Mundo Agrario, vol. 11, nº 21, segundo semestre de 2010. ISSN 1515-5994
Universidad Nacional de La Plata.
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Centro de Estudios Histórico Rurales

Artículo/Article

La problemática del agro en la perspectiva de Aldo Ferrer. Una reevaluación del discurso político de "La Economía Argentina" y la práctica histórica durante la apertura nacionalista (1970-1971)

Tomás Elías Zeitler

Secretaría General de Ciencia y Técnica- UNNE
tomaseliasz@hotmail.com

The agro issue on Aldo Ferrer's perspective. A re-evaluation of "La Economía Argentina" political discurse and the history practice during the nationalist openess (1970-1971)

Resumen
La actualidad que tienen los estudios historiográficos sobre las cuestiones del agro argentino en el siglo XX y el crecimiento de trabajos de investigación y de balances sobre dicha producción generan un contexto propicio para la reevaluación crítica de los aportes que se han hecho a la historia del agro argentino desde la perspectiva cepalina, mas específicamente aquella expresada en la amplia producción del economista Aldo Ferrer: su explicación de la problemática agraria desde el análisis de las debilidades internas del sistema productivo argentino y las falencias básicas del funcionamiento de la economía capitalista constituye un discurso en perspectiva histórica que manifiesta las representaciones identitarias que los sectores capitalistas nacionales tenían del agro argentino a fines de la década del sesenta. El análisis de su clásica obra La Economía Argentina (1963) permite argumentar que en su abordaje teórico y metodológico del desarrollo económico argentino la cuestión agraria ocupa el centro de los problemas que han aquejado al sistema productivo argentino durante todo el siglo XX y especialmente durante la etapa denominada de "apertura nacionalista" (1970-1971) en la cual el autor tuvo una activa participación política como Ministro de Economía de la Nación Argentina.

Palabras claves: reforma agraria; representaciones identitarias; teoría del desarrollo; economía capitalista; apertura nacionalista..

Abstract
The current importance that the studies have Historiographies on the questions of the Argentina agro in the XXth century and the growth of works of investigation and of balance sheets on the above mentioned production they generate a propitious context for the critical reappraisal of the contributions that have been done to the history of the Argentine agro from the perspective cepalina, mas specifically that one expressed in the wide production of the economist Aldo Ferrer: his explanation of the agrarian problematics from the analysis of the internal weaknesses of the productive Argentina system and the basic failings of the functioning of the capitalist economy constitutes a speech in historical perspective that demonstrates the representations identitarias that the capitalist national sectors had of the Argentine agro at the end of the decade of sixty. The analysis of his classic work The Economy Argentina (1963) allows to argue that in his theoretical and methodological boarding of the economic Argentine development the agrarian question occupies the center of the problems that they have afflicted to the productive Argentine system during all the 20th century and specially during the stage called of "nationalistic opening" (1970-1971) in which the author had an active political participation as Secretary of the Treasury of the Nation Argentina.

Keywords: representations identitarias; theory of the development; capitalist economy; nationalistic opening..


1. Introducción(1)

La actualidad que tienen los estudios historiográficos sobre las cuestiones del agro argentino en el siglo XX, el crecimiento de trabajos de investigación y de balances sobre dicha producción, generan un contexto propicio para la reevaluación crítica de los aportes que se han hecho a la historia del agro argentino desde la perspectiva cepalina, mas específicamente expresada en la amplia producción del economista Aldo Ferrer: su explicación de la problemática agraria desde el análisis de las debilidades internas del sistema productivo nacional y las falencias básicas del funcionamiento de la economía capitalista constituye un discurso en perspectiva histórica que clarifica los supuestos esenciales de la visión historiográfica tradicional del agro argentino. El análisis de su clásica obra La Economía Argentina (1963) permite argumentar que en su abordaje teórico y metodológico del desarrollo económico argentino la cuestión agraria ocupa el centro de los problemas que han aquejado al sistema productivo argentino desde su formación y más agudamente durante todo el siglo XX.

2. Breve panorama de la historiografía argentina en los sesenta: influencias del pensamiento cepalino

Durante la década del sesenta (2), período identificado con la bandera de la historia social, se dieron grandes innovaciones en el campo del saber y proceder histórico aunque sin llegar a evidenciarse un giro en nuestra disciplina (Miguez, E. J., 2006, p. 195) Tal renovación afectó al proceso de producción historiográfica e incluyó la propuesta de nuevos temas, enfoques, técnicas y métodos, pero sobre todo contribuyó a la formación de una particular visión del devenir histórico argentino arraigada en influencias provenientes de la sociología funcionalista, la escuela de Annales, la CEPAL y el marxismo que brindaron a historiadores, sociólogos y economistas una matriz conceptual desde la cual indagar el pasado argentino con el fin de encontrar en él las respuestas a los problemas que su presente les suscitaba.

Una característica fundamental de gran parte de los intelectuales del sesenta, especialmente entre aquellos que se dedicaron a la historia económica, fue la fuerte unión que existió entre su labor profesional, su afiliación a una corriente de pensamiento determinada y su compromiso político en relación con los gobiernos de turno, es por esto que la mayoría de sus análisis se valen del uso de cierta perspectiva histórica para encontrar en el pasado los males, errores y falencias, que impidieron el desarrollo de nuestro país y terminan indicando orientaciones sobre políticas económicas que deberían seguirse en el futuro: en otras palabras, analizan el pasado para deducir los principios que rigen el presente y orientar las acciones futuras. El uso del pasado se transforma en la estrategia intelectual privilegiada para modelar los destinos de la nación.

El conjunto de los trabajos inspirados en estas ideas aplicaron métodos analíticos macroeconómicos, estructuralistas y economicistas, que buscaron compatibilizar con un enfoque histórico para buscar y encontrar en el pasado las causas de los males presentes mediante la diferenciación de etapas, caracterizadas por tener una estructura y una dinámica estructural particular (3). Permanecía en ellos un ideal objetivista, según el cual era posible analizar la realidad como una estructura objetiva que tiene una dinámica y un funcionamiento propio que se encuentra por encima de las fuerzas sociales y experiencias individuales, y un ideal de intelectual comprometido, que consideraba una obligación profesional el uso del conocimiento y la participación pública con el fin de realizar los cambios necesarios para el progreso social de las mayorías. Una idea de antaño que aun da muestras de vitalidad en el círculo intelectual cepalino y que fue expresada con inigualable claridad por Celso Furtado, el impulsor principal de esta concepción, al pregonar que:

A nosotros, los científicos sociales, nos cabrá la responsabilidad mayor de velar para que no se repitan los errores del pasado, o mejor, para que no se vuelvan a adoptar políticas falsas de desarrollo cuyos beneficios se concentran en las manos de pocos. (2008, p.3)

En este contexto intelectual e historiográfico nos interesa remarcar algunas cuestiones específicas del desarrollismo y de la teoría del desarrollo formulada por la CEPAL en los años sesenta.

