (7) 11 (9) 5 (5) 1 (1) 1 (1) 26
20,1 - 28 33 6 (6) 5 (5) 5 (4) 3 (2) - 19
28,1 - 40 60 6 (6) 25 (23) 9 (9) - - 40
40,1 - 56 69 11 (10) 23 (20) 13 (13) 6 (5) 5 (5) 58
Totales 225 33 64 32 10 6 145

Fuente: elaboración propia en base a datos inéditos del Censo Nacional Agropecuario 2002.

Si bien el cuadro 11 indica un número mayor de EAPs con tractores (número entre paréntesis), el total se halla distorsionado debido a que hay fincas que poseen más de un tractor con diferentes potencias, siendo que realmente sólo 108 explotaciones, algo menos de la mitad de las que integran la base de la pequeña producción, declararon poseer tractores, reiterando lo que ya ocurría en 1988. Es verdad que no todas realizan cultivos anuales, pero sí bastantes más que las mencionadas; y además en muchos casos -como se verá enseguida- también recurren al contratismo de servicios para distintas labores culturales. De este modo, a través de un ejemplo elemental (sin tractor no hay productor... familiar), se ratifica la pertinencia del cuidado puesto en calificar apenas de base familiar -y no directamente de producción familiar- al conjunto de EAPs que hemos reunido para su estudio.

Conclusión que nos coloca frente a la imperiosa necesidad de identificar con la mayor claridad posible los procesos de producción que tienen lugar en las pequeñas explotaciones y determinar el conjunto de agentes que los motorizan.

Cuadro 12. Contratismo tomado, prestación de servicio de maquinaria y componentes de la fuerza de trabajo en las pequeñas explotaciones de base familiar, según escala de extensión.

Escala de
extensión
(has)
Contratismo
Tomado
(has)
Contratismo
Prestado
(has)
Productores Familiares no
remunerados
No familiares no
remunerados
Jornadas
contratadas
Hasta 4 - - 2 2 - -
4,1 - 20 1.446 - 58 11 - 107
20,1 - 28 1.930 2.733 35 1 - 6
28,1 - 40 5.413 - 55 5 - 27
40,1 - 56 7.566 2.800 74 14 (8)* 1 60
Totales 16.355 5.533 224 (197) 33 (22) 1 200 (22)

* 1 EAP tiene 6 familiares no remunerados que trabajan.
Fuente: elaboración propia en base a datos inéditos del Censo Nacional Agropecuario 2002.

Como forma de aproximación a la tarea se ha construido el cuadro 12, en el que puede apreciarse un panorama general de la fuerza de trabajo de la "base familiar" tal como fue registrada en 2002.(9) Aquí la comparación con 1988 muestra una aguda caída en todos los resultados, a tono con la crisis de los pequeños chacareros y la reducción a instancias de los procesos de concentración económica del espacio económico en el que se desenvuelven. En este contexto, las hectáreas para cuyo trabajo fueron convocados -en 169 de las 225 EAPs- los contratistas de servicios mantienen una relación de 2,4 a 1 con la superficie implantada, relación que en 1988 era de 1,9 a 1.

Por otra parte, ratificando lo observado para 1988, entre las explotaciones que integran la base no resulta significativa la prestación de tareas a terceros, puesto que sólo 3 EAPs informan haber prestado servicios, lo cual estaría indicando que no es de este estrato inferior de la pequeña producción de donde emerge un contingente significativo de los contratistas de labores.

De todos modos, a efectos de conocer mejor el caso, se presentan desagregados los datos correspondientes a los servicios prestados.

Cuadro 13. Pequeñas explotaciones predominantemente familiares que prestan servicios de maquinaria, tipo de servicio y superficie trabajada.