El desarrollismo como teoría económica tuvo auge a mediados del siglo XX ya que el contexto económico caracterizado por la expansión del capitalismo monopolista y de industrialización por sustitución de importaciones en los países subdesarrollados de América Latina fue propicio para la recepción de sus ideas de máxima productividad, acumulación y trasnacionalización de la economía sustentadas en un fundamento ideal de desarrollo lineal, y necesario de las sociedades, que llevado a la práctica con los aportes científicos y tecnológicos no sólo permitiría identificar los obstáculos que impiden el crecimiento sino que daría también las claves para superarlos. Estas estrategias de desarrollo nacional fueron implementadas por los países latinoamericanos que aprovecharon el debilitamiento del centro de poder económico y propusieron un modelo alternativo de desarrollo basado en la protección de la industria y el ahorro desde el Estado: un objetivo prometedor y colosal que sólo podía ser alcanzado mediante la cooperación entre burocracia estatal, empresarios, clases medias y trabajadores. En este sentido, "El desarrollismo no fue una teoría económica, sino una estrategia nacional de desarrollo" (Bresser-Pereira, 2007) En Argentina el teórico más desatacado del desarrollismo fue el Dr. Rogelio Frigerio cuyas ideas se expresaron en proyectos de política económica durante el gobierno de Frondizi (1958-1962). Para Frigerio aunque el estructuralismo cepalino bajo la influencia de Raúl Prebisch tenía mucho de la doctrina desarrollista padecía de dos errores fundamentales: no tenía en cuenta el poder que sobre la estructura económica ejercían las grandes corporaciones multinacionales y su idea de complementación regional sólo conduciría a una nueva división del trabajo a escala continental (4).

En cuanto a la doctrina cepalina se puede afirmar que su principal aporte fue el haber propuesto un pensamiento sobre la condición periférica de los países subdesarrollados desde la perspectiva de la propia periferia (5) y sostener como idea central que la historia económica de los diferentes países no seguía un mismo patrón de desarrollo y que los mismos no contenían la posibilidad de alcanzar a los países desarrollados mediante una simple imitación de políticas económicas sino que por el contrario era necesario "la formulación de una política de fortalecimiento de la estructura económica, de aceleración del ritmo de desarrollo y de elevación de las condiciones de vida de las mayorías del país" (2008, p.21) según el planteamiento de Ferrer en el prefacio a la primera edición de su obra. Lo que se buscaba estudiar a través del análisis histórico-estructuralista era la dependencia política internacional y los mecanismos para lograr una reducción de la vulnerabilidad en los países periféricos de Latinoamérica, las ideas predominantes en este período alentaban la necesidad de una reforma agraria y una distribución del ingreso equitativa como requisitos esenciales para redinamizar la economía: se optaba para ello el camino de las reformas, y no la revolución, para viabilizar el desarrollo (6). Ahora bien, por "desarrollo" estos intelectuales entendían, según la formulación de Celso Furtado, un proceso tanto de transformación como de invención de estructuras económicas con el fin principal de alcanzar la mejora de las condiciones de vida de las mayorías: según esta concepción el crecimiento económico debía sufrir una metamorfosis y convertirse en desarrollo (Furtado, 2008, p. 2) Según el planteamiento de Di Tella y Zymelman, la teoría del desarrollo se podía aplicar al análisis de los procesos de formación de una economía teniendo en cuenta tres variables: 1- la apertura de la economía al mercado global que la torna vulnerable a los factores macroeconómicos y le impide consolidar una industria nacional y un mercado interno; 2- la dependencia del poder político nacional respecto a intereses sectoriales extranacionales y la resistencia social al cambio; y 3- la fuerte influencia de la economía mundial por medio de los términos del intercambio, la inmigración y el capital extranjero (Di Tella, G. y Zimelman, M., 1967, pp. 1-35)

El golpe de 1966 significó un punto de quiebre en los ámbitos universitario y académico que sumado al ocaso del modelo de modernización, la revisión interna de las teorías del desarrollo, las nuevas interpretaciones provenientes del modelo de A. Hirschmann y de la teoría del "bien primario exportable" generaron el contexto adecuado para las críticas a la perspectiva cepalina por un grupo de economistas e historiadores que les disputaron a sus exponentes no sólo teorías económicas sino también posiciones académicas. Partiendo de una visión gradual del desarrollo económico los trabajos de Ezequiel Gallo, Roberto Cortés Conde, Javier Villanueva y Carlos Díaz Alejandro son clara expresión de una nueva visión sobre la historia del desarrollo económico argentino (7)

Dentro del marco teórico cepalino, la cuestión agraria era sumamente importante para explicar las causas de los problemas generales de las economías latinoamericanas basadas en la producción primaria de exportación a la cual criticaban por su carácter no capitalista que generó la monopolización de la tierra y la formación de una oligarquía terrateniente que rehusaba la inversión y la innovación y propiciaba la producción ganadera, el arrendamiento y la expansión horizontal: fenómenos que para los investigadores influenciados por esta perspectiva se podían encontrar en la historia remota de cada nación latinoamericana (8) A estos factores económicos se sumaban las falencias políticas de los estados latinoamericanos quienes debido a la generalizada inestabilidad de sus gobiernos permanecían en un estado de subordinación a los intereses extranacionales de las empresas capitalistas exteriores, para quienes el estancamiento productivo de los países del tercer mundo y su limitación a la producción primaria exportadora era esencial para el aseguramiento de sus ganancias. En el centro de las explicaciones históricas macro-económicas, estructurales y sistemáticas de los pensadores cepalinos la problemática del agro aparecía como el factor central para la argumentación del estancamiento económico de los países subdesarrollados (9)

3. El agro en La Economía Argentina: discurso político e historiográfico de Aldo Ferrer

En este contexto y desde ésta postura el economista Aldo Ferrer elaboró su obra La economía argentina (1963) con el objetivo de lograr una comprensión adecuada de las causas de su estancamiento y de los problemas generales del desarrollo nacional apelando a un estudio económico con enfoque histórico que basándose en variables macro pretendía explicar el proceso de formación de la economía argentina (desde el siglo XVI hasta el siglo XX), la estructura y dinámica del sistema productivo, sus vulnerabilidades y desequilibrios en el marco de la integración de la economía mundial, las tendencias económicas generales y las políticas económicas de los gobiernos argentinos. La idea central, no siempre explícita, que atraviesa todo la obra de Ferrer es que la causa central del estancamiento económico y del fracaso en el desarrollo nacional fue el carácter endeble y dependiente del agro argentino.