Escala EAPs Prestan
servicio
Tipo de servicio Total de has
trabajadas
siembra protección cosecha
Hasta 4 6 - - - - -
4,1 - 20 57 - - - - -
20,1 - 28 33 2 131 131 2.471 2.733
28,1 - 40 60 - - - - -
40,1 - 56 69 1 1.000 - 1.800 2.800
Totales 225 3 1.131 131 4.271 5.533

Fuente: elaboración propia en base a datos inéditos del Censo Nacional Agropecuario 2002.

Completamos la revisión de algunas de las características de las explotaciones correspondientes a los chacareros más pequeños de Pergamino, indagando sobre la presencia y magnitud -medidas por el CNA 2002- de las fuentes de trabajo e ingreso externos a las explotaciones, o niveles de pluriactividad declarados por los titulares de los diferentes establecimientos.

Cuadro 14. Pequeñas explotaciones cuyos titulares poseen ingresos extraprediales y porcentajes de pluriactividad según escala de extensión.

Escala
(has)
EAPs EAPs con
pluriactividad
Pluriactividad
%
Pluriactividad
s/total %
Hasta 4 6 - - -
4,1 - 20 57 23 32,4 40,4
20,1 - 28 33 15 21,1 45,5
28,1 - 40 60 17 24,0 28,3
40,1 - 56 69 16 22,5 23,2
Totales 225 71 100 31,6

Fuente: elaboración propia en base a datos inéditos del Censo Nacional Agropecuario 2002.

Una revisión preliminar de los datos indica que entre 1988 y 2002 se produjo un descenso de 146 a 71 explotaciones con pluriactividad, mientras que considerado el fenómeno a nivel del número de productores se ha pasado de 163 a 75, lo cual indica bajas del 51% y 54% respectivamente. En cambio, medidas las EAPs con pluriactividad en términos porcentuales no se registran variaciones sustanciales, en tanto el descenso ha sido de 33,5% a 31,6%; de manera que en ambos casos aproximadamente un tercio de las explotaciones serían dirigidas por productores que también obtienen ingresos extraprediales.

Por otra parte, analizando las tareas cumplidas por los productores pluriactivos resulta que el 39% realizó trabajo asalariado, encuadrándose de ese modo en el concepto clásico de chacarero pobre; mientras que el resto matiza los rasgos de esta fracción de clase al englobarse en la categoría de trabajadores por cuenta propia, la que presenta una gran diversidad de situaciones. El porcentaje señalado resulta menor que el 53% correspondiente a fines de los '80, lo que puede estar denotando el avance de la desocupación y las dificultades para obtener ingresos extraprediales en medio de la crisis que acompaño el derrumbe del modelo neoliberal de la convertibilidad (Cloquell y Azcuy Ameghino, 2005).

Cuadro 15. Actividades remuneradas extraprediales de los pequeños productores de la base familiar, según escala de extensión.

Escala a b c d e f g h Totales
Hasta 4 - - - - - - - - -
4,1 - 20 5 2 6 2 3 5 - - 23
20,1 - 28 4 - - - 9 2 2 - 17
28,1 - 40 2 1 2 - 5 4 3 - 17
40,1 - 56 2 - 3 - 7 6 - - 18
Totales 13 3 11 2 24 17 5 - 75

a. Trabajo asalariado todo el año en el sector agropecuario b. Trabajo asalariado todo el año fuera del sector agropecuario c. Trabajo asalariado parte del año en el sector d. Trabajo asalariado parte del año fuera del sector e. Cuenta propia en el sector f. Cuenta propia fuera del sector g. Patrón o socio en el sector h. Patrón o socio fuera del sector
Fuente: elaboración propia en base a datos inéditos del Censo Nacional Agropecuario 2002.

Más allá de las mediciones censales, me quedan muchas dudas respecto a la real magnitud del trabajo off farm, en tanto los datos parecieran sugerir que dos tercios de los chacareros de la base familiar no poseían otra fuente de ingreso que la correspondiente a sus pequeñas unidades, justo en el difícil momento del remate de una profunda crisis económica de arrastre: ¿subregistro, desocupación, falta de oportunidades laborales, ingresos suficientes generados por la EAP, trabajo extrapredial de otros integrantes de la familia diferentes al productor? Interrogantes y alternativas de respuesta cuya eventual dilucidación no se asocia con las posibilidades de la fuente utilizada en esta oportunidad.