Para comprender mejor la afirmación anterior es necesario reconstruir el recorrido analítico que realiza Ferrer desde el planteamiento de los objetivos, la metodología empleada y los argumentos principales.

En cuanto a lo primero, la siguiente afirmación es muy reveladora de los propósitos con lo cuales se desarrolla el relato de La Economía Argentina:

Estoy convencido de que es imposible lograr una comprensión adecuada de las causas del estancamiento (incluyendo los problemas a corto plazo), sin analizar las raíces históricas de la presente situación y los cambios producidos en la economía mundial que, tradicionalmente, han jugado un papel preponderante en el desarrollo argentino. (Ferrer, 1996, p.11)

De lo anterior se pueden extraer tres puntos importantes. En primer lugar, debemos recordar que Ferrer es un economista que intenta hacer una historia económica de nuestro país no sólo con fines historiográficos sino también políticos y es precisamente esta última intención la que impone a su interpretación la necesidad de recurrir al uso de métodos macroeconómicos -basados en principios positivos de causalidad que consisten en la aplicación de modelos teóricos abstractos sobre la realidad social (10) y a explicaciones económicas en las cuales el análisis de los cambios y permanencias del sistema político adquiere una relevancia especial (Girbal-Blacha, N., 2001).

En segundo lugar, para el autor lo importante no es entender el significado que tuvo para los sujetos determinadas experiencias económicas, sino develar las causas del estancamiento y las pautas que determinan el desenvolvimiento del sistema; causas difíciles de encontrar en el corto plazo y que requieren un análisis económico-histórico de largo plazo (11), lo cual pone a luz las características generales de su visión histórica: economicista, objetivista y estructuralista (12)

En tercer lugar, no caben dudas sobre su intención de relacionar la economía argentina con el desarrollo de la economía internacional. En este punto, queda en duda si lo que busca es contextualizar la situación nacional en el ámbito mundial o si lo que propone es más bien una dependencia de la economía argentina con las transformaciones económicas mundiales puesto que es difícil determinar los alcances que puede tener la frase "papel preponderante". Esta dificultad se la planteó el mismo autor en la Introducción a la última edición de La Economía Argentina, y su aclaración profundiza más aun esta vinculación entre economía nacional y economía mundial:

Ahora tenemos tantas y aun más razones que en aquel entonces para vincular la evolución de la economía argentina a las transformaciones del orden mundial...Las respuestas a semejantes desafíos constituyen la trama de la formación de la economía argentina y de sus problemas a principios del siglo XXI. Por lo tanto, son parte esencial del relato de esta obra y están presentes desde su concepción inicial, hace más de cuarenta años. (Ferrer, 2008, p.25). [El resaltado es nuestro]

Ahora bien, este análisis de la formación económica argentina sería imposible de concebir sino es en perspectiva histórica dado que:

(...) el enfoque histórico es el único que permite una comprensión sistemática y global de los problemas del desarrollo nacional y, consecuentemente, la formulación de una política de fortalecimiento de la estructura económica, de aceleración del ritmo de desarrollo y de elevación de las condiciones de vida de las mayorías del país. (Ferrer, 1996, p.11)

De lo anterior se desprenden tres cuestiones centrales: primero, que tal enfoque histórico concebido en clave estructuralista intenta dar una explicación -que el autor denomina "comprensión"- sistemática y global; segundo, la insistencia de Ferrer en los problemas, el malestar, el fracaso, la frustración de un modelo económico que desaprueba de igual manera que a los sectores dirigentes que lo implementaron (13); y tercero, su pretendido proyecto político-económico que busca fortalecer, acelerar y elevar una Economía Industrial Avanzada que beneficiará a las mayorías. En cuanto a lo segundo, en el capítulo X denominado El poder económico y el sistema político (Tercera Parte: La Economía Agro-exportadora), Ferrer argumenta que en la medida en que el cauce fijado para la integración mundial propició para la especialización en la producción primaria y obstaculizó la diversificación de las estructuras económicas y la industrialización de los países "periféricos", se convirtió en uno de los factores fundamentales que, después de un primer impulso inicial, frenó el desarrollo de sus economías, con lo cual dejaba en claro la centralidad de la problemática del agro en el sistema económico de los países no industrializados.

Si tal proyecto podía ser viable era porque Ferrer consideraba que las condiciones necesarias para ello estaban dadas: "Por sobre todo, el libro ratifica el convencimiento de que Argentina puede iniciar ya un proceso acelerado de crecimiento, de afirmación de su identidad nacional, de mejora sostenida de las condiciones de vida de su pueblo" (Ferrer, 1996, p.10).

Aquí resulta llamativo el interés por la cuestión de la identidad nacional (14) Aunque no pretendemos analizar en profundidad los problemas que se plantean cuando se habla de identidad, nos interesa resaltar la necesidad intelectual de ser conscientes de que toda identidad oculta siempre intereses sectoriales y de que no es posible formar una identidad neutral que asimile los valores y la cultura de todos, sino que por el contrario implica la subordinación de unos valores en pro de la preponderancia de otros: no existe una identidad nacional neutra cuando en toda nación existen relaciones de dependencia y subordinación y conflictos socio-culturales de gran complejidad.

Lo contradictorio es la razón por la cual Ferrer plantea a la identidad nacional como una problemática, pues afirma también que "El país no tuvo en tiempos de la economía exportadora, ni tiene en la actualidad una crisis de identidad cultural" (Ferrer, 2008, p. 181) Más endeble todavía, es su argumentación sobre la rígida separación entre esfera económica y esfera cultural (15). Dicha contradicción se puede entender por las siguientes razones: si acepta la unidad que presenta la realidad histórica entre todos sus aspectos, tal presupuesto conllevaría necesariamente la afirmación de que la densidad nacional resultó débil y vulnerable en todos sus aspectos o bien fue consistente y fructífera en su totalidad. Como su análisis parte de la idea de frustración económica del país, pero necesita para su programa económico-político el estímulo de una mentalidad de desarrollo -claramente irreconciliable con una mentalidad de frustración- sólo puede optar entre dos opciones, ambas erróneamente insalvables en su esquema: el rechazo de la unidad de la realidad histórica o la aceptación de una visión histórica nacional de frustración. Ferrer opta por lo primero (16)

Por último, cuando habla de crecimiento acelerado ¿tiene en cuenta que los sectores que siempre quedan marginados de dicho crecimiento lo padecen porque el mismo se basa justamente en esa marginación? Y cuando habla de mejorar de las condiciones de vida del pueblo ¿insinúa que una mejora material conduce a una mejora social y personal?

Hasta este punto quedan planteados en sentido general los objetivos, las propuestas y los fines de La Economía Argentina. Analicemos ahora el método que emplea.

El método seguido en este libro consiste en sistematizar el análisis del proceso formativo de la economía argentina mediante la diferenciación de etapas históricas, dentro de las cuales el sistema económico se desenvuelve y orienta conforme a pautas determinables. (1996, p.13)

La diferenciación de etapas proviene de las teorías de la modernización y el desarrollo, tal metodología se basa en un sentido lineal y evolutivo del tiempo y de las sociedades y en una concepción progresista sobre la economía. Lo que sustenta este tipo de análisis es la creencia de que es posible encontrar ciertas pautas regulares propias de una dinámica estructural. Aunque esto es una característica propia de los análisis economicistas, según Ferrer, su versión de historia económica es sustancialmente diferente del análisis imparcial de los economistas, pues cree analizar de esta forma y siguiendo este método analítico el comportamiento de las fuerzas sociales:

Ese comportamiento, que es, en última instancia, el determinante manifiesto de la dinámica histórica, queda fuera del campo de problemas que el economista suele abordar y que, sin embargo, es indispensable comprender para interpretar correctamente la formación de una economía. (1996, p.13)

De acuerdo a esta formulación las fuerzas sociales son determinantes en la dinámica histórica y por eso su estudio es indispensable. Paradójicamente, en todo el texto de La Economía Argentina el aspecto menos abordado es justamente el del comportamiento de las fuerzas sociales: en las cuatro grandes etapas que distingue en la historia económica argentina (17) su análisis se centra en la estructura y dinámica económica que el sistema tuvo en cada período. Esto se puede deber a dos razones: o bien para Ferrer el papel de las fuerzas sociales se desprende de los valores que arrojan las variables macro, o bien descuidó en su esquema el curso de la dinámica histórica.

Lo más interesante para nuestro abordaje no es el análisis de los problemas económicos que afectaron a la Argentina en su pasado, sino la propuesta político-económica que el autor realiza, puesto que nos muestra que para Ferrer ya no se trata de analizar solo lo que pasó en una etapa sino de prescribir lo que se debería haber hecho y los resultados que se hubieran obtenido:

De una economía dependiente del influjo de la demanda externa debía pasarse a otra apoyada en una activa política de desarrollo y de inversiones en los nuevos sectores, destinada a producir para el mercado interno y orientada a integrar la estructura productiva del país. (2008, p.142)

Lo anterior se refleja en el análisis de la cuarta etapa que distingue. Lo que se debe resaltar es que en la primera edición de 1963 había denominado a esta etapa Economía industrial no integrada, pero modificó la denominación en 1973 por Economía semi-industrial dependiente al considerar que la década del sesenta le indicó que en realidad desde 1930 el grado de integración de la estructura industrial había sido muy bajo, que continuaba el déficit de divisas, la dependencia y el control de las industrias por empresas extranjeras. En la edición de 2004, modificó nuevamente la denominación de tal etapa y la catalogó La industrialización inconclusa.

Esto merece especial atención: ¿cómo es posible que un análisis histórico macroeconómico que pretende brindar una "comprensión de las relaciones de causalidad del proceso de crecimiento, en el marco de una interpretación objetiva y coherente" (1996, p.12) pueda conducirnos a apreciaciones tan divergentes? Pues entre una economía industrial y una economía semi-industrial existen tantas diferencias como las existentes entre un país desarrollado y un país subdesarrollado. La respuesta probablemente se encuentra en dependencia no tanto de cuestiones intelectuales como de su compromiso político: posiblemente cuando habló de Economía industrial no integrada (1963) lo hizo desde un presente demasiado cercano a su participación política como Ministro de Economía de la Provincia de Buenos Aires (1958-1960) y con el objetivo principal de formular una política económica que buscaba justamente la integración de dicha economía industrial pero cuando habló de Economía semi-industrial dependiente (1973) se encontraba en EEUU al margen del contexto político nacional y seguramente con cierto remordimiento por su alejamiento forzoso de la conducción del Ministerio de Economía de la Nación (1970-1971) (18)

Como toda exploración del pasado se realiza necesariamente a partir de un determinado presente La Economía Argentina no escapa a las necesidades y presiones del mismo y por tales razones no es difícil deducir que las críticas que realiza Aldo Ferrer al sistema semi-industrial dependiente es en realidad una crítica a los sectores políticos militares dirigentes de aquel entonces que no apoyaron su programa económico. En este contexto, las fuertes críticas de Ferrer a ese sistema político y económico no son neutras ni mucho menos objetivas (19)