Para finalizar con el análisis de las explotaciones y los productores de la "base familiar", vamos a revisar algunas características complementarias que contribuyen ampliar el aspecto de su perfil general.

Entre ellas, el nivel educativo de los productores muestra un 17,4% de personas sin escolaridad (25,4% en 1988), un 63% con primaria (62,9%), un 16,5% con secundaria (9,3%) y un 3,1% con terciaria (2,3%), lo que indica que los que lograron permanecer en el sector han mejorado ligeramente sus niveles generales de educación. De todas maneras no deja de llamar la atención que la mayoría de los dueños de campos -cuyo valor promedio actual ya ha sido mencionado- se concentraba entre los que no tienen escolaridad, primaria incompleta y primaria completa.

Cuadro 16. Número de los productores según escolaridad completa máxima alcanzada.

Escala Sin
escolaridad
Primaria Secundaria
agrotécnica
Secundaria
otros
Terciarias
del sector
Terciarias
otros
Totales
Hasta 4 1 2 - - - - 3
4,1 - 20 13 33 - 9 2 - 57
20,1 - 28 6 22 2 5 - - 35
28,1 - 40 10 38 1 7 2 2 60
40,1 - 56 10 50 - 14 1 - 75
Totales 40 145 3 35 5 2 230

Fuente: elaboración propia en base a datos inéditos del Censo Nacional Agropecuario 2002.

Por otra parte se observa que las EAPs reciben un nivel mayor de asesoramiento respecto a 1988 -especialmente las más extensas de la base-, el que se concentra en profesionales particulares y cooperativas, apareciendo como poco relevante el papel de los organismos oficiales.

Cuadro 17. Explotaciones que reciben diferentes tipos de asesoramiento técnico y pertenencia a organizaciones gremiales del sector.

Escala PRofesional
del sector
Organismos
nacionales
Organismos
provinciales
Instituciones
privadas
cooperativas
Instituciones
privadas
otras
Afiliación a
gremiales
Hasta 4 - - - - 1 1
4,1 - 20 8 3 - 10 6 1
20,1 - 28 8 - - 10 4 -
28,1 - 40 22 - - 31 5 4
40,1 - 56 33 2 1 25 3 2
Totales 71 5 1 76 19 8

Fuente: elaboración propia en base a datos inéditos del Censo Nacional Agropecuario 2002.

También cabe señalar que según el censo de 2002 en Pergamino, sobre 1.117 EAPs, 159 poseían Internet (el 14,2%), de las cuales sólo 8 formaban parte de la base familiar de 236 establecimientos; 237 utilizaban computadora para sus tareas administrativas (el 21,2%) correspondiéndoles 13 a la base; y 668 declararon llevar registros contables formales (el 59,8%) de los cuales 70 pertenecían a la base; datos que, además de mostrar en general guarismos más bajos de los que podrían suponerse, ratifican también en estos planos las limitaciones que afectan a la pequeña producción de base familiar. Dichas restricciones se manifiestan además en que sólo una EAP -sobre 8 en el partido- pertenece a Cambio Rural, mientras que no hay ninguna en grupos CREA, los que agrupan apenas a 8 EAPs.

Por último, y de interés para habilitar una línea específica de análisis en relación con la acción colectiva de protesta desarrollada por los chacareros, sólo 8 explotaciones de la base familiar (el 3,5% de las 225) se encontraban asociadas formalmente a gremiales del sector.(10) Bastante menos que el también bajo porcentaje del 6,7% que representan las otras 77 EAPs agremiadas (del total de 83 registradas en el partido) sobre las 892 explotaciones restantes. Cabría agregar que estos datos resultan un buen ejemplo del cuidado que se debe tener frente a la tentación de los razonamientos simples y las causalidades lineales, ya que como lo demostraron las protestas contra el aumento de las retenciones -en las que también participaron activamente muchos exponentes de esta clase de productores-, la no afiliación a las gremiales no resultó un impedimento para participar junto a ellas (especialmente Federación Agraria y CRA), y en la mayoría de los casos bajo su dirección o enmarcados en sus orientaciones generales, como se manifestaron numerosos grupos "autoconvocados".