4. Proyecto económico y práctica política de Aldo Ferrer durante la Apertura Nacionalista (1970-1971)

Aldo Ferrer cuenta a su favor con una amplia producción bibliográfica de sus investigaciones y estudios en materia política, económica e histórica y también con una participación política activa en el gobierno argentino. Se doctoró en Ciencias Económicas en la Universidad de Buenos Aires en 1953 con su tesis doctoral "El Estado y el Desarrollo Económico" publicada en 1956, fue profesor de economía  en la Universidad Nacional de La Plata y en la Universidad de Buenos Aires. Además, se desempeñó como funcionario de la Secretaría de las Naciones Unidas (1950-1953) y fue agregado económico de su país en la embajada de Londres en 1956. Fue Ministro de Economía  y Hacienda de la Provincia de Buenos Aires entre 1958 y 1960, Coordinador de la Comisión Organizadora del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, (1965-1967) y primer Secretario Ejecutivo de C.L.A.C.S.O. (1967-1970). Posteriormente, fue  nombrado Ministro de Obras y Servicios Públicos de la Nación y posteriormente Ministro de Economía y Trabajo de la Nación durante la presidencia de Roberto Marcelo Levingston.  En el ejercicio de dicho cargo elaboró un plan de desarrollo que habría de ser implantado durante el quinquenio 1971-1975.  Asimismo, hizo frente a las difíciles circunstancias por las que atravesaba el país (déficit fiscal y exterior e inflación) con una política económica radical que terminó agravando el malestar social. Tras ser destituido Levingston en 1971, Ferrer se mantuvo al frente del Ministerio formando parte del gabinete del nuevo presidente de la República, Alejandro Agustín Lanusse, hasta mayo del mismo año cuando el Ministerio fue eliminado del gabinete nacional. Posteriormente presidió el Banco de la  Provincia de Buenos Aires entre los años 1983-1987. 

Partiendo del supuesto correctamente señalado por Gerchunoff y Llach de que "Es muy marcada entre los economistas la tendencia a analizar los hechos históricos a la luz de la experiencia propia, actual" (Gerchunoff, P. y Llach, L.., 2003. p. 10) Consideramos valedero y necesario el intento historiográfico por reevaluar los argumentos centrales que Ferrer plasma en La Economía Argentina especialmente los referidos al agro durante la etapa denominada de Apertura Nacionalista (1970-1971) en relación con las prácticas que el autor pudo ejercer desde su participación política en dicho período.

El contexto en que asumió Ferrer la conducción del Ministerio de Economía y Trabajo de la Nación estuvo caracterizado por los problemas que desde 1930 aquejaban al país: balanza de pagos desfavorable, deuda externa, recesión de las actividades económicas, inflación en aumento y problemas sociales que se derivaban de este malestar económico. Como la propuesta del gobierno de Levingston era restablecer la legitimidad democrática y lograr una expansión de la economía mediante una apertura nacionalista con marcada intervención estatal que obtenga amplio respaldo popular (20), Ferrer tuvo una oportunidad especial para implementar en la práctica de este contexto histórico las propuestas de su discurso político plasmado en La Economía Argentina.

El primer paso que tomó fue remarcar las posibilidades y oportunidades que tenía la Argentina para comenzar un proceso de desarrollo y de argentinización de la economía nacional. Tal como lo afirmaba en la primera edición de su libro (1963): la Argentina constituía uno de los casos más contradictorios de la experiencia económica contemporánea ya que a pesar de "contar con todas las condiciones que se consideran necesarias para un desarrollo acelerado y autosuficiente" no logró, desde 1948, aumentar la producción ni mejorar las condiciones de vida de las capas sociales más amplias. Desde éste optimismo su objetivo era alcanzar una tasa de crecimiento del producto del 8% anual y del 10% de las exportaciones, sumados a una expansión general de los bienes y servicios, del consumo interno y de la acumulación del capital, mediante el apoyo a las exportaciones y un aumento del volumen del ahorro interno (Ferrer, 2008, p. 317)

El segundo paso fue implementar una serie de medidas de corto plazo (en aproximadamente seis meses) que intentaron evitar que la crisis del sector externo termine por derrumbar los pilares económicos del sector interno (el nivel de actividad económica y la oferta monetaria): se introdujeron controles sobre la salida de capitales y las transferencias nacionales, se incentivaron las inversiones públicas, se saldaron deudas del sector público, se negociaron los convenios colectivos de trabajo, se controlaron los precios de productos de consumo popular, se estableció por semanas alteradas la veda al consumo interno de carnes vacunas y límites a la importación de objetos suntuarios y se derivaron subsidios del Banco Nación y del Banco Nacional de Desarrollo (creado en ésta etapa) para incentivar la producción y exportación de manufacturas nacionales y estimular la modernización del sector industrial y de los servicios.

El fin último que se perseguía era en palabras del autor y ministro "argentinizar la economía y reformar el comportamiento del sector público para integrarlo en un proceso de desarrollo acelerado con creciente control nacional" (Ferrer, 2008, p. 318) Esta política de argentinización tenía como objetivos base el crecimiento y desarrollo industrial y tecnológico mediante el apoyo crediticio y fiscal al sector productivo nacional y la descentralización y democratización del sector público.

En opinión de Ferrer, esta política económica permitió en un período de corta duración (octubre de 1970-mayo de 1971) la contención de la inflación y la recuperación de la actividad productiva, mientras que las políticas de largo plazo no pudieron llegar a completarse debido al cambio de gobierno y la interrupción forzosa de esta política de desarrollo. La causa principal de este fracaso estaba, según Ferrer, en la insuperable fractura peronismo-antiperonismo de la cual el gobierno militar hizo uso para ejercer el control del gobierno nacional a costa de la extranjerización del aparato productivo del país (Ferrer, 2008, pp. 321-322)

Este último proceso económico tenía una trayectoria histórica que se remontaba a los años 30 del siglo XX, época en la que surgieron nuevas condiciones para el desarrollo industrial pero que debido a las políticas gubernamentales implementadas en nuestro país fueron desaprovechadas (21). Para Ferrer la causa del estancamiento económico de la Argentina durante el siglo XX y del fracaso del proceso de industrialización se encontraban en las problemáticas que generaba el agro argentino pues al terminar para 1930 el proceso tradicional de aumento de la producción rural basado en la ocupación de nuevas tierras y la expansión de la superficie cultivada generó una dependencia del rendimiento productivo agrario al cambio tecnológico y la mecanización del trabajo rural, a la par que se registraban importantes pérdidas en la demanda internacional de los productos agropecuarios nacionales:

Este conjunto de circunstancias, internas y externas, determinaron la pérdida del rol hegemónico del sector agropecuario de la región pampeana como promotor del crecimiento de la economía nacional (...)" y "dejó de ser posible el crecimiento de la economía argentina dentro de los límites del sistema primario exportador. (Ferrer, 2008, p. 263)

Esta idea de Ferrer que juzga el papel preponderante de las actividades primarias como factor de frustración del desarrollo nacional es cuestionable tanto por el simplismo argumentativo que no considera la relación de eslabonamiento que se da entre las actividades primarias y secundarias como por la falta de sustento empírico que por carencia de medidas exactas no permiten comprobar con exactitud las condiciones de vida de las mayorías y la distribución del ingreso nacional para la época de la expansión agropecuaria, además de quedar sin fundamento la visión de ocaso de la pampa húmeda desde 1914 dado que aunque la superficie ocupada para la siembra dejó de aumentar la producción del sector rural continuó creciendo (Gerchunoff y Llach, 2003, pp. 37-42.). Los argumentos de Ferrer en cuanto a los fracasos de las políticas económicas implementadas por los gobiernos argentinos desde 1930 adolecen de una falencia interpretativa que tiene como única base un pensamiento de crítica subjetiva que "juzga las políticas económicas con una vara que pertenece a otro tiempo" ya que "siempre es un ejercicio tentador calificar las políticas económicas del pasado conociendo ya las sorpresas que contemporáneamente entretejía la historia" (22)

En el discurso de Ferrer, el desarrollo nacional a partir de 1930 sólo se podía alcanzar si el sector agrario cumplía las funciones esenciales de abastecer la demanda interna de alimentos y materias primas y de generar excedentes exportables que brindaran al país la capacidad financiera para sostener el desarrollo industrial y tecnológico. Aunque no existía una contradicción entre el sector agrario y el industrial, el liderazgo del crecimiento económico del país debía basarse en la industria ya que la expansión del agro había llegado a su fin y dependía del adelanto tecnológico que a su vez dependía de la consolidación del sector industrial. Para lograr esto consideraba que era necesario compatibilizar el comportamiento del empresariado rural con el cambio tecnológico y la capitalización del sector primario y regular la estructura de precios agro-industria para asegurar una rentabilidad elevada para ambos sectores (Ferrer, 2008, pp. 275-276).

Lo que importa destacar es que en el plan económico del autor, manifestado a la opinión pública como "Plan de Desarrollo y Seguridad" en un discurso que diera el entonces presidente argentino Levingston el 23 de diciembre de 1970 en San Luis y que debía ser proyectado para el quinquenio 1971-1975, la reforma agraria no aparecía como una necesidad urgente en la agenda reformista del Estado que privilegiaba otros objetivos como la reducción del desempleo urbano, el equilibrio en el desarrollo económico de las regiones argentinas y el incentivo estatal a las exportaciones industriales por encima de las agropecuarias, que sólo cobraban importancia en tanto factor clave para el logro de una balanza comercial mas favorable. Si comparamos la gestión de Ferrer como Ministro de Economía y Hacienda de la provincia de Buenos Aires durante el gobierno del radical intransigente Oscar Allende con su etapa en el Ministerio de Economía de la Nación es notoria la variación que tuvo en cuanto a la problemática agraria: mientras que durante su gestión provincial (1958-1960) las reformas al agro fueron una cuestión de suma importancia que se comenzaron a aplicar mediante un efecto castigo al mal uso de la tierra rural (alentando su utilización o su venta y a través de un programa de colonización de latifundios improductivos) (23) y se impulsó ideológicamente desde la revista Desarrollo Económico publicada por la Junta de Planificación Económica de la Provincia de Buenos Aires creada por Ferrer en 1958 (24); en su gestión nacional, las reformas agrarias quedaron al margen de las medidas concretas que se tomaron y el tema se transformó en una cuestión postergada para la economía argentina justamente en un contexto histórico en el cual la reforma agraria era el fenómeno económico, social y político de mayor trascendencia que se daba en los países latinoamericanos (25). La variación probablemente encuentre su razón en la necesidad política de apoyo gubernamental que necesitaba el gobierno militar de turno más que a un cambio en el pensamiento económico del autor. Mas allá de las razones de esta postergación, lo cierto es que durante la administración económica nacional de Ferrer la única medida más sobresaliente que se tomó en cuanto al sector primario estuvo en relación al sector ganadero y se trató de una veda impuesta al consumo interno de carne vacuna en un intento desesperado por detener el aumento frenético del precio de la carne que entre enero de 1970 y enero de 1971 había alcanzado el 300% de inflación. De las demás reformas iniciadas por Ferrer la mayoría terminaron en una aplicación rápida y de corta duración o fueron dejadas a un lado por el gobierno de Lanusse.

En una entrevista que le realizaron a Levingston en 1972, el ex presidente manifestaba que:

La argentinización de la economía no fue una proclama partidista de las que abundan en el país, sino un conjunto de medidas concretas, cuya aplicación habíamos comenzado rápidamente. El egoísmo, la miopía de algunos intereses -acostumbrados a imponerle a la Nación su ley de acción- hicieron que la contrarrevolución acelerara sus planes y frustrara nuestra empresa (Revista Extra, Año VII, (82), 1972)

Más allá de esta apreciación subjetiva del personaje histórico, el fracaso del proyecto de reforma económica de Ferrer se debió, quizás, en gran medida a la incapacidad generalizada del Estado para poder implementar y llevar a buen término las reformas pretendidas sumado a la falta de alianzas sólidas a partir de las cuales se podían establecer acuerdos entre los diversos sectores económicos. También al error teórico y práctico de iniciar un proceso de cambio de rumbo de la economía argentina mediante la modificación de las estructuras económicas tradicionales antes de la adaptación del marco político que podía haberlas sustentado (26).

La situación en la que se encontraba el país en la transición 1970-1971, abrumado por el problema de la inflación en el corto plazo, no ayudó a la necesidad de apoyo popular que tanto ansiaba Ferrer y por el contrario sólo propició la formación de una imagen sobre su persona que como bien señala Gonzalo de Amézola (2001, pp. 115-145) era la de un "orador grandilocuente que no resolvía los problemas concretos por dedicarse a declamar grandes objetivos". Si para el diario Primera Plana en su publicación del 3 de noviembre de 1970 las reformas de Ferrer conducían al país por un camino sin retorno, para los que pueden observar la situación después de 1971, y más aun después de 1976, sería mas acertado decir que dichas reformas al no lograr llevar al país a ningún puerto seguro terminaron propiciando un marco social, económico y político que más bien provocó un retorno al mismo camino.