3. Algunas observaciones finales sobre "la pequeña producción de base familiar" (con especial mención al papel de la tercerización de las labores)

Deseo finalizar estas notas argumentando dos o tres enunciados -que juzgo consistentes con los datos aportados- para su consideración y discusión. En primer lugar, creo que al menos en la región pampeana ya debería hallarse exenta de discusión la vigencia y profundización de la tendencia multiforme -agudizada desde principios de la década de 1960- hacia la pérdida de significación económica de la pequeña producción en general y de las explotaciones familiares en particular: estas unidades van desapareciendo sin prisa pero sin pausa.

En segundo término, acotando por ahora la observación a las EAPs de tipo agrícola, la producción familiar, aún la que tendría pleno y tradicional derecho a ese nombre, no requiere con la tecnología actual más de 5 a 10 días de labores (trabajo físico-manual) al año, para por ejemplo cultivar una soja de primera en una superficie de 50 hectáreas. O sea que nos hallamos ante un "productor" que produciría 10 días sobre 365, lo cual no deja de agregar problemas específicos para su caracterización como agente socioeconómico, dentro de los cuales juega sin duda un papel importante la pluriactividad, aun cuando en Pergamino 2002 sólo se hacía presente asociada a un tercio del universo analizado.

En tercer lugar, hay que recordar que nuestros pequeños productores de base familiar no han sido expurgados de los aportes indirectos de fuerza de trabajo remunerada no familiar proveniente de la tercerización de las labores, paso analítico que por ahora hemos postergado. Mientras tanto, caben las preguntas, a cuya respuesta nos hemos abocado en un trabajo reciente: ¿Cómo incide en la caracterización de las explotaciones familiares (y de sus titulares) el recurso pleno al contratismo de servicios? ¿Qué queda del carácter de productor directo de todas las capas de chacareros medios y pobres en tanto reemplacen -y esto varía según grados y medidas- el trabajo personal/familiar por la contratación de los diversos servicios agrícolas?

Respecto a la extensión que alcanza el fenómeno en los últimos años existen diversas evidencias y cuantificaciones (González, Román y Blanchard, 2001; Cloquell et al, 2003), pudiendo observarse que no sólo las cosechas sino también la siembra y los cuidados del cultivo son realizados crecientemente por contratistas especializados, tal como lo ilustran parcialmente los siguientes datos, probablemente menores a los vigentes en la actualidad.

Cuadro 18. Pergamino, 2002. Explotaciones que contrataron servicio de maquinaria para siembra y porcentaje de la superficie tercerizada según escala de extensión.

Escala de
extensión
(has)
EAPs de
Pergamino
EAPs que
contratan
siembra
% EAPs
contratan
siembra
% Superficie
sembrada
tercerizada
Hasta 4 15 1 - -
4,1 - 20 73 32 43,8 79,5
20,1 - 28 46 25 54,3 75,0
28,1 - 40 83 41 49,4 58,1
40,1 - 56 96 48 50,0 53,9
Totales 313 147 47,0 59,0

Fuente: elaboración propia en base a datos inéditos del Censo Nacional Agropecuario 2002.

Puestos a interpretar el fenómeno (Azcuy Ameghino, 2009), debemos reconocer que en uno de sus sentidos la tercerización de labores ha facilitado la continuidad de "productores agropecuarios pequeños, en relación al nivel tecnológico vigente" (Tort, 1983), generando una suerte de efecto permanencia de la producción familiar, asociado centralmente a las situaciones donde el contrato de labores es parcial (generalmente cosecha), y a otras donde se ejercita la pluriactividad como estrategia de subsistencia asentada en la prestación de servicios articulada con la conservación del tipo social chacarero (alternativa que en nuestro universo de análisis resultó irrelevante).

Pero, además de este primer efecto, conservador, existe un segundo orden de consecuencias, si se quiere más trascendente, que vamos a denominar efecto transformación, por el cual no es posible continuar denominando como familiares o chacareras a aquellas explotaciones donde todas o la mayoría de las labores son realizadas mediante la contratación, en este caso indirecta, de fuerza de trabajo ajena. Los antiguos productores directos han abandonado aquí la participación física en el trabajo agropecuario (que hasta entonces los definía), reorientando su trabajo hacia el ejercicio de funciones exclusivamente ligadas a la dirección de la producción.

En la medida que lo fundamental de las tareas agrícolas sea realizado por productores directos ajenos a la explotación (contratistas de cualquier tipo), considero inconveniente calificar a dicha unidad como chacarera o familiar. En este caso, su titular -grande o pequeño- invierte dinero (capital en escala social) a efectos de valorizarlo.(11) Y lo invierte en pagar a contratistas que se ocupan de realizar las labores culturales. Y también en semillas, fertilizantes, agroquímicos, etc., al tiempo que planifica, organiza y supervisa la producción, cumpliendo en plenitud las funciones que definen a un capitalista, libre ahora del alma doble y contradictoria que anteriormente le entregaba su rol de productor directo.

En síntesis, la experiencia y las estadísticas muestran que la pequeña producción de base familiar es la que más recibe el impacto de los procesos de concentración del capital en el agro, constituyendo con algunos matices el epicentro de la desaparición de EAPs. Sobre esta base, cabe remarcar que muchas de las unidades chacareras que permanecen en funcionamiento continúan crecientemente tercerizando parcial y totalmente las labores agrícolas. De esta manera, cada vez más la explotación familiar se transforma en una (generalmente pequeña o mediana) explotación capitalista pura(12), sin que este cambio de carácter la aleje del riesgo de ser comida en cualquier momento por los "peces grandes".

Concluyo reiterando que al finalizar 2008, a la luz de las características de la estructura económica de las EAPs pampeanas y de los episodios recientes de conflictividad en torno a las "retenciones" -y de todo el acerbo disponible sobre el tema- resulta cada vez más necesario diferenciar entre dos niveles de existencia y manifestación de la producción (de base) familiar: como fenómeno socioeconómico y como fenómeno cultural-ideológico-político.

Sobre el primer caso nos remitimos a lo que expresamos a lo largo de estas notas. De más difícil abordaje, pero sin duda una indagación necesaria, es la existencia -y probada vigencia una vez más en decenas de los recientes piquetes y cortes de ruta- de la identidad colectiva que unifica a un conjunto amplio y heterogéneo de pequeños productores bajo la denominación común de productores familiares, chacareros. En este sentido, la progresiva y ya avanzada liquidación de la pequeña producción puramente familiar hace que la significativa acción colectiva encuadrada bajo el influjo de esta antigua identificación se nos presente como un nuevo e incitante problema en la agenda de trabajo.

Notas

(1) Nos referimos a "de base familiar" y no directamente a "familiares" debido a que, como se analizará más adelante, en nuestra unidad de análisis continuarán subsistiendo aportes laborales en rigor ajenos al concepto de producción familiar.

(2) Una última síntesis de los problemas y argumentos en debate en relación con la pequeña producción de base familiar, en los trabajos presentados e intercambios de opiniones realizados en: "Taller de Discusión sobre agricultura familiar pampeana". INTA, agosto 2008.