Miradas las cosas de este modo también sería valedero afirmar que Ferrer supo avizorar con anticipación la falta de una mentalidad de desarrollo, un factor indispensable para el éxito de reformas como las implementadas durante su corta participación en el Ministerio de Economía de la Nación, "sin la cual es inconcebible cualquier proceso intenso de crecimiento y de afirmación nacional" (2008, p. 21)

5. Consideraciones finales

Realizar un balance de todo lo expuesto anteriormente puede resultar muy esclarecedor. La figura de Aldo Ferrer es reflejo ante todo de un intelectual con fuerte compromiso político: su amplia producción en investigación y su participación activa en la política de nuestro país así lo demuestran. A favor o en contra de muchos de sus argumentos nadie puede negar la profundidad de sus análisis y el mérito de haberse ganado un espacio prestigioso en el ámbito intelectual e historiográfico.

Aun así su obra más célebre -La Economía Argentina- pese a contar con muchos elogios a su favor, el principal de los cuales aplaude la sistematicidad con que presenta una esquemática historia de la economía argentina dotada de un sentido lineal y evolutivo que genera debate intelectual y político, adolece a nuestro entender de una gran falencia teórica y metodológica fruto del intento -audaz sin duda, pero contradictorio aun más- de ensamblar una historia del pasado económico argentino con un proyecto de reformas político-económicas: la necesidad que el presente exige de crear una mentalidad de desarrollo para la viabilidad de tal propuesta implica la invención de un relato histórico sobre la génesis y evolución de la frustración de tal desarrollo en el pasado nacional.

Un esbozo general del contexto historiográfico argentino en los sesenta fuertemente influenciado por un conjunto de teorías sociológicas y económicas sobre la modernización, el desarrollo y la dependencia sumado a una crítica textual de una obra representativa de éste clima intelectual como ser La Economía Argentina nos permitió aportar algunos elementos centrales para el análisis de la relación entre los intelectuales con la política de su presente y los usos del pasado, particularmente respecto a la historia del agro argentino.

En escueta síntesis este trabajo proyecta los siguientes resultados. Primero, fundamenta que el análisis macroeconómico que realiza Ferrer en La Economía Argentina le exige aplicar modelos teóricos abstractos sobre una realidad histórica que necesariamente termina siendo forjada a tales intenciones, a la vez que su limitación a cuestiones económicas siempre referidas a situaciones de fracaso, frustración, malestar, estancamiento, dependencia y vulnerabilidad le imponen una mirada negativa del devenir histórico argentino estrechamente relacionada con una posición política personal y con su visión sobre el proceso de organización nacional basada en una concepción de experiencia frustrada del desarrollo económico argentino que implica una idea de "nación" producto de una historia de dependencia y subordinación. Segundo, argumenta que en ese proceso histórico de frustración del desarrollo nacional argentino la problemática del agro adquiría una relevancia determinante en cuanto sector principal del sistema productivo nacional y actividad privilegiada de los sectores sociales de fuerte gravitación en la política estatal, y que por lo tanto el desarrollo sólo era viable si el sector agrario cumplía las funciones esenciales de abastecer la demanda interna de alimentos y materias primas y de generar excedentes exportables que brindaran al país la capacidad financiera para sostener el desarrollo industrial y tecnológico, pero como éste mecanismo no se dio el autor termina por juzgar el papel preponderante de las actividades primarias como factor principal de frustración del desarrollo nacional: esta postura es cuestionable tanto por el simplismo argumentativo que no considera la relación de eslabonamiento entre actividades primarias y secundarias como por la falta de sustento empírico. Tercero, sostiene a partir del análisis de la relación que estableció en tanto intelectual y ministro de economía que en su intento por llevar a la práctica algunas de las ideas que sostenía en los escritos Ferrer se vio obligado a limitar sus pretensiones a los problemas económicos de corto plazo y a la presión política y social de su contexto histórico.

A pesar del fracaso de muchas de sus reformas lo positivo es que su práctica política y su producción intelectual siguen siendo, y lo serán, una fuente de experiencia y lineamientos imprescindibles de conocer, analizar y evaluar. Sin pretender ser definitivos en este análisis y con plena conciencia de la parcialidad de este trabajo dejamos a los lectores la evaluación crítica del mismo.


Agradecimientos:

El presente trabajo se realizó en el marco de una beca de investigación otorgada por la Secretaría General de Ciencia y Técnica de la UNNE (2008-2011). Agradezco las observaciones pertinentes de la directora del proyecto de investigación, Dra. María Silvia Leoni, y los comentarios realizados al trabajo en la mesa temática de la VI Jornada de Investigación y Debate "Territorio, Poder e Identidad en el Agro Argentino" (UNQ, CONICET, IIGHI / Resistencia-Chaco) donde fue expuesto en mayo de 2009.

Notas

(1) Este trabajo ha sido realizado en el marco de una beca de investigación de la Secretaría General de Ciencia y Técnica de la UNNE (2008-2011) bajo la dirección de la Dra. María Silvia Leona.

(2) Aunque siendo estrictos en términos cronológicos nos referimos a la etapa comprendida entre 1956-1966.

(3) "Este libro analiza la formación de la economía argentina en el trayecto de etapas históricas dentro de las cuales el sistema económico se desenvuelve y orienta conforme a pautas determinables. En el caso argentino es posible definir, con cierta precisión, líneas divisorias que contienen estructuras y comportamientos perfectamente diferenciables" (Ferrer, A.. 1996, p. 13). La misma idea en cuanto a la diferenciación de etapas está presente en la obra de Di Tella, G. y Zimelman, M. (1967).

(4) Véase el trabajo de Vercesi, A. (1999). La doctrina y la política económica del desarrollismo en Argentina. Revista digital de la Asociación argentina de economía política. Disponible en: http://www.aaep.org.ar/espa/anales/pdf_99/vercesi.pdf

(5) Aldo Ferrer señala en el prólogo que realiza al libro En busca de un nuevo modelo (2003) de Celso Furtado que el aporte más importante del economista Raúl Prebisch fue el reconocimiento de que la subordinación teórica al pensamiento hegemónico de los centros es el primer eslabón de la cadena del atraso y la dependencia y que, por lo tanto, es imprescindible analizar el mundo desde perspectivas propias en torno a un conocimiento más profundo del desarrollo que permita diseñar proyectos para obtenerlo. Con esto se separaba de la teoría de la modernización de Rostow basada en una visión evolucionista del desarrollo que tomaba como referencia al modelo europeo occidental.

(6) Sobre las ideas y teorías predominantes en la CEPAL durante los sesenta ver especialmente el artículo de Bielschowsky, R. (1998).

(7) Para una aproximación a los distintos enfoques en la historia económica recomendamos el artículo de Cortes Conde, R. (1989). Historia económica: nuevos enfoques. Revista Libertas, Instituto Universitario ESEADE, 6 (10). Disponible en: http://www.eseade.edu.ar/servicios/Libertas/40_5_CortesConde.pdf. Véase también el trabajo de Miguez, E. (2006). El trabajo de Díaz Alejandro (1975) modificó sustancialmente las versiones anteriores sobre la historia económica argentina después de 1930.

(8) Estos fueron los aspectos centrales de los estudios de las instituciones agrarias -CEPAL, FAO, ILPES, ICIRA- durante los años sesenta (Girbal-Blacha, 2001).

(9) Sobre las debilidades de ésta visión tradicional del agro pampeano ver: Barsky, O. y Djenderedjian J. (2006, pp. 247-267).

(10) Algo común en los intelectuales del sesenta imbuidos por las teorías de la época, puesto que como lo afirma Roy Hora "Estos saberes ocupaban un lugar privilegiado en el horizonte de los historiadores en gran medida porque, en esa época de generalizada fe materialista, ofrecían fuertes modelos de causalidad así como métodos positivos que prometían una vía de acceso privilegiada para desentrañar los mecanismos centrales de la realidad social" (2002, p. 43).

(11) "De este modo, los problemas, cuyo análisis de corto plazo ofrece respuestas limitadas, surgen con mucha más claridad y se ubican en la perspectiva que les corresponde". Ferrer, A., 1996, p. 13.

(12) Esto, claro está, no es único de Ferrer sino típico de una tradición argentina de historia económica hegemónica en el pasado reciente. Cfr. Schmit, R., 2004, p. 55.

(13) Ferrer, 2008, p. 156. Confróntese el análisis del período 1860-1930 que realiza Ferrer con las observaciones que al respecto hacen Gerchunoff, P. y Llach, L. (2003), quienes en un apartado del Cap. X titulado ¿Un modelo agotado? (pp. 102-106) discuten las falsas concepciones económicas sobre las desventajas del modelo agroexportador.

(14) Un concepto poco clarificado en la primera edición pero al que el autor dedica un apartado especial en la última, en donde afirma que "La identidad nacional, se refiere, esencialmente, a la cultura" y "La cultura expresa la creatividad de la sociedad en buena medida al margen del sistema de poder y la estratificación social". Ferrer, 2008, p. 468.

(15) "Mientras en el plano de la economía y de la política la densidad nacional resultó tan débil y vulnerable, en el de la cultura reveló una notable consistencia. En aquél, el país no logró posicionarse en el mundo sobre un eje autocentrado en su propia creatividad y recursos. En de la cultura, la creatividad de la sociedad argentina reveló la capacidad de asimilar las influencias externas sobre su propia matriz originaria y producir un fruto original y valioso, universalmente reconocido". Ferrer, 2008, p .181.

(16) Ferrer sostiene que es necesario "consolidar una mentalidad de desarrollo en las mayorías del país, sin la cual es inconcebible cualquier proceso intenso de crecimiento y de afirmación nacional" (2008, p. 22) y argumenta que "La diferencia entre las dos esferas probablemente radica en que, en la cultura, la creatividad se expresa libremente, mientras que las políticas emergentes del sistema económico y político reflejan el sistema de poder y la concentración de la riqueza". (p. 181)

(17) Las etapas son: 1- Las economías regionales de subsistencia, 2-La etapa de transición, 3-La economía primaria agro-exportadora y, 4- Economía industrial no integrada, luego llamada Economía semi-industrial dependiente.

(18) El Ministerio de Economía de la Nación fue disuelto en mayo de 1971 durante el gobierno de Alejandro Agustín Lanusse.

(19) Tales críticas apuntan a: la no movilización del enorme potencial económico de la Argentina, la acentuación de las fracturas sociales y los desequilibrios regionales y la relación dependiente que mantiene con las potencias mundiales (Ferrer, 2008, pp. 327-366).

(20) Afirmaba Levingston que "El Plan de Desarrollo y Seguridad definía, sin eufemismos, el rumbo que debía tomar nuestra economía, como así el papel del Estado en la actividad privada, de los sectores, de las regiones y del capital extranjero, para terminar con distorsiones y privilegios en el uso del ahorro de los argentinos". Revista Extra. Año VII (82), 1972.

(21) Esta es la postura que sostiene Ferrer en su análisis de la Política económica a partir de 1930 (1973, pp. 230-234). Tal posición es objeto de debate dado que como lo afirman Gerchunoff y Llach "Hasta qué punto el desarrollo industrial de la tercera década del siglo tuvo que ver con las políticas gubernamentales es algo que se ha discutido bastante sin quedar del todo claro" (2003, p. 92).

(22) Ver Ferrer, 2008, p. 105.

(23) Medidas que por supuesto generaron una resistencia intensa de los sectores afectados. Ferrer, 2008, p. 305.

(24) Véase por ejemplo el análisis que publica la Junta sobre la Distribución de la propiedad agraria en la Provincia de Buenos Aires y el discurso del gobernador ALLENDE, Oscar. (1958 y 1959). La Reforma Agraria. Revista de Desarrollo Económico. Año II, (1 y 2).

(25) En Bolivia Paz Estenssoro en 1954 llevó a cabo una reforma agraria mediante la parcelación de tierras para distribuir entre los indígenas, en los 60` el régimen de Castro en Cuba tomó control total de las tierras, en Perú la reforma agraria fue realizada por la Junta Militar Revolucionaria encabezada por el general Juan Velasco Alvarado en 1970 y en Nicaragua por el régimen sandinista en 1979 que entregó las tierras que habían pertenecido a los colaboradores de la familia Somoza en pequeñas parcelas entre los campesinos.

(26) Ver al respecto De Amézola, G., 2001, pp. 115-145.

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Fecha de recibido: 26 de octubre de 2009.
Fecha de publicado: 10 de noviembre de 2010.

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