(3) Si bien se trata de un contrasentido teórico, la imagen de un "campesino capitalista" (diferente pero subsumido a dicho sistema de producción, con todas las especificidades histórico-concretas que esta determinación entrega al universo de sujetos sociales comprendido en general por la categoría) resulta útil para especificar y diferenciar a esta clase de productores contemporáneos -en secular y progresiva diferenciación y descomposición- de los tipos históricos que la precedieron y que bajo formas tradicionales aún subsisten en escenarios regionales relativamente marginales al desarrollo capitalista.

(4) La fijación del límite superior de las pequeñas explotaciones extensivas en torno a una superficie de 56 hectáreas es en última instancia arbitrario, y ha sido establecido, en base a los criterios teórico-interpretativos del autor, a los efectos de operativizar el material estadístico. Asimismo se han tenido en cuenta distintas referencias, entre ellas la aceptación que en general tiene en la literatura especializada la asociación -cuando se trata de la zona núcleo pampeana- de las 50 hectáreas como indicador de este tipo de establecimientos; los promedios de ingresos que genera para sus titulares una unidad agrícola de esa superficie durante un período de varias campañas; y, puntualmente respecto a las 56 has (equivalentes a 140 acres), su aptitud para efectuar comparaciones internacionales.

(5) Esta clase de distorsiones, habituales en las estadísticas agrarias tradicionales, fueron puestas en evidencia hace aproximadamente un siglo (Lenin, 1960).

(6) Conceptualización propuesta, entre otros, por Flichman, a la cual le incorporamos el recurso a la identificación de "capas" dentro de una misma categoría para dar cuenta de ciertas diversidades dentro de la unidad definida por una fracción de clase (Flichman, 1986).

(7) No sería justo obviar, cuando se hacen afirmaciones de este tipo, que nos estamos refiriendo a las mejores y más caras tierras graníferas del país. De manera que las cifras mentadas son el máximo al que podría aspirar en 2008 un propietario de 56 has agrícolas, descendiendo desde allí la renta en tanto participen del total tierras ganaderas, o nos alejemos de la zona "núcleo". Es decir que hay que contemplar un abanico descendente de ingresos que iría de los 18 o 20 quintales de soja a los 4 o 5 quintales, cuando deberíamos hablar, ceteris paribus, de una renta anual de aproximadamente 6.000 dólares, mensualizable en unos 1.500 pesos. Situación acaso más próxima a la media de los pequeños chacareros pampeanos y "pampeanizados".

(8) El énfasis en resaltar que "se vieron obligados" apunta a poner de relieve el contraste relativo entre ese tipo de situaciones y el modo como se manifiesta el fenómeno del mini-rentismo luego de la devaluación, cuando en muchos casos la opción por ceder la tierra a terceros se entiende como "un buen negocio", más seguro y acaso tan rentable como asumir los riesgos de la producción por cuenta propia en pequeña escala.

(9) Cabe reiterar que las cantidades que figuran entre paréntesis en los cuadros indican el número de explotaciones que dan cuenta de los valores que se indican en la correspondiente medición.

(10) En 1988 la base familiar de 435 EAPs tenía 35 agremiadas, o sea el 8% contra el 3,5% en 2002.

(11) "La ganancia media del capitalista individual o de cada capital de por sí se determina, no por el trabajo sobrante que este capital se apropia de primera mano, sino por la cantidad de trabajo sobrante total que se apropia el capital en su conjunto y del que cada capital especial se limita a cobrar sus dividendos como parte alícuota del capital global" (Marx, 1968:567).

(12) Bajo la vigencia del régimen de producción capitalista todos los propietarios de tierras -grandes, pequeños y medianos- son, en principio, rentistas. Si además de ello invierten su capital en organizar la producción en dichos campos, su carácter de agentes económicos se determinará de acuerdo con que participen o no en el trabajo manual productivo, resultando así chacareros o capitalistas, integrándose en alguna de las fracciones o capas sociales que engloban en estos conceptos generales.

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Fecha de recibido: 26 de marzo de 2009.
Fecha de publicado: 3 de junio de 2010.

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